¡HOLAAAA! Sé que desaparecí por más o menos tiempo peeeero, aquí estoy:).
Pido pErdÓn a los que se quedaron esperando mi actualización, es que no he tenido unas semanas muy buenas que digamos, esta cuarentena me está afectando, gente XD.
Como compensación, he pensado en muchas ideas y mejoras, así que a partir de este capítulo es que las cosas se van a poner verdaderamente buenas, así que preparen esos ojitos y concentración okey?
Y sin más habladurías, los dejo con el capítulo;).
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♣Narra anónimo♣
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—¿Hiciste lo que te pedí, Austin? —Me doy vuelta en mi silla giratoria, observando meticulosamente los pasos que este daba, hasta adentrarse por completo en la habitación de blancas e impecables paredes. A simple vista, este sería un buen lugar para descansar para cualquiera, pero se han desangrado más de los que me gustaría admitir en este suelo.
—Sí, señor. —Responde a mi pregunta, con cierto deje de molestia en sus orbes. Sé cuánto detesta acatar órdenes.
—¿Y... qué tal ha ido? ¿Lucían asustados? ¿Las patrullas policíacas falsas hicieron bien su trabajo? Necesito que me cuentes todo en detalle. —Pregunté, invitando a sentarse al chico con aspecto de drogadicto frente a mí.
Austin rueda sus ojos en señal de fastidio, pero aun así hace caso omiso a mi orden.
—Señor _____, todo ha ido perfectamente. El viejo de ese campo cumplió con su papel a la perfección, luego de que Afrodita y Damian se fueran, le dimos su pago acordado, le advertí que si abría la boca deseará no haber nacido. —Austin revolvió su cabello antes de continuar respondiendo mis preguntas, —yo no diría que estuvieran asustados, más bien intrigados y curiosos, supongo que haciendo especulaciones sobre quién estaba detrás de todo eso, los muy ingenuos creen que soy yo. Aunque más que todo Afrodita, Damian parecía imaginar todo, sospecho que pueda acercarse a revelar la verdad sobre nuestros planes y llevar todo al caño.
—¿Crees que realmente yo, el prestigioso señor _____, permitiría que esto se saliera de mis manos? —Pregunto con una sonrisa entre labios llena de superioridad y control. Hay que ver que este chico todavía no sabe exactamente con quién trata.
—Debería ir con más cuidado, ese idiota parece ser muy inteligente. Lo digo porque me ha visto en el momento que llegaron las patrullas, sin embargo, no parece haberle comentado nada a su compañera. Debe traer algo entre manos.
—Me gusta que estés alerta a cualquier cosa, pero ya hemos repasado mi plan más de mil veces, joven Austin. —Me quité mis lentes y los guardé con cuidado en mi estuche, —creo que tú estás siendo más ingenuo, mi querido peón.
Logro ver un destello fugaz de confusión en su rostro, pero desaparece tan pronto como llega y recupera su inexpresiva mirada.
—Lo digo porque, puede que estés subestimando a la persona equivocada. Con esa chica es con quien debemos tener más cuidado. Por ello, he ideado otro plan muy elaborado, en caso de que la dulce Afrodita nos salga con una inesperada sospresa. —Junto mis manos y las apoyo en el escritorio perfectamente organizado. —Tú más que nadie sabes que esa mujer puede llegar a ser muy peligrosa si juega en serio, sólo que quieres protegerla de mí, ¿no es así? Y crees que fingir subestimarla me hará caer de lleno en tu piadosa mentira. Sé que ella es importante para ti, pero no me importará ni en lo más mínimo destruirla frente a ti, y sabes que no te conviene detenerme.
Las llamas de furia abordaron de inmediato sus ojos, di en el clavo justo como quería. Este se levantó bruscamente de la silla de invitados frente a mi escritorio, seguro está reprimiendo las arcadas de malas palabras que sé que amaría decirme, pero sabe perfectamente las consecuencias. Su pequeño recordatorio es la marca de cuchillo en su cuello.
—Si eso es todo lo que deseaba saber, señor ____, entonces yo me largo. —dijo con rabia entre dientes, al mismo tiempo que me daba la espalda y se dirigía a la puerta.
—Que te vaya bien, mi querido peón. No olvides realizar a la perfección y con cuidado mi elaborado plan, no soportaría que se fuera a la borda por alguien tan patético como tú. —Esbocé una sonrisa de oreja a oreja, cerrando mis ojos, haciéndose arrugas en ambos lados de cada ojo.
Austin gruñó y cerró de un fuerte portazo, ese idiota no se contiene mucho que digamos cuando alguien toca su punto débil, es decir, esa mujer.
He investigado muy a fondo a Afrodita Mercy, se las apañó muy bien ocultando información que podrían perjudicarla en caso de que alguien, por mera curiosidad, quisiera hurgar en su pasado. Lástima para ella que hay personas como yo que tienen mucho poder, y pueden hacerle la vida cuadritos si se lo proponen. Por supuesto que yo no soy la excepción.
Tengo una carpeta llena de información valiosa sobre ella, dicha información es la que me ha sido muy útil para llevar a cabo todo mi complicado plan, para así destruir a quien intentó destruirme primero. Cuando todos sepan su secreto, no habrá ni un alma que se apiade de ella.
Después de todo, es una mente experta en el arte de la mentira, por eso es que desde un principio me pareció un blanco perfecto para destruir. Debo admitir que me tomó por sorpresa que hiciera el ataque antes de llevar a cabo el mío, acto que me hizo estar aún más intrigado y curioso sobre su capacidad para jugar y salir victoriosa sin que nadie notara sus trampas.
Espero que pronto Afrodita me haga divertir, si me aburro mucho tendré que tomar cartas en el asunto. Y esto se volverá el juego del ratón y el gato.
Ese juego parece un truco viejo y aburrido, pero en realidad es bastante entretenido observar cómo el ratón se las ingenia logrando hacer tiempo distrayendo al gato con algún engaño, y que este salga victorioso. Es un juego de estrategia, si lo aplicamos a un caso humano, es muy sencillo, debes contar con un buen cerebro y tener ciertas habilidades para poder conseguir lo que se quiere y escapar con el éxito entre manos. Sin embargo, si no eres lo suficientemente bueno en algo y tu capacidad mental es escasa, considérate de una vez por todas como una presa fácil de acorralar y cazar, dando vueltas y carreras absurdas, que al final te conducen a tu propia muerte.