Agridulces reencuentros

Capítulo 2. El amor que perdimos.

Jason

Últimamente he leído acerca de cómo la vida va a su ritmo, que cada persona tiene su momento, por lo que, uno no está atrasado ni adelantado para hacer las cosas, cada uno está a su tiempo viviendo su vida, entonces ¿Por qué me siento atascado en esta vida?, curiosamente al mismo tiempo siento que la vida pasa, sin mi, pero pasa, veo a mis amigos viviendo aventuras, viviendo momentos que se supone a esta edad “todos” deberíamos estar experimentando, teniendo la vida que siempre imaginé que yo tendría a esta edad, lo único diferente es que yo no lo estoy viviendo, al contrario estoy sufriendo, estoy ahogado en un mar, en parte deseo culpar a Daina, por dejarme aquí solo, pero todos sabemos que no fue su decisión o al menos eso me gustaría creer, porque juró por Dios que si algún día nos volvemos a ver y me enteró que no luchó por mí, por nosotros, jamás se lo perdonaría.

Estoy aquí tirado por miedo, siendo incapaz de continuar con mis planes, lo intento, sin embargo, no veo resultados óptimos, cada día me despierto con la esperanza de que mi realidad sea diferente.

Me gustaría pensar que esto es porque mis metas son diferentes, porque no deseo lo mismo que antes, a la misma vez me cuestiono ¿Yo debería estar haciendo lo mismo que todo mundo?, siento que me pierdo de esos momentos supuestamente especiales, también me pongo a pensar tal vez los demás no han pasado por lo que yo he pasado, claro cada quien tiene sus problemas, a diferencia de ellos los míos, mis problemas emocionales y mentales, si me frenaron, el barco de la vida sigue zarpando y ella se fue a bordo de la misma manera que haberla perdido me hundió.

Nadie me advirtió de este sentimiento, nadie me preparó para perderte y ahora se supone que siga con mi vida como si nada; El frenar tu vida por cuestiones emocionales y mentales es complicado, por una parte sé que continuar y superarlo es la mejor decisión para mí, pero al mismo tiempo sentir que no avanzó, que nunca olvidaré esto, me consume lentamente.

La situación hizo que Jason no volviera a la pastelería como acostumbrada, si bien ayudaba al señor Carlos a continuar con su tratamiento, las visitas eran ocasionales en el hospital y en el patio de la casa, ya que, entrar a la casa de Daina despertaba tristezas que no podía controlar. La mayoría de las tardes Jason caminaba por el parque y se sentaba en la banca, era muy común verlo llorar mientras miraba los rosales, de vez en cuando Susan lo acompañaba y le llevaba ricos postres, eso sí nunca se atrevió a llevarle una sola galleta, prefería no abrir esa herida.

Aquella tarde era cálida, el otoño ya casi llegaba por lo que algunos árboles se miraban tristes y opacos, se cumplía un año desde la pérdida de Daina.

Jason y Susan la visitaban en el cementerio, para sorpresa de ellos el césped a su alrededor seguía verde aunque los árboles ya no. El rosal rojo que había dejado Jason lucía como si nunca se hubiera marchitado, más bien era que cada semana el joven lo cambiaba por uno nuevo. El día no se podía tornar más melancólico hasta que Jason decidió pasar al parque, deseaba sentarse en la banca, necesitaba sentirse cerca de su amada, Susan lo acompañó más tiempo al verlo más triste y melancólico que de costumbre.

—¿En qué tanto piensas?. Preguntaba Susan, Jason sin decir ninguna palabra solo movía su cabeza negando. —Creo que a ella le gustaría que siguieras con tu vida. Volvía a hablar Susan, intentando buscar una manera de levantar su ánimo, pero nada funcionaba, él permanecía callado con su desplante de nostalgia.

—..

—Jason, sé que es difícil, pero ni siquiera has vuelto a la pastelería. Volteandose para verlo a los ojos y tomar su mano.

—No puedo, volver allí es volver a recordar, el solo hecho de entrar a ese lugar, pasar por donde ella paseaba, me lo recuerda, me recuerda que ya no está. Contestaba Jason, dejando salir algunas lágrimas.

—.. Esta vez Susan no respondió nada, dirigió su vista hacia el lado opuesto, recordando que en efecto, su amiga ya no estaba.

Jason al darse cuenta, inmediatamente reaccionó, —Lo siento, sé que estás todo el tiempo allí y que sientes lo mismo.

—No te preocupes, todos estamos iguales, recuerdas que ella era tan especial para todos como lo fue para ti, lo importante es saber cómo vivimos ese duelo, el estar en la pastelería me recuerda que puedo conectar con ella a través de sus pasiones. ..¿Has pensado en que hacer?, ¿seguirás aquí en la ciudad?

—No

—¿Volverás a Inglaterra?

—No.

— ¿Harás lo que tú padre dice?..

Jason se quedó en silencio, evitando su mirada.

—Por tu silencio asumo que sí. Admitía Susan un poco decepcionada.

—Está mal, ¿cierto?

—¿Importa lo que yo crea?, porque si es así, en parte sí está mal… Está mal no amar a alguien y casarte porque tú padre quiere, por otro lado, tienes derecho a seguir tu vida, enamorarte.

—Si no pude enorgullecer a ella, al menos puedo intentar enorgullecer a mi padre.

—Sabes que si lo hiciste. Si esa es tu decisión, solo puedo apoyarte.

—Gracias.

—Además me contarás cada una de las cosas que hagas allá, como tú mejor amiga te apoyaré y si ella te rompe el corazón, yo le rompo la cara.




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