¿Qué saben ellos de este nudo en la garganta que se instala cada noche?
Este peso invisible que me aplasta lentamente, que me asfixia de una manera tan silenciosa que ni siquiera puedo explicarlo.
Pero, ¿qué saben de lo que realmente está pasando dentro de mí?
¿Qué saben de la angustia que se queda atorada en mi pecho, de los gritos ahogados que no puedo sacar porque ni siquiera sé cómo dejarlos salir?
Y luego están esas lágrimas que derramo a solas, cuando nadie está mirando. Si todo fuera para llamar la atención, si de verdad buscara que me notaran,
¿por qué lo haría en la oscuridad, lejos de todos?
Si de verdad quisiera que me vieran, no me escondería. Pero no es así. Me encierro en mi propio mundo porque sé que no lo entenderían. Sé que, en lugar de ofrecerme apoyo, usarían mi vulnerabilidad como una excusa más para decir que soy un drama ambulante, una exagerada.
Lo que quiero, lo que realmente deseo, es poder vivir en paz conmigo misma. Pero cada comentario, me hace cuestionar si el verdadero problema soy yo. Y, eventualmente, cuando escucho esas cosas tanto tiempo, empiezo a creerlas.
Empiezo a pensar que si todos lo dicen, tal vez tienen razón.
Quizás soy yo quien está mal, tal vez no merezco nada más que esta tristeza, este vacío que me carcome por dentro.
No es una actuación. No es algo que hago para que los demás se fijen en mí. Si pudiera elegir, preferiría que nadie notara nada. Preferiría que me dejaran lidiar con esto en silencio, a mi manera, sin tener que justificarme o defender lo que estoy sintiendo.
Porque no quiero que me vean rota, no quiero que se den cuenta de lo destruida que estoy por dentro. Ya me siento lo suficientemente rota, no necesito que lo vean y lo confirmen.
Pero al final, cuando me quedo sola, todo lo que ellos no ven se acumula. Las palabras no dichas, los gritos que nunca salieron, los silencios que tanto duelen. Todo eso se queda dentro de mí, retumbando en mi cabeza, convirtiéndose en ecos que me repiten una y otra vez que soy el problema. Que no soy suficiente. Que nunca lo seré. Y entonces, las lágrimas vuelven.
El nudo en la garganta se aprieta más, y esos gritos silenciosos me asfixian un poco más cada vez.
Es porque ya no sé cómo cargar con todo esto sola. Estoy tan agotada de intentar, tan cansada de fingir que todo está bien cuando en realidad me estoy desmoronando por dentro. Pero, ¿cómo puedo decirles eso? ¿Cómo puedo explicarles algo que ni yo misma logro entender del todo?
Estoy tan arruinada. Me siento tan rota que ya no sé cómo seguir adelante. Me duele pensar que no importa lo que haga, siempre parecerá que lo hago mal. Que siempre habrá algo más que me recordará lo poco que valgo, lo insignificante que soy en este mundo que no para de avanzar mientras yo me quedo estancada.
No quiero seguir cargando con este dolor, pero tampoco sé cómo dejarlo atrás. Me está consumiendo, poco a poco, y ya no sé si me queda suficiente fuerza para luchar contra él.
Así que aquí estoy, sola con mis pensamientos, preguntándome cómo llegué hasta este punto, cómo permití que todo se volviera tan oscuro.
Y aunque lo intento, aunque me esfuerzo por encontrar una salida, todo parece demasiado abrumador, demasiado grande. Solo quiero que el nudo en mi garganta desaparezca, que los gritos atrapados en mi pecho finalmente salgan. Pero, hasta entonces, seguiré aquí, en silencio, preguntándome si alguna vez seré capaz de sentir algo más que este dolor constante.
Porque al final, lo único que me queda es esa cruda sensación de que estoy irremediablemente arruinada.
¿O quizás ellos me arruinaron?
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desahogo mental y emocional, miedos sin fin, quiero ser normal
Editado: 16.11.2024