Al mirarte a los ojos

CAPÍTULO 1

—¿Ya me puedo quitar la venda de los ojos?—pregunté a Bass, mientras su mano me guiaba.

—No, aún no, desesperada—respondió él, casi lo podía ver sonreír.

Llevábamos una hora en su coche hasta llegar a ese destino, y en todo ese trayecto yo llevaba esa venda en los ojos que él me había colocado minutos después de salir de mi casa, según él para darme una sorpresa. La verdad es que no me esperaba menos, íbamos a estar un año sin vernos, y eso después de estar todo el día juntos, resultaría una eternidad.

—Ahora, en…tres…dos…uno—me quitó la venda.

—Dios mío, Bass, que lugar más hermoso—murmuré con ojos brillosos.

Realmente era precioso. Un prado, rodeado de árboles enormes, y que el paso del viento, dejaba un sonido ligero, brindándonos paz y tranquilidad. A pocos metros de nosotros, se encontraba un río, en el que el agua, nos regalaba una melodía constante, que se mezclaba de forma armoniosa con el canto de las aves que habitaban a su alrededor. Aquel lugar era mágico.

—¿Sabes por qué te he traído aquí?—preguntó, agarrando mi cadera y abrazándome por la espalda.

—La verdad es que no—respondí confusa.

—Ven conmigo—pasó delante de mí, y agarró mi mano.

Avanzamos tan solo unos pasos, cuando se frenó delante de mí, sin dejarme ver el paisaje.

—¿Recuerdas lo que te digo siempre de las margaritas?—me preguntó y un mechón de su pelo bailaba al paso del viento.

—Que demuestran belleza e inocencia, ¿no?

—Exacto. Como tú—sonrió.

—¿Como yo?—pregunté ladeando la cabeza.

—Eres bella e inocente. Y a veces me haces dudar si me quieres, no me quieres… —dijo irónicamente, acercándose lentamente a mis labios—. Y por ello quería que cruzaras por aquí.

Se quitó de delante de mí. Me quedé impactada con lo que mis ojos enfocaban. Una cantidad asombrosa de margaritas hacían un recorrido hasta el río. Mágico. Se puso recto como un caballero, y puso su mano en el aire boca arriba. La agarré con delicadeza. Como una princesa, y pasé por ese pasillo de margaritas. Ya tenía claro porque quería nuestra despedida en aquel lugar.

Al llegar, vimos como un asombroso árbol se alzaba en la orilla del río, el mismo que daba una sombra fresca. En ese lugar, Bass, sacó de su mochila, la cuál llevó para los utensilios de camping, una toalla enorme.

—¿Nos sentamos?—me miró agachado, acomodando su mochila a la vera del árbol.

Asentí y me senté sobre aquella toalla colorida.

El paisaje era idílico para estar con alguien a quién amas. Compartir ese rato junto a Bass, nos unió más todavía. Llevábamos dos años juntos, y él cada vez que podía me hacía algún detalle. Una rosa, una carta acompañada de un paquete de chocolates… pero eso fue algo que supe que me marcaría para siempre.

Seguimos sentados algo más de una hora, casi llegando al ocaso del día. Hablando de nuestras cosas, y despidiéndonos mientras recordábamos buenos momentos. Entre carcajadas y besos esporádicos, comenzó a atardecer. Bass se levantó y me extendió la mano. Me incorporé, y unimos nuestros cuerpos. Me agarró de la cadera, y me miraba fijamente con ojos juguetones.

—¿Sabes lo que realmente sería perfecto para esta tarde tan ideal?—lo miré confusa y ladeé la cabeza—. Despojarnos de nuestra ropa, y sumergirnos en estas aguas transparentes.

Con una sonrisa juguetona, esperaba mi respuesta asegurándose de que reciba el cariño que impregnaba sus palabras. Al escuchar eso, una emoción recorrió mi cuerpo.

—Me encanta la idea—asentí con una sonrisa radiante.

Empezó por dejar su pecho al aire, con esos abdominales marcados que siempre me habían encantado. Siguió desabrochando su cinturón, bajándose los pantalones junto a su ropa interior, dejando al aire libre su cuerpo desnudo. Yo simplemente, me despojé de mi ropa muy rápido, quería ser como él. Libre.

Él sonrió con complicidad y me agarró de la mano. Nuestros dedos se entrelazaron con suavidad, como si estuvieran destinados a encajar perfectamente. Yo me aferré a su mano con ternura.

Juntos caminamos hacia un sitio alto para poder lanzarnos, sintiendo la hierba suave en nuestros pies descalzos, y el aire fresco surcando cada extremidad de nuestro cuerpo desnudo, escuchando el susurro del agua que nos llamaba.

Al llegar, Bass se detuvo, mirándome con adoración antes de soltar mi mano.

—Te amo Sara.

—Te amo Bass.

Nuestros corazones comenzaron a latir al unísono, y con un suspiro compartido, y un último beso apasionado, nos lanzamos juntos al agua sumergiéndonos en su calidez. En ese momento el mundo desapareció para los dos, dejando solo espacio para nuestro amor.

Con abrazos que parecían durar una vida entera, miraba la cara de Bass, y me demostraba el disfrute que sentía al estar conmigo. La corriente nos arrastraba ligeramente mientras nosotros éramos uno.

—Quiero proponerte algo—dijo a la vez que mis piernas se enredaron en su cintura—. Me gustaría que hiciéramos una promesa.

—Una…¿promesa?—dije entre titubeos.

—Nuestro amor es como este lugar. Puro como esta agua, bello como ese prado, y sobre todo, enorme como el árbol que da sombra a gran parte del río—sonrió de medio lado—. Así que me gustaría prometernos, nunca olvidarnos, y que cuando nuestros cuerpos se vuelvan a unir, nos encontraremos en este lugar con un beso sincero.

Sus palabras hicieron un batido con todos mis sentimientos hacia él. En ese instante me demostró que nunca querría perderme

—Tienes toda la razón, y me parece perfecto. Ese día que nos volvamos a encontrar, demostraremos que nuestro amor es el más fuerte que ha existido—lo besé.

El aire se nos unió a nosotros mientras disfrutamos de un beso intenso y lleno de magia.

El sol ya se ocultaba detrás de la montaña inmensa que había en aquel lugar de encanto, y fue cuando Bass salió del río por la parte más baja de la orilla. Me lanzó la mano y subí junto a él. Volvimos a nuestro lugar, a aquella toalla grandísima que él había traído, y nos acostamos boca arriba, disfrutando de la puesta del sol.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.