After You

Capítulo #8

En cuánto amaneció, Harper entro en mi habitación para decirme que se iría unos días de viaje junto a Chris y que cualquier cosa que necesite no dudara en llamarla.

-Vamos Harper, ¿crees que soy una niña que no puede vivir sin su amiga?- le dije en un tono de burla, mientras una sonrisa se formaba en mi rostro.

-Ya lo sé sin embargo quería que lo recuerdes, aunque esté fuera siempre puedes contar conmigo Sarah- respondió Harper algo preocupada.

Luego de eso simplemente le dije que no se preocupase tanto por mi y que disfrutaste de su viaje, además que no se olvidará de traerme algún recuerdo.

La casa se sentía demasiado grande sin Harper. Su risa y su energía siempre llenaban el espacio, pero ahora todo estaba en silencio, y ese silencio era ensordecedor. Me senté en el sofá, mirando el teléfono, esperando alguna noticia de ella o de Chris, pero a medida que pasaban las horas, el vacío se hacía más profundo. Un sentimiento de angustia empezó a apoderarse de mí, como si algo terrible estuviera por suceder, aunque no podía explicarlo.

David no había aparecido desde la noche anterior, y eso, de alguna manera, me hacía sentir aún más sola.

Me levanté del sofá, incapaz de estar quieta. Caminé por la casa, moviendo cosas de un lado a otro, intentando encontrar algo que me distrajera, pero la sensación de que algo malo se avecinaba seguía clavándose en mi pecho. La angustia era sofocante, como si el aire se hubiera vuelto más denso y difícil de respirar.

-No puedo estar aquí -dije en voz alta, mi propia voz sonaba extraña en el eco del salón vacío.

Agarré mi chaqueta, mis llaves y salí rápidamente. No sabía a dónde ir, pero no podía quedarme dentro de esas cuatro paredes. El aire frío me golpeó la cara cuando crucé la puerta, y aunque era reconfortante al principio, no fue suficiente para calmarme. Caminé por las calles sin rumbo fijo, mis pasos rápidos reflejando mi ansiedad.

El cielo estaba gris, cargado de nubes amenazantes, y sentía que el mundo alrededor de mí era tan caótico como lo que estaba ocurriendo dentro de mi cabeza. La imagen de Matthew seguía apareciendo en mis pensamientos, mezclándose con los recuerdos de David y ese maldito crucero. Sentía que todo volvía, como si el pasado se estuviera acercando para aplastarme por completo.

Mientras caminaba por un parque cercano, mi teléfono vibró. Lo saqué de mi bolsillo con la esperanza de que fuera un mensaje de Harper, pero era solo una notificación trivial. Suspiré y lo guardé de nuevo, sin dejar de caminar. A cada paso, el dolor en mi pecho crecía más y más, un sentimiento oscuro que no podía sacudirme.

Finalmente, llegué a una cafetería y entré, buscando refugio de esa sensación opresiva que me consumía. Me senté en una mesa junto a la ventana, mis manos estaban temblando mientras pedía un café. No podía concentrarme en nada, ni siquiera en las palabras que intentaba leer en el menú. Todo se sentía borroso, distante.

De repente, David apareció frente a mí, sentado en la silla vacía al otro lado de la mesa. No había ruido, ni advertencia. Solo estaba ahí, como si siempre hubiera estado.

-¿Crees que huir va a hacer que todo desaparezca? -preguntó, su voz calmada pero con una dureza oculta.

Lo miré, sintiéndome completamente derrotada.

-No sé qué hacer, David. No sé cómo seguir -susurré, frotándome las sienes, intentando que el dolor de cabeza que comenzaba a formarse se disipara.

David suspiró y se inclinó hacia adelante, sus ojos oscuros llenos de algo que no podía descifrar.

-No puedes seguir escapando de esto. Sabes que algo está mal. Lo sientes. Y no va a desaparecer si solo lo ignoras.

Lo miré fijamente, su figura era tan clara, tan real... pero sabía que no lo era. Sabía que solo existía en mi mente, una representación de todo lo que no podía enfrentar.

-No estoy escapando, estoy... -intenté decir algo, pero las palabras se desvanecieron antes de que pudieran salir de mi boca.

David sonrió, pero no era una sonrisa amable. Era una sonrisa triste, casi llena de resignación.

-Sigues sin querer ver lo que está frente a ti. Lo que sientes... es una advertencia.

Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo. Mi corazón latía fuerte en mi pecho, acelerándose sin razón aparente.

-¿Advertencia de qué? -pregunté, aunque parte de mí no quería saber la respuesta.

David me miró fijamente, sus ojos oscuros penetrantes.

-Algo va a pasar, Sarah. Algo malo. Lo sabes. Lo sientes en cada fibra de tu ser.

Mi respiración se aceleró. El dolor en mi pecho se intensificaba con cada segundo, como si estuviera a punto de ahogarme. Y entonces, mi teléfono vibró de nuevo. Esta vez, lo saqué con manos temblorosas.

Era un mensaje de Harper: "Estamos por subir al coche para salir hacia las montañas. Te escribo cuando lleguemos. No te preocupes, todo está bien."

Leí el mensaje una y otra vez, pero algo no cuadraba. La ansiedad que sentía no se desvaneció, al contrario, aumentó.

-Tienes que hacer algo antes de que sea demasiado tarde -dijo David, con su voz firme.

Lo miré, mi mente estaba llena de confusión. No sabía qué hacer, no sabía a quién llamar, qué preguntar. Todo lo que sentía era un pánico irracional y un dolor tan profundo que me hacía casi incapaz de respirar.

El café llegó a la mesa, pero ya no tenía hambre. Solo podía pensar en Harper y en ese extraño sentimiento de que algo horrible estaba a punto de suceder. Algo que cambiaría todo, algo que me haría colapsar.

Y esta vez, no estaba segura de si podría levantarme después.

Al terminar el café me puse de pie y sali del lugar, al salir me di cuenta que ya era de noche y estaba empezando a caer copos de nieve dando inició al invierno.

Mientras caminaba por la calle ví a lo lejos un bar, en la puerta había un letrero que decía "Se busca persona que sepa tocar el piano", sentí que era una especie de señal así que no dude en entrar a ese bar.




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