Ag Los Guerreros

PARTE 1 - LA FRONTERA ZELEG.

                                                            LAS FRONTERAS ZELEG

 

 

   El Libro AG muestra a la raza Zeleg, muy parecida al ser humano, la cual es la base de esta historia. Estos alegres y pacíficos seres, al lado de otros personajes peculiares, le dan un sabor especial a este planeta tan parecido, a nuestra amada Tierra. Su hogar se llama: Planeta Agua.

 

   La comarca Zeleg está situada en medio de la enorme y espesa selva tropical. En sus fronteras se encuentra el Bosque Mágico, o Bosque Oscuro, lugar donde habitan seres mágicos y poderosos. En otra colindancia, se halla el Pantano de la Muerte, donde sus habitantes son oscuros. También está el límite del valle de Fuego: zona con caminos de fango hirviendo, géiseres con olor a azufre, aunado a un fuerte calor, haciendo el camino casi imposible de transitar. Todas estas zonas crean una muralla natural, aislando a los Zeleg de otras criaturas y peligros más allá de sus fronteras.

   Casas de madera y adobe conforman la comarca. Pintadas de colores vivos, que combinan con el hermoso color natural de sus columnas y marcos de madera. Las calles son de tierra, empedradas o de pasto silvestre. Los árboles frutales en las orillas, dan un toque especial a esos caminos, donde vemos a menudo a los pequeños Zelig (los niños y niñas Zeleg) trepar entre risas y juegos, y con mucha habilidad, en busca de los deliciosos frutos.

   En la orilla del poblado hay un árbol de descomunal tamaño y grosor, llamado Gigante, que le da una belleza especial a ese lugar pintoresco. Se cuenta que los Zeleg cansados de ser nómadas y al ver una señal del universo, decidieron establecerse en un lugar con enormes cascadas que parecen alas de ángel. Simbólicamente, colocaron la semilla de Gigante, quien hoy es el árbol más grueso y gigante de toda la selva; dicen que fue un regalo de un ser con magia que habita el Bosque Mágico. Su descomunal tamaño lo alcanzó en solo seis meses.                                                                          

   Aprovechando el enorme grosor, los Zeleg han acondicionado la parte más alta como mirador a las estrellas: allí, varios habitantes de la comarca suben con sus parejas, amigos, hijos, a deleitarse de las maravillas celestiales. En grupos cuentan historias de los seres que habitan el bosque mágico, o cuentos de terror que hablan del Lado Oscuro y Pantanoso. Sus reglas marcan que nadie puede ir más allá de sus fronteras. Muchos árboles y en especial Gigante, se llenan de Zeleg cuando salen las seis lunas. La más grande de ellas, y última en salir, es de color rojo. En ese momento, los Zeleg se llenan de una extraña energía; al tocar los árboles, les brotan chispas que les dan cosquillas y hacen suaves chasquidos, erizándoles el cabello. Ese acontecimiento, sucede tres veces al año y es de los más esperados. Todos los Zeleg en esa especial noche, se maquillan de diferentes formas, sobresaliendo el color, negro, rojo y blanco. Los pequeños rayos de energía se ven en todo árbol donde se haya algún Zeleg.

 

En las partes más frías y altas de las montañas de nevadas, habitan los Guargo: seres de tres metros de altura que se mimetizan con sus colores blancos plateados y peluda piel, y se alimentan de plantas y nieve. Son territoriales con los intrusos, viven en manadas.

   Su religión de los Zeleg es amar al universo, dar gracias a la naturaleza, y ayudarse mutuamente para que la comunidad salga adelante.

 

 

                                                                  LIBRO BLANCO O PRIMERO

 

 

En el campo de cultivo, Eveun, una hembra de dieciséis años, de cabello negro, largo y grueso, echa frutos a su canasto. Se limpia el sudor de la frente con la mano, deja sobre la milpa su sombrero de paja y, a gatas, se escabulle entre la cosecha. La pequeña traviesa sale del lugar de siembra con pequeñas risas y echa a correr. Al otro extremo, su gemelo Copa, un poco más alto que ella, mira lo que hace, se rasca la cabeza y susurra:

“Ahí vas de nuevo”.

   Eveun llega corriendo a un enorme árbol, se tira en el pasto bajo su sombra y da vueltas disfrutando el momento. Se recuesta en el tronco, cruza los pies y saca de su pequeña mochila de piel un fruto y lo come mirando al cielo azul y despejado. Los tres soles brillan al lado contrario de donde ella observa. Copa le sale de improviso pegando un grito. Eveun da un pequeño reparo ante la sorpresa.

   —Me va a dar un infarto. Es más difícil escapar de ti que de la luz de los tres soles.

   —Tú los has dicho —asiente Copa mientras se recuesta a su lado y le quita un fruto de su bolsa.

Mientras come, Copa mira la pradera enorme y verde que se alarga hasta encontrarse con robustos robles y laureles, entre otros ejemplares endémicos del lugar.

   —Sabes que siempre te cuidaré hermanita, así que te callas. —Copa avienta el hueso y saca el último fruto.

   —Traje sólo tres Uvoquis y ya te comiste dos. Eres muy encajoso.

   Copa hace caso omiso y sigue mirando el horizonte verde. Animales diferentes a los del planeta Tierra, se ven por manadas, pastando.

   —Nos van a castigar por abandonar nuestras obligaciones —dice Copa limpiándose la boca—. No sé por qué siempre caigo en tus locuras.

   —¿Quién crearía la hermosa y perfecta vida? —expresa Eveun, embelesada ante el panorama—. Poco recuerdo de nuestros padres.

   Eveun da un suspiro.

   —Deben estar felices y orgullosos al vernos desde las estrellas. Como deseo haberlos conocido más.

   —También yo hermanita… también yo.

 

 

El cielo y paisaje nocturno es iluminado, una y otra vez, por los poderosos relámpagos de la tormenta que cae en la selva Zeleg. Los estruendos se escuchan a kilómetros. Los árboles se mueven con rudeza a capricho del fuerte viento.    




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