Nuestra amistad floreció como las primeras flores de la primavera, emergiendo con un vigor renovado que transformó cada rincón de nuestras vidas. Tú, con tu sonrisa radiante que tenía la capacidad de iluminar incluso los días más grises, y yo, con mi alma inquieta en busca de un rincón donde encontrar refugio, nos encontramos en un momento perfecto.
Desde aquel día en el curso, cuando nuestras miradas se cruzaron y comenzamos a hablar, supe que habíamos descubierto algo especial.
Recuerdo claramente cómo tus ojos, de un profundo color chocolate, brillaban de alegría al hablar de tus sueños. Esa luz en tu mirada era contagiosa, un faro de entusiasmo que me animaba a seguir mis propios deseos.
En tu compañía, los días grises se tornaban soleados, y los problemas parecían encogerse hasta volverse casi insignificantes. Tu energía vibrante y positiva transformaba el mundo a nuestro alrededor, convirtiendo cada desafío en una oportunidad para crecer y aprender.
Eres como un jardín secreto, lleno de sorpresas y belleza oculta.
Tu capacidad para ofrecer palabras amables en los momentos más difíciles y tu hombro siempre disponible para llorar me han dado un refugio invaluable. Nuestra amistad ha sido un santuario tan sereno que no hay sin necesidad de usar máscaras ni pretensiones. En este espacio de sinceridad y apoyo mutuo, he encontrado un consuelo profundo y una conexión que va más allá de las palabras.
A lo largo de los años, hemos compartido muchas primaveras. Hemos visto cómo los árboles se cubren de hojas nuevas, cómo los pájaros construyen sus nidos con esmero y cómo la naturaleza se renueva año tras año.
Cada primavera nos ha ofrecido una metáfora viva de nuestra amistad en constante evolución. Cada experiencia compartida, cada risa y cada lágrima, ha fortalecido nuestro vínculo y nos ha ayudado a crecer juntas. Como la primavera trae consigo la promesa de nuevos comienzos, nuestra amistad también ha evolucionado, adaptándose y floreciendo con cada etapa de nuestras vidas.
Sé que ha habido momentos en los que lo has pasado terriblemente difíciles, y aunque no siempre lo hablas, sé cuánto te ha costado superarlo y que te duele demasiado...
Me duele imaginarte atravesando otra vez algo así, y solo de pensar que algo malo te pudiera suceder, siento que mi corazón se rompe, no soporto la idea de verte sufrir pero tampoco sé como ayudarte...
Están frustante no poder hacerlo.
No importa cuánto tiempo pase ni lo que estés viviendo, siempre voy a estar aquí para escucharte. Sé que muchas veces intento darte consejos, pero a veces siento que mis palabras no ayudan en nada. Aun así, estaré a tu lado, aunque sea en silencio. Si eso es lo que te hace sentir mejor, entonces así será. Lo único que quiero es que sepas que no tienes que enfrentarlo solo; estaré contigo, aunque mis palabras sean una mierda.
Admiro tu presencia constante de fortaleza y alegría. Tu habilidad para encontrar lo bueno en cualquier situación,
Así que, mientras seguimos adelante, con la primavera marcando el ritmo de nuestras vidas, me siento agradecida por cada momento compartido contigo. Nuestra amistad, como el jardín en flor, sigue creciendo y fortaleciéndose, ofreciendo siempre un rincón de alegría y apoyo.
#3036 en Otros
#127 en No ficción
#820 en Relatos cortos
desahogo mental y emocional, miedos sin fin, quiero ser normal
Editado: 16.11.2024