After You

Capítulo #16

Me quedé sentada en el suelo, intentando controlar mi respiración. El eco de la voz de Matthew seguía resonando en mi cabeza, cada palabra era como una aguja que perforaba mi pecho. Había dicho que tenía a Harper. Mi Harper.

El aire se sentía pesado, cada respiración era un esfuerzo monumental. Mi mente se negaba a aceptar lo que acababa de escuchar, pero no podía escapar de la realidad. Lágrimas calientes comenzaron a rodar por mi rostro, mezclándose con el sudor frío que cubría mi piel.

Mis manos temblaban mientras trataba de tomar el teléfono nuevamente. Tenía que hacer algo, tenía que llamar a alguien, pero no podía pensar. Mis dedos no respondían, y mi visión estaba borrosa por las lágrimas.

David apareció frente a mí, su rostro lleno de preocupación.

—¡Sarah! Tienes que calmarte. Respira, por favor —dijo, arrodillándose a mi lado.

—¡No puedo, David! ¡No puedo! —grité, mi voz quebrándose con cada palabra—. Harper... ¡Él tiene a Harper!

—Lo sé, lo sé, pero si no te calmas, no podrás ayudarla. Ahora, escucha mi voz, ¿de acuerdo? Inhala profundamente. Vamos, conmigo.

Intenté seguir sus instrucciones, pero cada vez que inhalaba, sentía como si mis pulmones no pudieran llenarse de aire. La ansiedad me estaba consumiendo, y la desesperación se apoderaba de mí.

David tomó mis manos, o al menos hizo el gesto, porque sabía que no podía sentir su tacto. Su mirada era intensa, como si quisiera transferirme algo de su fuerza.

—Sarah, escúchame. Harper te necesita ahora. No podemos dejar que Matthew gane, ¿entendido? Necesito que seas fuerte, por ella.

Sus palabras lograron atravesar la niebla en mi mente, aunque fuera un poco. Asentí, aún hiperventilando, pero con un poco más de control.

—Eso es. Ahora, vamos a pensar con claridad. ¿Qué fue exactamente lo que dijo?

Traté de recordar, pero todo parecía una mezcla caótica de gritos, amenazas y terror. Cerré los ojos y me obligué a concentrarme.

—Dijo que... que la tenía. Que si no hacía lo que él pedía, le haría daño.

—¿Y qué quiere que hagas?

Sacudí la cabeza, desesperada.

—No lo sé. No lo dijo.

David frunció el ceño, su expresión sombría.

—Esto no tiene sentido. Matthew no es el tipo de persona que actúa sin un propósito. Está jugando contigo, Sarah. Quiere que entres en pánico.

—¡Pues lo está logrando! —grité, levantándome de golpe. Mi cuerpo seguía temblando, pero la ira comenzaba a ganar terreno en mi interior—. No puedo quedarme aquí sentada mientras Harper está en peligro. ¡Tengo que hacer algo!

—Y lo haremos, pero con la cabeza fría. Primero, intenta llamarla otra vez. Tal vez... tal vez podamos averiguar algo.

Con manos aún temblorosas, marqué el número de Harper. El teléfono sonó una vez, dos veces... y luego fue directamente al buzón de voz.

—No... no puede ser... —susurré, el pánico regresando a mi pecho como una avalancha.

David permaneció en silencio, observándome. Sabía que estaba pensando, planeando algo, pero no podía esperar más.

—Voy a buscarla —dije, dirigiéndome a la puerta.

—¿Y adónde irás? No tienes idea de dónde puede estar.

Me detuve, la realidad de sus palabras golpeándome como un balde de agua fría. No tenía un plan, no sabía por dónde empezar. Solo sabía que Harper me necesitaba, y que yo estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para salvarla.

David se acercó a mí, su voz suave pero firme.

—Lo resolveremos, Sarah. Pero primero, necesitas pensar. Por favor, confía en mí.

Respiré hondo, intentando calmar el caos en mi interior.

—Está bien. ¿Qué sugieres?

David me miró con determinación.

—Primero, necesitamos encontrar a Matthew. Y para eso, necesitaremos ayuda.

Asentí lentamente, aunque por dentro me sentía al borde de la desesperación. ¿A quién podría acudir? El recuerdo de Violett cruzó mi mente. Ella era lo más cercano a una experta que tenía en esta situación. Si alguien podía ayudarme a enfrentar a Matthew y salvar a Harper, era ella.

—Violett... —susurré, más para mí misma que para David.

—Sí, Violett podría ser nuestra mejor opción. Tiene los recursos y la experiencia, y también conoce a Matthew mejor que nadie —dijo David, su voz ahora más calmada—. Pero, Sarah, esto no será fácil.

Tomé mi teléfono y busqué su número entre mis contactos. Hacía mucho que no hablaba con ella, pero esperaba que no me rechazara, no ahora. Mientras marcaba, mi corazón latía con fuerza.

El teléfono sonó una vez, luego otra. Temía que no respondiera, pero entonces su voz firme y tranquila llenó el silencio.

—Sarah, ¿qué ocurre? —preguntó Violett, como si ya supiera que algo estaba mal.

Las palabras salieron atropelladas, cargadas de miedo y desesperación.

—Es Matthew. Escapó de prisión y... y tiene a Harper. No sé qué hacer, Violett. Estoy perdida.

Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea, pero pude sentir la tensión.

—¿Dónde estás ahora? —preguntó, su tono aún firme, pero con un toque de urgencia.

—En casa —respondí, mi voz apenas un susurro.

—Quédate ahí. Estoy en camino. Y, Sarah, asegúrate de que todas las puertas y ventanas estén cerradas. No tomes ningún riesgo, ¿entendido?

—Sí, entendido.

Colgué y miré a David, quien asintió con aprobación.

—Bien hecho. Ella sabrá qué hacer —dijo, pero algo en su expresión me pareció preocupado.

Mientras esperaba, revisé cada cerradura, asegurándome de que todo estuviera sellado. Mi mente seguía corriendo, repasando todas las posibilidades, todos los horrores que Matthew podría estar infligiendo a Harper en ese mismo momento.

David permanecía cerca, observándome con atención.

—Sarah, esto no es tu culpa. Tienes que recordar eso.

—¿Cómo no va a ser mi culpa? —respondí, girándome hacia él con los ojos llenos de lágrimas—. Todo esto comenzó por lo que pasó en el crucero. Si yo no hubiera estado allí...




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