Alexander
La noche al fin cayó y pudo deshacerse del agobio de la luz del mundo exterior. Se revolvió en la cama en la que se encontraba, aunque habían invertido mucho en este lugar, nada era como en su hogar, todo le molestaba, las telas eran de mala calidad, los ambientes mal climatizados, la luz hería sus ojos. Hasta el agua era imbebible en este… sitio. Se puso de pie y se quitó toda la ropa, la ventana tenía rejas, así que tuvo que salir por la puerta principal.
León y Naúm se hallaban en el salón, quisieron detenerlo al verlo pasar.
— Señor…
— Saldré a cazar — les informó.
— No es seguro…
Cruzó la puerta sin decir más y mudando su cuerpo en un enorme murciélago, levantó vuelo hacia el bosque. Sobrevoló el área un rato, el aire era un poco mejor allí, aunque aún parecía carecer del suficiente oxígeno. Se encontraba bastante lejos de aquella casa, que se hallaba en la llanura, mientras que la masa boscosa estaba en la montaña y a través de ella corría un río, no era demasiado profundo, pero era justo lo que necesitaba.
Descendió en una suave espiral, dejando que su cuerpo tomara su forma original al tocar el suelo. Era un paraje floreciente, la hierba se extendía desde la orilla propagándose por todo el sitio.
Los asesores que siempre lo acompañaban, habían realizado un hechizo sobre él, de tal manera que pudieran localizarlo donde sea que estuviera, mientras se hallara en el aire o en tierra firme. Por lo que se metió al agua, la cual interrumpía la magia de sus sacerdotes.
Sumergiéndose, buscó algunas piedras con las cuales creó un dibujo en forma de pentáculo en el lecho del riacho. Se desplazó nadando alrededor de la figura, emitiendo palabras en una secuencia de tiempo que repitió tres veces y se detuvo mirando al norte.
— Ahora la ofrenda — se arrancó la uña del pulgar derecho con sus afilados dientes, la cual pronto volvería a crecer y la colocó en el centro del dibujo, enterrándola entre el pedregullo del fondo del arroyo. — Ven a mí — ordenó apartándose hacia la ribera, pero sin salir del agua. Necesitaba hacerlo él mismo y en soledad, aquel ritual. No confiaba en nadie, ni siquiera en sus sacerdotes.
Un remolino se formó y una figura transparente y azulada empezó a emerger. Se parecía mucho a Alexander, y si no supiera que este ente era parte de sí mismo, se hubiera sorprendido al verlo.
— Zar’Xano — habló el espectro con una voz que se asemejaba al rumor del río. — Me sorprende verte de este lado.
— No entiendo por qué, se supone que deberías saberlo — replicó. — Y no me llames por mi nombre, dime Alexander.
— No me es permitido mentirte y ese no es tu nombre.
— Bueno, a lo que íbamos — dijo exasperado. — Quiero saber lo que sucede realmente, cuando supe que mi hermana había matado a todos, actué precipitadamente y en el furor de la ira, pero ahora tengo dudas, fue demasiado fácil derrotarla, algo no está bien.
— Ciertamente, algo ha sucedido — contestó el espíritu acuático. — Pero nos fue velado. Sin embargo, puedo intentar averiguar cosas para ti, mi señor.
— Bien, volveré a convocarte en algunos días — aceptó. — Puedes marcharte.
Sin mediar palabra, el remolino comenzó a deshacerse y la aparición se desvaneció.
***
Virginia
Volvió a despertar cuando las bajaban de un nuevo vehículo.
— ¿Estás bien? — preguntó Alicia ayudándola a levantarse.
— Mhm — afirmó sintiendo el sabor de la sangre en su lengua, le dolía el rostro, las costillas, las piernas y sobre todo la cabeza. Se tocó y se dio cuenta de que también tenía sangre en el cabello.
Recibió ayuda de su compañera para descender del camión. Estaban entrando en una propiedad inmensa, se veía como las casas de los famosos que se mostraban por TV. Las hicieron caminar por las veredas de un jardín, esta vez había muchos más guardias, fueron guiadas hasta lo que parecía ser un garaje y allí descendieron hacia un sótano donde las encerraron otra vez.
Era de mañana y aunque tenía hambre y quería abrir su lonchera con el almuerzo del día anterior, sabía que no iba a poder masticar nada, con suerte podría tomar agua con esfuerzo, pero ya no tenían.
— Debo verme terrible — le dijo a Alicia que la miraba con expresión horrorizada.
— Bastante mal la verdad, pero si puedes hablar debe ser que no tienes ningún hueso quebrado, ¿no? — le preguntó. — Yo me quebré una vez el brazo y el dolor fue terrible.
— Sí, creo que no tengo nada quebrado… — admitió. — Parece que escaparse de acá sería más difícil que de los otros lugares — comentó mirando la cámara de seguridad cerca de la puerta.
— No me parece que hayamos tenido nunca ninguna oportunidad — declaró la adolescente.
— Cierto, pero no por eso dejo de pensarlo — quiso sonreír, empero solo le salió un gemido de dolor.
— Me imagino — suspiró la rubia. — Y yo no puedo dejar de pensar que si no fuera porque quisiste ayudarme no estarías en esta situación.
— Todo pasa por algo, dice mi terapeuta, algo tenemos que aprender — contestó Virginia para que la chica no sintiera culpa, no obstante consideraba que en este momento lo que tuviera que aprender era una mierda.
***
Alexander
Naúm abrió un portal delante de Alexander y León para transportarlos al punto de reunión con el supuesto informante. Al cruzarlo aparecieron en un jardín inmenso, lleno de flores y árboles, perfectamente organizados, pero, en la primera bocanada de aquel aire, el olor de la sangre lo inundó llamando sus instintos animales. Por un instante sus ojos se cubrieron de una bruma oscura, haciendo que el hombre que lo esperaba retrocediera al verle.