Julio 17 2003

Eran las diez de la mañana y hubo un pequeño golpe, me levante del sofá y salí revisar el golpe, había un periódico envuelto en cinta roja y estaba un poco arrugado, lo desenvolví y me senté a leerlo era 17 de julio de 1973, y en la página de la mitad de este había un ojo, Aurora y en mis ojos se repasó la espantosa escena que se le había encontrado, pensé que iban detrás de mí, por venganza de no haberle dejado terminar su trabajo con Karla, pero algo dentro de mi cabeza, me sacaba esa idea ya que las victimas hasta ahora solo habían sido mujeres, decidí recogerlo de la mesa y refrigerarlo, estos últimos días me han hecho más fuerte, el ojo es lo más normal que he vivido en este achacado pueblo, lo guarde y observe a una pequeña vestida de rosa, con unas trenzas en su delgado cabello rojizo, una delicada piel color blanco y unas pintas rojas en sus mejillas por jugar debajo del sol, que hoy azotaba, la vigile por media hora o más hasta que se aguardó en casa, pensaba en Aurora, Karla, Mafe y mi hermana. Sin pensarlo dos veces como una corazonada, baje a ver el periódico y me fije en un pequeño titular en la esquina inferior derecha, de un color verde pero estaba borroso, lo detalle y era la muerte de una mujer de 30 o quizás más, hablaba de que había sido un accidente, la mujer estaba demente o eso decían varios testigos encontrados, la historia tomaba dos páginas y era un clásico articulo amarillista y sobrevalorado de Colombia, me disgustaba leer artículos con nombres tan llamativos escandalosos y exagerados, sin embargo tenía curiosidad y un buen presentimiento, cuando fui interrumpido por una pelea familiar, la madre tenía en manos a la pequeña vestida de rosa y corría desesperada con un solo objetivo, huir y no de la asesina si no de su marido, que la perseguía con gran habilidad para estar borracho, no era la primera vez que sucedía, todos los vecinos lo sabían y sin embargo nadie se atrevía a intervenir o a llamar al policía de la zona, viendo que cualquier día ella o su hija iban a terminar muertas, dejando el caso impune como el de mi pequeña hermana. 

Estuve observando la escena hasta que mi madre abrió la puerta y le permitió entrar, le brindo una taza de té caliente, y la cara de la niña lucia pálida, sin color alguno y en su frente escurría un sudor frio que le hacía lucir brillante como la punta de su nariz, y sus mejillas estaban cubiertas de lágrimas, su pequeña boca temblaba y mi madre subió al cuarto de mi hermana por una cobija, la cubrió con cariño y sus ojos se notaban aguados, volvió con la señora, cogí el periódico con cautela sin que mi madre lo viera y subí a mi habitación. El señor seguía buscando a su mujer, recorría en círculos hasta caer.

Trate de leerlo pero mis ojos me ardían y por ello lo escondí bajo el colchón de mi cama, y trate de dormir pero me era imposible hacerlo así que baje a la cocina a comer algo, mi madre consolaba a esa pobre mujer, cuando iba subiendo mi madre recomendaba alejarse del señor, la señora decía que no podía se escuchaba desesperada y se recogía el cabello con las dos manos, fruncía el ceño y miraba con rabia a la niña mi madre le sobaba la pierna derecha, mientras ella sorbía el pocillo que en verdad ya no tenía té, mi madre alzo a la niña y la llevo a su cuarto, y le ofreció la cama a la señora, ella se levantó y salió corriendo, mi madre la diviso hasta que su figura se perdió en la espesura del bosque, subí despacio las escaleras para que mi madre no sintiera mis pasos, me senté en mi cama y en menos de cinco minutos llego a mi habitación a contarme lo sucedido, la mire y le dije- la niña -, ella me miro y bajo a verla, me recosté y me voltee hacia la derecha y ,me quede dormido. Me levante por unos golpes en la puerta y el desesperante llanto de la pequeña.