Ahora seré tú tormento

CAPITULO 10

Mientras revolvía la salsa en la olla, Alondra no pudo evitar notar la forma en que Selene miraba fijamente la cebolla que estaba picando, como si cada trozo representara un problema de su vida.

—A ver, Selene, escupe el misterio —dijo Alondra, cruzando los brazos—. ¿Por qué tienes cara de protagonista de telenovela en su momento de reflexión dramática?

Selene soltó un suspiro, tratando de fingir indiferencia mientras sacudía la cabeza.

—No es nada… solo que mi hija sigue insistiendo en conocer a su papá, pensé que estando en este lugar dejaría esa idea a un lado — murmuró, y luego se encogió de hombros. —No sé cómo manejarlo—.

Alondra alzó una ceja con picardía. —Ah, el famoso padre misterioso — dijo con teatralidad. —Dime la verdad, ¿fue un millonario excéntrico, un espía internacional o solo un error de juicio después de demasiados mojitos? —

Selene soltó una carcajada, la primera en todo el día, mientras ponía las manos en las caderas.

—Si fuera un espía internacional, por lo menos tendría una buena excusa para desaparecer —bromeó. —Pero no, tú mejor que nadie sabes la historia, es solo que no estoy preparada para esa verdad… —

Alondra le dio un golpecito en el hombro con una sonrisa cómplice. Apoyando los codos sobre la encimera y miró fijamente a Selene, con esa expresión que siempre ponía cuando estaba a punto de soltar una verdad innegable.

—Ese día va a llegar, Selene— dijo con firmeza, dejando el cucharón a un lado.

—Y cuando lo haga, quiero que recuerdes algo, tú eres fuerte. Siempre has sido mi pilar, la roca inquebrantable en la que me he apoyado cuando flaqueo. Pero cuando ese día llegue, cuando te sientas tambaleante… Alondra tomó las manos de Selene entre las suyas y le dedicó una sonrisa llena de calidez.

—Ese día, yo voy a ser tu pilar, tu ancla. Alondra Fuenmayor Vidal no va a dejar que su mejor amiga enfrente eso sola—.

Selene soltó una risa suave, sacudiendo la cabeza con cariño. —¿Siempre tienes discursos tan dramáticos preparados o esto es espontáneo? —preguntó con diversión, aunque el brillo en sus ojos delataba lo mucho que sus palabras habían significado para ella.

Alondra se encogió de hombros con aire juguetón. —Uno desarrolla ciertas habilidades cuando vive rodeada de caos — respondió. —Pero hablando en serio, Selene, pase lo que pase, cuentas conmigo—.

Selene asintió y, por primera vez en días, sintió que podía respirar con un poco más de tranquilidad. Quizás el día de la verdad venía en camino, pero al menos no tendría que enfrentarlo en ese momento.

Alondra llegó al trabajo con la misma seguridad con la que caminaba por la vida, firme, elegante, con una presencia que dejaba claro que no necesitaba anunciar su llegada para ser notada. A pesar de que llegó solo un par de minutos antes de su hora, la encargada de RRHH ya estaba lista para ubicarla en su nuevo espacio.

Mientras recorría el pasillo, sintió la mirada afilada de una rubia más plástica que la muñecas que usaba ella cuando era niña, y otras mujeres sobre ella, era como una tormenta que anunciaba problemas. No era difícil reconocer cuando alguien estaba a punto de marcar territorio, y por la manera en que Sofía se le acercó con paso calculado, luego de que la jefa de recursos humanos se retirara y la dejara instalándose en su zona de trabajo, estaba claro que no iba a perder tiempo en hacerlo.

—Bienvenida... “nueva” —dijo Sofía con una sonrisa que no llegaba a sus ojos y un tono de voz con mucha arrogancia —Espero que no te acomodes ni acostumbres rápido a ese escritorio… porque aquí las cosas tienen su dinámica, y ya todos sabemos cómo funcionan, y no creo que dures mucho— Le dijo mirándola de arriba abajo con desdén.

Alondra sonrió con naturalidad, sin dejar que la provocación le moviera un solo pelo.

—Oh, no me preocupo por eso, ¡querida!— respondió con la misma cortesía —Me adapto rápido a cualquier entorno, y si algo no funciona como debería, bueno… siempre hay espacio para sacar e plástico que contamina y mejorar el entorno—.

Sofía frunció levemente el ceño, pero Alondra mantuvo su expresión impecable, sin una sola señal de incomodidad.

—Por cierto — continuó Alondra, con una confianza que desarmaba cualquier intento de manipulación —cuidado al acercarte a zonas extremadamente calientes, te puedes derretir, y… me encanta cuando el ambiente de trabajo es colaborativo. Nada mejor que rodearse de personas que suman, ¿no crees? —

Sofía tragó el comentario con una sonrisa tensa, consciente de que su intento de intimidación había sido elegantemente desviado. Alondra no necesitaba enfrentarse directamente; su seguridad hablaba por sí sola, dejando claro que el único territorio que iba a marcar era el suyo propio.

Y así, con movimientos serenos, continuó revisando todo su nuevo lugar, lista para demostrar que la elegancia y la inteligencia siempre ganaban la partida.

Sofía se fue con el rabo entre las patas molesta por no haber logrado dejarle claro que ella era la que mandaba ahí y manipulaba a su antojo a sus compañeros, quienes en la mayoría de veces hacían su trabajo.

Alondra observó a la joven pasante de grandes anteojos que se acercó con paso seguro y una sonrisa tímida, pero genuina.




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