Ajaw y las discípulas

Intuición

—Tengo un mal presentimiento.—Exclamaba Mona mientras se miraba en el espejo.—Algo anda mal con una de las chicas. ¡Tengo que saber que es!

Salió de su habitación para guiarse un poco con la energía del jardín de su casa. Para hacerlo tenía que cruzar por la sala y ahí se encontró con Angy, su hermana que seguía enojada con ella.

—Hola, ¿sentiste algo raro con las chicas?—Preguntó Mona intentando descifrar lo que estaba pasando.

—No Mona.—Respondió muy tajante y con muecas muy groseras.—Y por favor deja de buscar pretextos. Aunque seas mi hermana ya no hablaré contigo más que para lo necesario y eso me esforzaré.

—Yo no estoy buscando ningún pretexto Angy, en verdad tengo un presentimiento que algo no anda bien.

—Bueno, si es así por favor ve a buscar la solución como siempre lo haces y está vez no te lleves a nadie entre las piernas, bye.

No dió cabida a otra respuesta pues cruzó rápidamente en dirección a su habitación.
Mona se quedó muy resentida por el comportamiento de su hermana pero poco pudo hacer, en esos momentos le preocupaba más su presentimiento antes que otra cosa.
Quería retomar su camino al jardín pero esta vez se vió interrumpida por su madre quién salía de la cocina con un delantal y las manos sucias, pues acababa de hacer la comida.

—Hola hija ¿Cómo estás hoy?—Preguntó sin acercarse mucho pues no quería mancharla de la salsa recién salpicada en su mandil.

—Estoy bien má, dentro de lo que cabe, no me puedo quejar.—Respondió un poco seca y con la mirada abajo.

—Mi niña, aún te duele lo que pasó con tu maestro ¿verdad?—Su madre no sabía en absoluto nada, no alcanzaba a entender los alcances que esa escuela y su maestro le habían brindado a sus hijas, así como tampoco sabía el peligro que habían corrido al librar la gran guerra de brujos.—Pero puedes encontrar otro maestro u otro instituto ¿No?

—No mamá, en estos momentos es lo menos que quiero. Lo que debo hacer es dar un paso adelante. Necesito solucionar primero el problema y limpiar mi nombre.

Mona tenía demasiado orgullo y no iba a dejar pasar cualquier oportunidad de limpiar su honor y el nombre de su maestro, sabía que la única forma de hacerlo y conseguir el perdón era destruir al bando oscuro, proteger al instituto y por supuesto mantener unidas y a salvo a las demás. Este último requisito se volvía cada vez más imposible pues no solo era el enojo de su hermana, también implicaba el cambio de bando de parte de Edith y la deserción de Rachel.

—¿Qué clase de problema tienes para que te pongas así hija mía?—Preguntó con desesperación su madre mientras se llevaba las manos al rostro en señal de preocupación.—¿A tu edad y pensando que la vida y los problemas no tienen solución?, ¡Que mala madre debo de ser para permitir eso!

—Tú no eres mala madre.—Se acercó para darle un beso en su frente.—Pero todos cometemos errores y está vez tengo que solucionarlo yo sola, es parte de la vida mamá.

—Que madura y grande te has vuelto hija.—Dijo con mucho amor y mirándola con orgullo.—Sabes que cualquier cosa no la debes cargar sola, aquí tienes a tu familia. Tu hermana y yo no te dejaremos sola.

Mona no pudo más que verla con una sonrisa un poco triste, de esas que se convierten en una máscara intentando ocultar la realidad. Ella sabía y le dolía que su hermana la hubiera abandonado y sentía muy lejano el momento de una reconciliación.

—Voy al jardín mamá.—Dijo sin más remedio que retomar lo que quería hacer.

Salió caminando por la puerta corrediza y cristalina. Al cruzarla se encontró con un pasto muy poco largo, uno que albergaba en su centro varias flores y plantas formando así un hermoso espacio verde.
Caminó lentamente apreciando la hermosura e intentando olvidar por un momento la culpa y los males que daban vuelta en su cabeza. Recordó también un poco de las enseñanzas de Ajaw, que siempre decía que la naturaleza era uno de los más grandes vínculos energéticos de un brujo. Mona se sentía cómoda con esa situación pues las plantas siempre le daban paz y por ende mucha concentración.
Se detuvo justo en el centro, ahí donde las flores rosas deleitaban con su olor y su color a cualquier persona. Cerró los ojos y comenzó sus respiraciones.
Entró en una especie de trance con el cual se conectó con su interior y a la vez con el exterior, se convertían en uno mismo abriendo un camino energético con muchas ramas y ahí se podía seguir alguna.
Mona se conectó con la energía de sus amigas y las siguió pero estaba tan desconcentrada e inestable con sus emociones que no pudo llegar más allá de un tramo pequeño. Necesitaba ir más al fondo para extraer la información que deseaba.

—Es imposible.—Dijo suspirando al abrir los ojos.—Me hace falta concentración, mi aura está muy cargada de culpa, ¡Necesito aliviar mi espíritu!

Después de eso se recostó en el pasto boca arriba y ahí se dispuso a ver el cielo para encontrar un poco de reflexión.
El cielo estaba muy hermoso, azul claro casi en su totalidad, con extensas y gruesas nubes que bailaban por el aire. El Sol estaba dando su mayor esfuerzo por iluminar pero también por calentar. Se sentía rico en la piel durante unos momentos pero después se volvía un poco incómodo el resistirlo en la misma posición por mucho rato sin moverse de ahí.
Mona no resintió esto y se quedó un buen rato acostada sin importar broncearse un poco. No había sombra alguna que le protegiera ni tampoco algo para hidratarse, pero su mente era mucho más fuerte al concentrar el dolor en otra parte de su cuerpo, la conciencia de los recuerdos.
El reino de los brujos estaba cambiando constantemente siempre en busca del poder. Aún los brujos blancos del instituto querían el poder para nunca más ser atacados y ser ellos los que decidieran el rumbo de la magia. Pero algo para lo que nadie estaba listo era para aceptar que el poder corrompe y que se necesitaba una madurez mental para controlarlo y no ser una víctima más de sus redes.
Ese nivel era algo que solo muy pocos brujos de la historia habían logrado, muy pocos en realidad. Ajaw era uno de esos brujos quién a pesar de tenerlo todo nunca se corrompió ni quiso conquistar nada más allá de su ser, no inició guerras sin sentido ni trató de imponer nada. Un brujo ejemplo de ser humano.
Él trató de transmitir no solo sus conocimientos ni el uso de la magia a sus discípulas, trató de forjar está disciplina pero ninguna logró esto, eran tan jóvenes e inexpertas en el mundo mágico que sin él, rápidamente cayeron en varios extremos de la equivocación. Le faltó enseñarles muchas cosas pero les abrió el camino dándoles muchas armas a lo que quizá era demasiado grande para ellas. Eran unos pequeños peces especiales en un océano que se podían comer o usar. Esta situación les estaba pasando a todas ellas quienes nunca contaron que su maestro y guía se iría de sus vidas para dejarlas desprotegidas en un mundo de lobos. Pero sin duda era algo que ni él mismo planeó.



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Editado: 23.03.2025

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