Desperté sobresaltada al sonido de mi alarma. —Maldición—, murmuré mientras veía la hora. Estaba tarde. Salté de la cama, sacudiéndome el sueño, y corrí hacia la cocina.
Al llegar, vi a Harper. Estaba de pie frente a la estufa, y el aroma del café recién hecho llenaba el aire. Sobre la mesa, había un plato con tostadas y huevos revueltos.
—Buenos días, dormilona—, dijo Harper con una sonrisa. —Te preparé el desayuno. Tienes que alistarte, hoy es el primer día de universidad.—
—Gracias, Harper. Eres un ángel—, respondí, tomando una tostada y dándole un rápido mordisco mientras corría de vuelta a mi habitación.
—¡No olvides el café!—, me recordó Harper. Regresé a la cocina, tomé la taza y le di un sorbo. El sabor me reconfortó, recordándome nuestra pequeña cafetería, Greenwood Coffee, y el legado de David que manteníamos vivo cada día.
—Voy a la ducha—, le dije a Harper antes de apresurarme al baño. El agua caliente me ayudó a despertar por completo. Mientras me lavaba el cabello, pensé en David y en cómo todo esto había comenzado por él. La música, la universidad, la cafetería... todo estaba entrelazado con su memoria.
Me vestí rápidamente, eligiendo unos jeans cómodos y una camiseta, y volví a la cocina donde Harper seguía esperándome.
—¿Lista para enfrentarte al mundo universitario?—, preguntó, ofreciéndome una sonrisa alentadora.
—Lista—, respondí, aunque una parte de mí todavía se sentía nerviosa. Pero con Harper a mi lado, sabía que podría con cualquier cosa. Nos despedimos de la cafetería, y juntas nos dirigimos a nuestro nuevo comienzo en Nueva York.
Mientras caminábamos por la calle, la conversación fluyó naturalmente hacia nuestras carreras y nuestras aspiraciones. Nueva York tenía una energía vibrante, y a medida que pasábamos junto a cafeterías, librerías y edificios históricos, no pude evitar sentirme emocionada y un poco ansiosa por lo que nos esperaba.
—¿Qué tal tu carrera de literatura?—, me preguntó Harper, ajustando la correa de su mochila.
—Estoy muy emocionada—, respondí, sonriendo. —Siempre he querido ser escritora, y siento que este es el primer gran paso para lograrlo. Los cursos parecen fascinantes, y espero poder aprender mucho y mejorar mi estilo.—
—Seguro que lo harás—, dijo Harper con convicción. —Tienes mucho talento, Sarah. No puedo esperar a leer tus libros.—
—Gracias, Harper. Eso significa mucho para mí—, dije sinceramente. —¿Y tú? ¿Cómo te sientes con respecto a estudiar gastronomía?—
Harper se iluminó. —Estoy súper emocionada. Quiero llevar Greenwood Coffee al siguiente nivel, convertirlo en un restaurante también. Aprender nuevas técnicas, recetas y todo lo relacionado con la cocina... es algo que siempre he querido hacer. La cafetería ha sido un éxito, y creo que podemos hacer algo aún más grande.—
—Estoy segura de que lo lograrás—, le dije, admirando su determinación. —Siempre has sido increíble en la cocina, y convertir Greenwood Coffee en un restaurante suena perfecto.—
—Gracias, Sarah. Este es un nuevo comienzo para las dos—, respondió Harper. —Vamos a lograr grandes cosas, ya verás.—
A medida que nos acercábamos a la universidad, la mezcla de nervios y emoción aumentó. Estábamos listas para enfrentarnos a nuestros sueños, apoyándonos mutuamente en cada paso del camino. Sabía que este sería un año increíble, lleno de desafíos y triunfos, y estaba agradecida de tener a Harper a mi lado en esta nueva aventura.
Al llegar a la universidad, Harper y yo nos separamos para ir a nuestras respectivas facultades. Le deseé suerte con una sonrisa, y ella me devolvió el gesto con un abrazo rápido antes de perderse entre la multitud de estudiantes. Con una mezcla de emoción y nervios, me dirigí hacia el edificio de Literatura.
Mientras caminaba por los pasillos, buscando mi primer salón de clases, un chico se acercó a mí. Tenía el cabello castaño y desordenado, y llevaba una mochila colgando de un solo hombro. Al verlo, algo recorrió mi mente como un rayo: un recuerdo, un nombre, una cara. David?
—Disculpa, no te había visto—, dijo el chico, interrumpiendo mis pensamientos. —Es mi primer día y estoy algo perdido.—
—Ah, sí, claro—, respondí rápidamente, tratando de recomponerme. —¿Necesitas ayuda para encontrar tu clase?—
—Sí, por favor. Estoy buscando la sala 203 para la clase de Introducción a la Literatura—, dijo con una sonrisa tímida.
—¡Qué coincidencia! Yo también voy a esa clase—, le dije, sintiéndome más tranquila. —Ven conmigo, vamos juntos.—
Caminamos lado a lado por el pasillo, y no pude evitar fijarme en lo mucho que se parecía a David, mi David. Su forma de caminar, su sonrisa... todo me recordaba a él. Pero sacudí esos pensamientos de mi cabeza. No podía permitirme vivir en el pasado.
—Gracias por ayudarme—, dijo el chico mientras nos acercábamos a la sala. —Me llamo Chris, por cierto.—
—Encantada, Chris. Yo soy Sarah—, respondí, abriendo la puerta del aula. —Vamos, entremos.—
Nos sentamos juntos en una fila cerca del frente del salón, y mientras esperábamos a que la clase comenzara, intercambiamos algunas palabras sobre nuestras expectativas para el curso. A pesar de la extraña familiaridad que sentía al estar cerca de él, decidí concentrarme en el presente y en lo que esta nueva etapa de mi vida traería.
La clase comenzó, y el profesor empezó a hablar sobre el plan de estudios y lo que se esperaba de nosotros. Pero una parte de mi mente seguía volviendo a Chris, preguntándome por qué me parecía tan conocido y qué significaba ese recuerdo fugaz de David. Mientras tomaba notas, decidí que, tarde o temprano, tendría que averiguarlo.
Mientras la clase avanzaba y el profesor nos daba una introducción a la materia de poesía, no podía dejar de pensar en Chris. Su parecido con David era exagerado. Traté de concentrarme en las palabras del profesor, en los versos y las metáforas, pero mi mente seguía regresando a esa extraña familiaridad.
#7983 en Novela romántica
#1443 en Thriller
#577 en Suspenso
romance, jovenes y amor, misterio amistad segundas oportunidades
Editado: 11.12.2024