Ahogados ©

15. Espejos perdidos

NOELLE
 

Luego de revisar los registros telefónicos no me había percatado de la hora y en cómo Trevor había caído rendido sobre el sofá. 
Sus mejillas estaban rojizas al igual que su nariz, sus ojos estaban algo hinchados y se podían notar unas ojeras del cansancio que venía acarreando de hacía días. 
Dejé los papeles sobre la mesa y fui en busca de una manta, lo tapé y acomodé su cabeza sobre uno de los almohadones del sofá. 
Su ceño estaba fruncido y sus hombros algo tensos, me senté de piernas cruzadas en el suelo y lo observé por unos minutos. 
Sentí un nudo en mi garganta cuando noté una pequeña lágrima caer lentamente por su mejilla hasta la punta de su nariz. 
Bajé mi cabeza algo afligida y mi mentón comenzó a temblar. Tenía muchas ganas de llorar, el verlo tan mal, el ver la tristeza que intentaba ocultar todo el tiempo detrás de esa cara seria y sin vida, hacía que sintiera pena y lástima. 
¿Dónde quedó aquel chico que se reía y bromeaba todo el tiempo? ¿Dónde está la luz de su confianza? ¿Dónde estaban esos ojos azulados que brillaban al igual que un mar turquesa? 
Tapé mi boca para evitar emitir algún ruido que lo despertara y me recosté en el suelo justo al lado del sofá. Mi cuerpo temblaba en cada llanto en silencio y me abracé a mí misma intentando buscar algo de calor. 
Sentí la mano de Trevor sobre mi hombro y me quedé estática ¿Lo habré despertado? 
 


 

—Noelle, gracias. 
 


 

Mi mentón comenzó a temblar nuevamente y tomé su mano en un pequeño llanto. Su voz sonaba cansada y ronca, y lo dijo en un leve susurro como si apena pudiera pronunciar aquellas palabras. 
No supe en qué momento perdí la noción del tiempo y caí en un profundo sueño, yo también estaba cansada, entre ver tantos papeles y números por poco enloquecía. 
 


 

Un olor a café hizo que abriera los ojos lentamente, llevé mi mano al rostro al notar la claridad que entraba por la ventana. Me fijé en la hora y eran casi las ocho de la mañana, Trevor estaba rodeado de archivos y no paraba de leer y musitar números o nombres. 
Se percató de que estaba despierta y me acercó una taza de café, estaba serio pero pude notar su mirada un poco más relajada que ayer. 
 


—¿Hace mucho te despertaste? —dije bebiendo un poco del café, sentí un leve cosquilleo por la sensación amarga y caliente que bajaba por mi garganta, realmente no sé qué haría sin el café en mi vida.

—Media hora, más o menos —dijo mientras escribía en una lista de números.

—¿Pusiste encontrar algo que sirva? —me puse de pie y caminé hasta su lado, me sorprendí al ver que casi había analizado todos los números de la agenda de Barton —. Que rapidez, me podrías haber despertado y te ayudaba.

Trevor negó lentamente. 
—Necesitabas dormir.

Hice una mueca y me senté al frente de la laptop. 
—Supongo que ahora queda buscar las ubicaciones —dije conectando un programa satelital.

Trevor asintió lentamente. 
—Eran al rededor de quince contactos, pero pude reducirlo a tres —Trevor alzó una hoja en alto —. Aquí están, los demás los descarté porque los busqué y estaban registrados, éstos tres no. Y estoy seguro de que alguno debe ser Derek.

—Veamos sus ubicaciones —dije sonriendo y anotando los datos correspondientes a la búsqueda satelital.

Trevor asintió algo ansioso y se inclinó al lado mío. Aclaré mi garganta y luego moví mi cuello de un lado a otro, bufé por lo bajo algo incómoda y Trevor me miró extrañado.

—¿Qué ocurre? ¿No sabes usar el sistema? —alzó una ceja confundido.

Bajé mi cabeza resignada y tomé su hombro para alejarlo. 
—No me puedo concentrar si escucho el soplo de tu respiración en mi oído —hice una mueca y acomodé un cabello rebelde detrás de mi oreja, no sé en que estaba pensando al hacerme un corte carré.

Trevor abrió sus ojos sorprendidos y elevó sus manos. 
—Lo siento, había olvidado lo quisquillosa que eras —hizo un revoleo de ojos y tomó asiento en una silla al costado mío.

—Gracias —sonreí apretando mis labios y esta vez me concentré en la búsqueda de éstos tres números.

Sentí un pequeño suspiro y me volteé confundida. Me quedé anonadada al ver una sonrisa aparecer en el rostro de Trevor, arrugué mi frente y noté el único hoyuelo en su mejilla izquierda, sus ojos se habían achinado y casi ni se le veían, y sus mejillas se habían teñido de un suave color rojizo. 
Sentí los vellos de mi nuca erizarse, desde que volví, era la primera vez que lo veía sonreír. 
No me di cuenta de que yo también estaba sonriendo e incliné mi cabeza tratando de encontrarle la lógica a su buen humor.

—¿Qué pasa? —dije algo divertida.

—Nada, nada —negó lentamente y rió por lo bajo —. Me acordé de hace unos años atrás, recuerdos de nosotros dos con Isaac.

Y fue en ese mismo instante en donde pude ver un pequeño brillo de lo que era antes. Pude ver al Trevor que bromeaba, que reía, que se quejaba por idioteces, que sonreía sin compromisos. Puede verlo después de días y aunque hayan sido sólo unos segundos, lo atesoré en mi memoria y me quedé con la esperanza de que aún no era demasiado tarde para salvarlo de su propio odio.

—Ya están los resultados —Trevor cambió su postura al escuchar la notificación de la laptop.

Me apresuré en anotar las ubicaciones y me sorprendí al descubrir que los tres números estaban a muy poca distancia unos a otros. 
Al parecer los Laboratorios del Norte estaban entre unos silos de un campo en el medio de la nada misma. Pero eso no era lo que más llamaba la atención, sino que no estaban tan alejados de la ciudad, algo extraño ya que siempre fueron la competencia con los Laboratorios Hamilton, por lo que había una distancia entendible entre ellos. Tal vez que con la muerte de Nelson se sintieron más seguros y decidieron instalarse no tan lejos de la civilización. 
Noté los puños tensos de Trevor y pude ver que sus ojos azulados se apagaron, y sólo irradiaban ira y una sed insaciable de venganza.




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