La impresión me deja sin palabras, inmóvil hasta lograr procesar lo ocurrido, y lo único que hago es corresponder su abrazo. Con aún más fuerza, intensificándolo y llorar en su hombro hasta sentirme mejor.
Él me consuela y se queda a mi lado en todo momento, acariciando mi cabeza. Intentando molestarme, me despeina y me despego para mirarlo.
—Me dejarás aún más fea—le digo.
—Eso es imposible, ¿Ya te viste en este momento? —se burla.
—¡Tonto! —lo empujo ligeramente, indignada.
Haciéndome reír, ambos sonreímos en conjunto, aún juntos en el escondite debajo de la escalera.
Nos separamos, recoge la caja y me la entrega. La miro con inquietud y después lo miro a él.
—Tengo una solución para que esta caja sorpresa vuelva a verse feliz. Sostenla—me indica y con delicadeza la sostengo.
Es una pequeña caja negra con brillos plateados, figuras de planetas y un moño colorido, tornasol.
Abre la caja, quitando la tapa y después busca en el desordenado contenido lo que parece un empaque de calcomanías. Las destapa y despega una de un sol para ponerla en la parte dañada de la caja, hace lo mismo con otra de una nube. Cubriendo el papel rasgado.
—¿Qué haces? Intentar ocultarlo no funcionará a mejorar el aspecto, seguirá estando dañado por debajo—interfiero.
Niega y después despega otra.
—No intento ocultarlo, simplemente estoy uniendo las partes rotas. Resaltarlas, más que ocultarlas.
—No entiendo—le digo confusa.
Se acerca y me pega una calcomanía en la mejilla, haciéndome tambalear la caja que sostengo.
—¡Oye! —me quejo y a la vez me da gracia.
—Necesitas esa oscuridad para poder brillar con más intensidad—sonríe y me limpia las lágrimas. —Ahora es un arcoíris—apunta a la calcomanía que me acaba de pegar.
Me quedo sin palabras. Se levanta y me ofrece su mano.
—Dahaek-Ho—le hablo, haciéndolo esperar. —Gracias—le sonrío genuinamente.
Sonríe y asiente.
Aprovecho al tomar su mano y levantarme, agarro una calcomanía al azar y se la pego en la frente para después tumbarlo e irme corriendo divertida, dándome ventaja de escapar.
—¡Gracias por esto también! —me burlo.
—¡Alto, no debes ser tan brusca! ¡Te vas a lastimar! —advierte mientras se pone de pie llevándose la caja, intentándola guardar en su mochila.
Se queja mientras me persigue con su calcomanía de tulipán en la frente.
...
Nos escapamos de la escuela sin ningún arrepentimiento, nos escondimos y después corrimos hasta lograr nuestro cometido. En todo momento Dahaek-Ho me sostuvo del brazo, previniendo estar lo suficiente lejos para andar en conjunto y que no me vuelva a lastimar.
—¿Estás seguro que nadie nos vio? —le pregunto mientras intento calmar mi respiración.
Asiente.
—Nos escabullimos por la puerta escondida que dijiste, si alguien conoce mejor la escuela y sus pasadizos, esa eres tú—me responde con la respiración un poco agitada.
Sonrío y asiento.
He estudiado donde mismo por todos estos años, tiene sus ventajas y desventajas, respectivamente. Aunque nunca me había escapado durante clases, no sé qué esperar de esto.
—No dije escondida, dije que era la puerta de conserjería, al lado del cubículo de limpieza que nadie puede acceder.
—Ahora estamos nosotros aquí—vacila.
—Seremos una excepción—me alejo y cruzo, él sigue mi ritmo y al alejarnos unos cuantos pasos me llama.
—¿Quién te enseñó esta técnica? —pregunta burlón.
—Thea, cuando estábamos en cuarto grado y nos tocó el aseo—le digo sin más con una sonrisa amarga, un instante después de ver cambiar su expresión miro al suelo y cuando vuelvo a subir la mirada está frente a mí.
—Vamos—pide mi mano y mientras espera mi respuesta, me sonríe.
Mi corazón late rápidamente y sin saber qué esperar ni decir, acepto nerviosa.
Nos dirigimos por el camino contrario y al preguntarle a dónde nos dirigimos, se queda en silencio y sigue guiándonos a un destino inesperado. Atravesamos las calles y sin tener ni una pista, me dejo llevar, sonriendo levemente al mirarlo optimista.
Quedando frente a una tienda de conveniencia, nos detenemos y me mira fijamente, inclinándose un poco.
—Rápido, dime tres palabras—me pide y sin dudar le digo lo primero que se me ocurre en un tiempo récord, siguiendo su petición:
—Comida, tranquilidad, arcoíris.
Sin cuestionar, seguimos mirándonos con una sonrisa confidente, asentimos y me guía adentro de la tienda.
—¿Qué haremos? —le pregunto con más dudas que respuestas.
—¿Confías en mí? —me devuelve con una pregunta.
Elevo los hombros como diciéndole "supongo" y vacilando un poco.
#2422 en Novela romántica
#788 en Chick lit
#858 en Otros
#292 en Humor
comedia romantica, k-drama y romance, romance escolar drama comedia
Editado: 21.02.2025