¡Ploc!
La calmada respiración se vio interrumpida ante el sonido estruendoso, causando un sobresalto que tenso los músculos entumecidos por la falta de movimiento.
¡Ploc!
Con pereza giro su cuerpo hasta quedar boca arriba, sin la intención de abrir los ojos, deseando volver a conciliar el sueño confortable y profundo en el que se encontraba.
¡Ploc!
Un bufido de desesperación escapó de su garganta, pero aun negándose a despertar del todo solo recargó su antebrazo sobre el rostro y se quedo inmóvil. Paso poco tiempo antes de que la respiración volviera al ritmo anterior permitiendo que el cuerpo se relajase de nuevo.
¡Ploc!
"¿Ahora de donde chingados está cayendo agua?"
De pronto un escalofrió recorrió lentamente su cuerpo de los pies a la cabeza y los vellos del cuello y brazos se erizaron.
Era el sonido de gotas de agua cayendo sobre una superficie, no era algo desconocido, pero no tenía sentido escucharlo en ese momento.
Con premura abrió los ojos y bruscamente se sentó sobre la superficie donde estaba recostado, arrepintiéndose de inmediato al ser invadido por el mareo propio de esta acción repentina.
Sus ojos tardaron en adaptarse a la luz del entorno, pero en cuanto pudo enfocar su alrededor un nudo en la garganta se formó. Impidiéndole respirar de forma optima, ligero temblor comenzó a invadirle las extremidades y pequeñas gotas de sudor empezaban a nacer en su sien.
"¿Qué carajo?"
Blanco, fue la primera palabra que se le vino a la mente.
Cuatro paredes comprimidas de este color, de apariencia lisa y opaca; Una puerta de tonalidad gris con una pequeña apertura rectangular; un excusado metálico con lavamanos en la parte superior y encima de este un reducido espejo incrustado a la pared era lo que tenía a su alrededor.
Sintiendo sus manos temblar, bajo la mirada observando con más detalle la superficie en donde estaba postrado; una colchoneta verde con pocos centímetros de anchura puesta directamente sobre el blanco azulejo del suelo.
¡Ploc!
Esta vez pudo localizar el origen de aquel penetrante sonido, la llave del lavamanos.
Como si una onda eléctrica le recorriese su ser, se levantó apresuradamente y caminó hasta estar frente a la puerta, sintiendo de inmediato el frio del metal al posar sus manos sobre ella. Un par de golpes con el dedo hicieron eco por todo el espacio. Dirigió su vista a la apertura, encontrándose con otra pared blanca frente a él. Un pasillo aparentemente, pero no podía estar seguro pues el rango de visión estaba muy limitado como para ver más allá de esto.
— ¿Qué está pasando? — La ronquera de su voz le sorprendió y hasta ese momento percibió la marcada resequedad de su garganta y boca. La adrenalina circulaba por su organismo bombeando rápidamente por cada extremo de su cuerpo; Sin embargo, podía sentir algo ajeno, como una especie de cosquilleo recorriéndolo en su totalidad.
De nuevo miro hacia abajo al notar el frio en las plantas de sus pies, confundido por la falta de calzado.
"¿Y mis tenis?"
Retrocedió apartándose de la puerta y tomó un vistazo más analítico a su persona. Portaba un pantalón gris que llegaba un poco más abajo de las rodillas y una camiseta de manga corta blanca de textura suave. En su brazo derecho, rodeando su muñeca tenía puesto una especie de brazalete con un código de barras impregnado.
Miró este con más detenimiento encontrándose solamente con líneas negras en la superficie blanca. Tiró del brazalete buscando retirarlo, pero el aparente plástico era demasiado duro como para ceder.
“¿Qué es todo esto?”
De pronto una punzada de dolor intenso le invadió la sien, nublándole la visión y provocando que casi se desplomara. A tropezones, llegó al retrete y uso el lavabo como soporte para mantenerse de pie.
El sonido de metal comprimiéndose llegó a sus oídos, humo y fragmentos de cristales llenando el ambiente, así como el olor a sangre que le invadía las fosas nasales. Siente dolor, voces mixtas gritando su nombre, manos sobre su cuerpo extrayéndolo del caos como un simple objeto.
Debe correr, pero no puede, su cuerpo cede y la obscuridad lo invade mientras en el fondo escucha como alguien ruega para que lo dejen.
¡Ploc!
Esta frente al espejo, puede verse, pero quien está delante de él le resulta ajeno.
Su cabello castaño está ahí, pero los usuales rizos largos habían sido recortados hasta casi desaparecer, contrario a la desigual sombra de barba que le cubre buena parte del rostro. Su piel ha sido invadida por una cicatriz reciente que recorría desde la parte superior de su ceja izquierda hasta el mentón, así como diversos pequeños cortes y moretones enmarcaban el resto de la piel.
Pero todo eso quedaba en segundo plano al fijar su mirada en sus ojos.
El color marrón presente durante toda su vida había desaparecido, al igual que el pequeño punto negro propio de la pupila; en su lugar un color azul aqua rellenaba el espacio y si eso no fuera suficiente para hacerlo estremecer, lo que en teoría debía ser su iris brillaba con intensidad, como si de una luminaria se tratase.
Un grito desgarrador paso por su garganta, mezcla del pánico y la falta de hidratación. Dio unos pasos hacia atrás totalmente aturdido y sin pensarlo se dejo caer en aquella colchoneta que lo había refugiado con anterioridad.