Ahogados ©

2. Hogar dulce hogar

 Trevor últimamente está viniendo muy seguido para estar con Mailen. 
Le trae helado, ven películas, hacen... sus cosas (nunca los escuché, pero es obvio cuando Mai cierra la puerta de su habitación) 
Mientras tanto, Isaac por ahí me manda un mensaje, o por ahí viene a visitarme, pero no hacemos nada divertido. 
Y no es que compare relaciones, es más bien... bueno si, puede que compare un poquito. 
Dentro de unos días termino mis sesiones con Judith y al fin hablaré con Isaac para volver a casa, además la extraño mucho a Lizzie.

—¿Pesadillas? —dijo Judith mirándome por encima del marco de sus lentes.

—No, las respiraciones antes de dormir me han ayudado muchísimo —dije sonriente —Y ya me siento con muchas más energía, nose siento que progresé bastante.

Ella asintió lentamente mientras anota un par de cosas en su cuaderno —Y dime, ¿cómo están mis chicos?

Reí por lo bajo —No te mentiré, un poco molestos porque no fuiste a su “cumpleaños sorpresa”. Theo es el más ofendido, Ben no tanto.

Ella sonrió de costado —Theo, ¿por qué no me sorprende? Desde pequeños, el siempre fue el más rencoroso y fácil de ofender —dijo mirando un punto perdido —Cómo sea, no los culpo. No debí haber faltado un día tan importante para ellos.

—Tú puedes estar todo el tiempo que quieras con ellos, un día no hace la diferencia. Lo importante es estar para cuando te necesitan —alcé mis hombros —Así que no te carcomas la cabeza por una culpa que no existe.

—Gracias Gabi, aún así trataré de compensárselos —suspiró profundamente y pude notar ciertas ojeras debajo de sus lentes.

—¿Mucho trabajo? —dije con una mueca, pareciera que ésta mujer no descansa nunca.

—Si, estoy con un nuevo proyecto. Ya lo verás, hasta ahora todo va bien —apretó sus dientes reteniendo sus emociones —Va a ser una linda sorpresa cuando vean en lo que estoy trabajando...

—Supongo que ésta será nuestra última sesión ¿verdad? —dije cortando a la mitad el entusiasmo, de lo que me estaba contando. La conozco tan bien, que sabía de la interminable charla que me esperaba de su trabajo y como disfruta en hacerlo.

—Si, Gabi. Última sesión —dijo en un dulce tono de voz.

—Judith, no tengo palabras para decirte lo agradecida que estoy, por toda tu ayuda en éstos meses.

Suspiré profundo sientiendo un poco de orgullo propio. 
Me puse de pie y arrimé la silla a su escritorio. 
Y antes de irme, la miré por unos segundos. Le sonreí, y traté de transmitirle todo mi agradecimiento. 
Ella estuvo conmigo en mis noches de soledad, me abrazó y me alejó de los miedos que estaba viviendo. Me sostuvo la mano diciéndome que todo iba a estar bien, que iba a poder superarlo. Creyó en mí, cuando ni yo misma lograba encontrarme. 
Limpió mis lágrimas y me enseñó a buscar mi fortaleza interna. Confié en ella, y fue la mejor decisión que pude haber tomado. 
Comprendió mis silencios, mis llantos, mis risas sin sentido, mis miedos, mis alegrías, y juntas pudimos dejar atrás todo ese pasado de dolor y puro sufrimiento. 
Todo eso lo encerré en cuatro paredes con una ventana en mi mente. Una ventana que sirve para espiar de vez en cuando, todos esos recuerdos feos que me hicieron la persona que soy hoy en día.

—Ya sabes querida mía, cualquier cosa que necesites, me llamas —dijo dándome un fuerte abrazo —Estoy feliz, de verte mejor y más fuerte. Ahora ve, no quiero retrasarte —me guiñó un ojo y me compartió una vez más aquella sensación maternal, que tanto aprecio de ella.

Apreté mis labios y salí con una sonrisa imborrable de mi rostro. 
Me subí al auto, y supe de inmediato a donde tengo que ir. 
No creo que Isaac se acuerde que hoy era mi última sesión, por lo que iré a sorprenderlo. 
Un nudo en mi estómago, fui corriendo hasta la puerta de su apartamento, y toqué un par de veces.

—¿Quién es? —se sintió la voz de la pequeña Lizzie.

—¿Acaso no reconoces mi voz? —dije llevando las manos a mi cintura y cambiando mi tono de voz a un poco más grave.

—Hola Gabi —dijo mientras abre la puerta de par en par.

La miré un poco impactada —Lizzie, ¿Cómo es que...

—Cada vez que te enojas con Isaac, hablas así de igualito —dijo mientras corre hacia el sillón y continúa viendo Bob Esponja.

—¿Y tu hermano? —dije sonriendo de costado.

—Está durmiendo, si quieres busco un vaso de agua fría —dijo en un tono divertido.

Largué una carcajada —Tranquila, eso lo dejaremos para otro día.

Ésta se encogió de hombros sonriendo. 
Fue de puntillas de pie hasta el borde de la cama. 
Su cabeza está debajo de la almohada, y tiene toda la sábana enredada entre sus piernas. Tapé mi boca para no emitir ningún ruido y procedí a tomarle una foto. Oficialmente crearé un álbum de él y sus extrañas formas de dormir. 
Lentamente me recosté a su lado, y al ver su espalda, comencé a hacerle caricias circulares con las yemas de mis dedos. Es como estar acariciando una pintura. 
Sentí como su cuerpo se estira lentamente, y larga un pequeño ruido entre medio de su despabilo. 
Se volteo y aún con sus ojos cerrados, me tomó de la cintura.

—Solamente una persona en el mundo es capaz de acariciarme de esa forma —dijo con su voz ronca —Y esa eres tú Patricia.

Alcé mis cejas fingiendo indignación —¿Disculpa? ¿Quién es esa tal Patricia?

—Oh Dios, niña perdón —abrió sus ojos mientras ríe —Ya sabes que Patricia se pondrá celosa cuando se entere de que tengo un amante —gruñó por lo bajo y me acunó un poco más sobre su pecho.

—Uh, ¿así que ahora somos una clase de pareja clandestina? —dije siguiéndole el juego —Si es así, también te tendré que mantener oculto de Ramón.

—Al parecer ahora estamos en presencia de un cuarto participante —frunció un poco su boca —¿Te apetece que hagamos una orgía?

—Ya no me gusta el juego —dije riendo mientras empujo su hombro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.