Termino sábado, y llego domingo.
Durante el día solo estuve leyendo, y ayudando a mi madre a lo que ella me pidiera, hasta la noche, que mi abuela me mando a llamar.
—Esta semana que viene, no vas a venir, a excepción de viernes y sábado. —me dice enfrente de Lili, mi hermana, y mi abuelo. —Mañana yo hablare con Susana y le diré que quiero que se ponga al corriente con todas las facturas que tiene pendientes, al igual que también le diremos que pues no vas a venir esa semana, pues ya estamos pensando en despedirte, no te voy a pagar. —señala y asiento.
—Está bien, abue.
Termina domingo, y llega lunes.
Mientras me concentraba en desayunar, mi celular se ilumina por una llamada.
Oficina. Suspiro mientras la acepto.
—Oye Sam, ¿vas a venir? —pregunta Susi del otro lado de la línea.
—No.
—¿Pero por qué? Es que no entiendo. —dice con voz… ¿preocupada?
—Lose, yo también…
—Sam, ¿con quién hablas? —pregunta mi madre, y yo articulo un «Con susi»—Cuélgale, se supone que si la ibas a dejar una semana es para que se ponga atenta, no para que la estes ayudando. Siendo así, mejor vez y quédate allá. —dice molesta.
—Pero es que…
—Nada.
—De todos modos, ya termino ella la llamada, no se preocupe.
Pienso que a pesar de todas las cosas que ella dijo sobre mí, sería muy grosero de mi parte no ayudarla con cualquier duda que tuviera, pero después me pongo a pensar, y mi madre tiene razón. Así es que, para no sentir tan feo, la bloqueo, tanto como numero de la empresa, como personal.
Cuando ella se da cuenta de lo que he hecho, decide marcarle a mi madre, y después a mi hermano, pero ninguno le responde, a si es uro pt por venir, pero nadie sale.
Los días pasaron, y en un abrir y cerrar de ojos, ya era jueves por la noche, y mi pésimo humor estaba dando resultado.
Desde que recordé que ya mañana me tendría que presentar a la oficina, mi buen humor desapareció para después poder darle la bienvenida a mi pésimo humor.
La sola idea de saber que tendría que ver a Susana y a Lucrecia nuevamente, me daba dolor de cabeza, pues, así como las cosas estaban, no me imaginaba en un lugar tenso.
Respondo al mensaje que me mando Ismael, mi primo preguntándome si es que le podría dar su dinero que me dio para una compra, la cual no realice por todo.
A parte de que me daba flojera.
—Mañana estaré en la oficina, si quieres vienes temprano
para que te lo pueda dar, y una vez más discúlpame por
no haberte dicho nada.
—No te preocupes, mañana voy temprano. Es que se descompuso
Mi coche, y necesito el dinero.
—Entiendo, ¿pero cuanto era? Es que no lo conté…
—Eran $600.
—A bueno, mañana vas temprano y te los doy.
—Si.
Y es ahí donde decido ya no responder.
Un suspiro cansado sale de mí, pues como ya lo dije, el tan solo pensar que las tendré que ver y tener que fingir una vez, más que nada sucedió, me provoca dolor de cabeza, pues no creo esta vez poder fingir, menos si Lucrecia esta con su cara cada vez que me mira, y Susana… ni se diga.
El recuerdo de lo que me dijo mi padre el día de hoy, cuando fue por mí a la escuela llega, y es ahí donde una vez más confirmo lo hipócritas que podemos ser todos los humanos.
—¿Por qué no has ido a la oficina? ¿Qué acaso ya no trabajas? —me pregunta mientras observa la carretera.
—Si, es solo que por unos detalles no fui esta semana, ¿Por qué?
—Es que Susi me preguntó ayer y hoy que, si es cierto que ya no vas a trabajar, y pues yo le dije que no sabía nada.
—Ohh… pero solo no fui esta semana, porque mi abuela me dijo.
De tanto estar pensando, me quede dormida abrazada a mi osito de peluche.
Bueno, el osito es de mi madre, pero a mí me gusta abrazarlo, es como una costumbre que tengo.
. . . . . .
—Sam, —susurra mi madre— Hija despierta…
—Mmm, ¿Qué sucede? —pregunto adormilada.
—Dice tu abuela que si no vas con ellos.
—¿A dónde?
—No sé, pero me dio que, si es que si, te apures.
—Bueno, ¿qué hora es?
—Son las… —se fija en mi celular—… 6 de la mañana.
—Tan temprano… —me quejo— Hay ya voy.
Me pongo lo primero que encuentro, que es una falda color vino, una blusa negra de manga corta, mis tenis, y una sudadera, pues ayer todo el día estuvo lloviendo, y como consecuencia, hoy hace frio.
—Si quieres llévate una sudadera. —me dice mientras se sienta en la cama.
—Yo creo que si porque tengo frio.
—Hay hija —sonríe—. Ve y disfrútalo, ríete y olvídate de todo por un momento.
—Lo hare. —la abrazo— Me voy porque si no me dejan.
Salgo de cas y me apresuro en llegar con mis abuelos, al hacerlo, decido que es hora de desbloquear al número de la oficina, y pues como no sé a qué hora llegaremos, le mano un mensaje pidiéndole si le puede dar el dinero a Ismael.