Aislados

C5: Tu destino

MAYA

Tomé el borde del barandal para poder subir los escalones que nos llevaban hasta el barco. Mi madre sostuvo mi mano a un lado. Ni siquiera me di a la tarea de mirar a los demás chicos. Jugué con el anillo de caramelo entre mis dedos, sintiendo lo pegajoso que estaba; di un respingo fuerte, para no tirar más lágrimas.

Mi madre me dio un tirón cuando un hombre alto y moreno se paró frente a nosotros, mirándonos de uno a uno mientras el viento nos encapsulaba.

—¡Yo seré su líder en estos seis meses de aislamiento! —Gritó con fuerza, pero su ceño permaneció intacto—, ¡no me interesa el nombre de nadie, aquí se irán registrando como sujetos, más una letra del abecedario!

Mi mamá me apretó la mano con más fuerza cuando se percató que no estaba poniendo la suficiente atención.

—¡Espero sepan leer! —prosiguió, haciéndose para un lado para dejarnos entrar al barco.

Lo miré cuando pasé a su lado, pero su seriedad siguió siendo la misma, ni siquiera me devolvió la mirada. Escuché la sorpresa de todos cuando entraron al barco y se encontraron con un fino comedor lleno de comida. La mayoría corrió a él, tomando la comida como si se fuese acabar en dos segundos.

Incluso mi madre se acercó sigilosamente, tomando un trozo de pan. Yo me tumbé en un sofá, recargándome sobre el respaldo. Estaba muy cansada.

—Es muy sorpréndete como todo esta tan delicioso —Me dijo mamá cuando se sentó a mi lado, deleitando un trozo de algo—, come un poco, lo necesitaras.

—No quiero —musité, y cuando colocó el pan cerca de mis labios, me giré.

Sentí sus uñas clavarse sobre mi mentón, haciendo voltear con fuerza. Aprecié un leve ardor sobre mi piel.

—Deja de actuar como estúpida, Maya —dijo entre dientes, mirándome con furia—, Nora eligió ese destino, ella lo llamó, no es tu culpa, ni la mía. Ahora elige el tuyo, y no pierdas el camino por un hombre. Tú no seas tan estúpida como lo fuimos nosotras.

Y me soltó, aventando mi rostro a un lado. No pude sentirme más avergonzada cuando sentí que uno de los chicos seleccionados nos estaba mirando. No pude fingir que no me di cuenta, así que solo pasé por alto su mirada y volví a girarme, viendo el agua que estaba moviéndose conforme pasaba el barco.

No pude disfrutar nada, ni la vista, ni la comida y tampoco el aire fresco que se olía mientras avanzábamos. La mayoría lo estaba haciendo, estaba con sus familias al borde del barandal viendo el agua en movimiento.

Ahora quisiera vomitar. Me recargué sobre un cojín suave del sofá, sintiendo que el sueño me comenzaba a vencer.

 

 

DYLAN

Todavía no habíamos avanzado ni media hora y mi padre ya se había embriagado con todo el licor que el barco ofreció. Lo vi haciendo chistes malos con el acalde mientras este intentaba ignorarlo. Para mí fue mejor ni acercarme, me estaba muriendo de la vergüenza.

—¿Y a ti qué te pasó en la cara? —inquirió un chico, con burla.

Sonreí, sin querer parecer un tonto. Pero ni siquiera recordaba la golpiza que mi padre me había propinado, aunque mi madre intentó disminuir el golpe con hielo, este no se borró en nada.

—Caí —repuse, pero el chico estaba demasiado divertido al respecto.

Miré alrededor, todos estaban con su familia. Excepto él y yo.

—Yo he venido sin mi viejo —habló mirando al mío, mientras seguía empinándose las copas—, son una lata ¿no?

Asentí.

—Él me siguió hasta el barco, alguien le dijo que habría licor gratis —añadí, señalándolo con la cara.

—Cuando gané este maldito programa, me iré solo, no me llevaré a nadie —confirmó—, mis padres nunca me quisieron, y yo, jamás los tomaría en cuenta.

Dio un golpe sobre mi hombro, dando un asentimiento para ir a la mesa de bocadillos.

Suspiré.

—¡Atención! —medio gritó el que dijo ser el líder; todos nos acercamos, dando zancadas—, esperemos a todos —murmuró con disgusto, señalando una chica que parecía dormir una siesta.

Su madre giró los ojos, tomándola con fuerza para levantarla, ella se asustó, mirándonos a todos reunidos, que ahora la mirábamos.

Al principio parecía desconcertada, pero pronto puse su cara con seriedad.

—Si el sujeto está cansado, es mejor volver a casa —Le atacó el líder, aunque la chica parecía indiferente—, no la he visto con ganas el día hoy.

Su madre abrió la boca para contestar, pero el líder levantó una mano para hacerla callar.

—Que hable ella, o acaso es muda —murmuró este, mirando a la chica.

—Me importa una mierda su programa —contestó ella, provocando unas risas entre los chicos.

El líder levantó una ceja a su dirección, su madre parecía muy molesta y vi que la tomó con fuerza del brazo, por atrás.

—Es mejor que comience a tomarlo en serio, señorita, esto no es un chiste para mí y le aseguro que para ninguno de sus compañeros —La reprendió—, tómelo en serio, o no estorbe.

La chica no contestó nada, simplemente se cruzó de brazos mientras su madre le decía algo al oído.

—Como decía, no me interesa sus nombres, ni sus edades —continuó el líder, mirándonos a todos—, ahora mismo ustedes son sujetos y valen lo mismo. Pasaran de uno en uno, tomando un papel para determinar su letra, y apuntar a quien se llevaran al otro lado si es que pasan el programa.

Todos hicieron una fila, y la chica anterior se formó muy a regañadientes, siendo empujada por su madre. Sentí el agarre de mi padre cuando era mi turno de pasar, este se acercó con su hedor asqueroso.

—Escógeme a mí, Dylan, o te juró que los mataré a ambos —sentí un peso sorpréndete sobre mis hombros, y el miedo se apoderó de ello.

Me jalé de su agarre cuando este me miró con furia.

—Hola, ¿estas contento por ser seleccionado? —preguntó la mujer frente a mí, y le di la mejor sonrisa.

—Lo estoy —confirmé.

—Escribe el nombre de la persona que ira contigo, y saca un papel del cristal —señaló una urna de cristal con papeles doblados en cuatro partes, tomé uno sonriéndole.




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