After You

Capítulo #15 Sombras de Matthew parte 5

Mientras Matthew permanecia en silencio,
contemplando la fotograffa de su padre con una mezcla de rabia y dolor, la puerta de la suite se abrió. Carlo entró con la tranquilidad de quien sabe que tiene todo bajo control, encendiendo un cigarro mientras su
mirada recorría la habitación hasta posarse en
Matthew.

—¿Sabes, chico?— dijo Carlo mientras exhalaba una
nube de humo—. Siempre he pensado que cuando
alguien pierde tanto como tú, lo mínimo que puede
hacer es asegurarse de que los responsables lo paguen.

Matthew levantó la mirada hacia Carlo, aún con la foto
en las manos.

—A qué te refieres?

Carlo se acercó con paso lento, sacudiendo las cenizas
de su cigarro en un elegante cenicero de cristal.

—Me refiero a esa maldita agente— dijo, su voz cargada de resentimiento—. Esa tal Violett. La que destrozó a tu padre, la que te puso a ti en prisión.

Matthew apretó la mandíbula al escuchar su nombre,
pero no dijo nada.

—Sabes lo que creo?— continuó Carlo, inclinándose
ligeramente hacia él—. Creo que ella vendrá por ti.Es
cuestión de tiempo. Agentes como ella no saben cuándo dejar las cosas en paz. Y cuando lo haga, cuando Se acerque demasiado, será nuestra oportunidad.

—¿Nuestra oportunidad para qué?— preguntó Matthew, aunque ya podía intuir la respuesta.

Carlo soltó una risa seca y apagó el cigarro en el
cenicero con un movimiento decidido.

—Para atraparla, chico. Para acabar con ella de una vez por todas.

Matthew se levantó lentamente, dejando la fotografía sobre la mesa. Su mente estaba en ebullición, dividida entre la ira y la oportunidad que Carlo estaba ofreciendo.

—¿Por qué te importa tanto, Carlo?— preguntó, con un
tono más frío—. Pensé que este tipo de cosas no te
quitaban el sueño.

Carlo lo miró fijamente, y por un momento, su
expresión endurecida dejó entrever un destello de
vulnerabilidad.

—Robert era más que un socio para mí. Era como un
hermano. Esa mujer no solo arruinó tu vida, Matthew.
También destruyó una parte de la mía.

Matthew asintió lentamente, dejando que las palabras
de Carlo se hundieran en su mente.

—¿Y cómo planeas hacerlo?— preguntó, finalmente
cediendo.

Carlo sonrió, una sonrisa que no transmitía calidez sino una peligrosa confianza.

—Déjamelo a mí. Tengo ojos en todas partes. Cuando
esa agente mueva un dedo, lo sabremos. Y cuando lo
haga, será el fin de Violett.

Matthew no respondió de inmediato. Se quedó mirando por la ventana, observando las luces de la ciudad mientras la tormenta eléctrica rugía en la distancia.

—Bien— dijo al fin, su voz baja pero cargada de
determinación—.Pero quiero que sea mi mano la que
acabe con ella.

Carlo soltó una carcajada y le dio una palmada en el
hombro.

—Eso pensé, chico. Eso pensé.

Mientras Carlo salía de la habitación, Matthew se
permitió un momento para cerrar los ojos. Podía
escuchar el trueno resonar en el cielo, como si el
universo mismo estuviera preparando el escenario para lo que estaba por venir.

Su mente estaba fija en un solo objetivo: Violett.

Matthew había comenzado a sentir que el tiempo se le escapaba entre los dedos. Cada día que pasaba era una batalla constante entre su obsesión por Sarah y el tormento de la presencia de David. El espectro aparecía en los momentos menos esperados: mientras cenaba en la suite, en los pasillos oscuros del hotel, o incluso cuando intentaba conciliar el sueño. Siempre decía lo mismo, con una calma que enfurecía a Matthew.

—Esto tiene que terminar, Matthew. Deja todo. Todavía puedes detenerte.—

Cada vez que David pronunciaba esas palabras, Matthew perdía un poco más el control. Gritaba, rompía cosas, incluso intentaba ignorarlo. Pero David nunca se inmutaba. Era como si disfrutara de su desesperación, o al menos así lo percibía Matthew.

Un día, mientras observaba la lluvia golpear las ventanas de la suite, David apareció sentado en el sillón junto a él.

—¿Qué estás dispuesto a sacrificar, Matthew? ¿Tu cordura? ¿Tu alma?—

Matthew lanzó una botella vacía hacia la figura de David, quien, como siempre, permaneció impasible mientras el vidrio atravesaba su silueta.

—¡Cállate!— rugió Matthew, golpeando la mesa con tanta fuerza que los cubiertos cayeron al suelo. —No eres real. Eres solo un maldito recuerdo. ¡No puedes detenerme!—

David lo miró con algo que casi parecía lástima. —No necesito detenerte. Te estás destruyendo tú mismo.—

Aquella noche, Matthew apenas pudo dormir. Los hombres de Carlo estaban inquietos, y cada vez era más difícil moverse sin atraer atención. Sabía que el tiempo estaba en su contra, pero también que estaba cerca de conseguir lo que quería.

Unos días después

Matthew estaba sentado en la suite, tratando de calmar su creciente paranoia. Carlo entró sin previo aviso, acompañado por dos hombres con trajes negros. Había una sonrisa de satisfacción en su rostro que Matthew no supo interpretar.

—Tenemos noticias, Matthew.—

Matthew lo miró con impaciencia, frotándose las sienes. —¿Qué es?—

Carlo se sentó en el sillón frente a él, encendiendo un cigarro con calma antes de soltar la bomba. —Hemos encontrado a Sarah. Y no solo eso... está con alguien más. Una chica llamada Harper.—

Por un instante, el mundo pareció detenerse para Matthew. Su mente procesaba las palabras de Carlo mientras su cuerpo se tensaba. Pero antes de que pudiera responder, David apareció de pie junto a Carlo, mirándolo directamente.

—No tienes que hacer esto, Matthew. Aún puedes detenerte.—

La voz de David resonó en su cabeza como un eco. Matthew se levantó de golpe, ignorando la mirada de Carlo.

—¿Dónde están?— preguntó, su voz temblando entre emoción y desesperación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.