Al mirarte a los ojos

CAPÍTULO 3

—A ver si lo he entendido bien. ¿Me estás diciendo de irnos durante un mes, a una casa que tienen tus padres en la playa?—le pregunté a Claudia a través del teléfono.

—Exacto. Así pasarás unos días en desconexión—intentaba convencerme.

Llevábamos casi media hora, en una llamada que parecía no tener fin. Me estaba proponiendo irnos a la casa de sus padres en la playa, durante un mes. No me apetecía irme lejos de mi madre en estos momentos. Realmente nunca me apetece alejarme de mi madre. De mi padre, ya me da bastante igual. Pero no podía dejarla sola con aquel hombre.

—No sé… Es que tengo tantas cosas en la cabeza que…

—Justamente por eso, Sara. Allí tus únicas preocupaciones serán no ahogarte en el mar, y respirar la brisa marina.

—Siendo honesta, Claudia. No sé si un mes en la playa me resolvería nada.

—¿Y quedarte en casa pensando en Bass, y en todos los problemas que tienes, si te ayudará?—Noté como su tono se elevó—. Te aseguro que estar lejos de la rutina te ayuda a poner todo en su sitio. Sin presiones.

Mi cabeza dio un vuelco. ¿Y si tiene razón? A lo mejor esto me ayuda. Recordé las palabras de Rosa. No podía estar el año entero esperando el regreso de Bass. Sé que estará triunfando. Y también sé que seguiré perdidamente enamorada de él. Esté en la playa, en la montaña o en la conchinchina. No tenía la necesidad de quedarme en casa. También podía extrañarlo desde la playa. Con un poco de desconexión. Y con un martini en la mano.

—Mira… ¿sabes qué? Prepara una buena maleta, porque nos vamos a la playa—sonreí resplandeciente, y me puse en pie.

—¡Esa es mi Sara!—Lanzó un gritito—. Nos iremos el lunes y así faltaremos la última semana de clase.

¡Mierda! ¡Las clases! Se me había olvidado por completo. Yo sentía que ya estábamos en vacaciones de navidad. Me acerqué a mi escritorio. Justo encima de él, se encontraba un tablón, en el que tenía pegado un calendario. Miré detenidamente. Viernes doce de diciembre. ¡Joder! Con todo el lío de la despedida de Bass no me acordaba de que tenía responsabilidades. Genial, Sara. En tan solo una semana las clases acabarían y por fin llegarían unas anheladas vacaciones. Que después de estar todo el día haciendo trabajos y estudiando, son más que agradecidas.

—Pero, Clau—volví a la normalidad y decidí preguntarle a mi mejor amiga, que haría para faltar—: ¿Cómo le dirás a tus padres que no iremos a la última semana de clase, y que estaremos un mes en la playa?

La pregunta era bastante absurda. Claudia apenas iba a clase. Y si lo hacía era solo para vernos. Sus padres estaban más que acostumbrados. Nosotras estudiamos arte, y ya por fin es nuestro último año. No recuerdo muy bien por qué entré, pero fue la mejor decisión que pude tomar. No por el contenido de la carrera, porque es realmente aburrido, y no tiene nada que ver con lo que quería hacer. Sino porque aquí conocí a Claudia.

—Mis padres se irán de viaje a Mallorca durante todo Enero—escuché una leve carcajada—. Tenemos vía libre, Sarita.

—Bueno, entonces ayúdame a mí. A ver qué les puedo decir a los míos.

Tras varios minutos hablando de qué excusa les diré a mis padres para irme a la casa con Claudia, opté por la mejor solución. No me gusta mentirle a mi madre, y mi padre se pasará todo el día bebiendo. Así qué les diré la verdad.

Colgué la llamada después de una despedida, y me dispuse a ir a hablar con mi madre. Bajé los escalones con prisa, y ahí estaba, sentada en el sillón, con el mismo albornoz y una gafas. Viendo alguna novela de la televisión. Me senté a su lado y su regazo recibió mi cabeza.

—Qué cariñosa estás hoy—susurró acercando su boca a mi oído—. ¿Estás bien, cariño?

—Sí… Te quería comentar una cosa—me incorporé, y me senté—. Como sabes… Bass volverá dentro de un año, y yo los primeros días es cuando peor lo pasaré. Así que Claudia me ha llamado para pasar una temporada en su casa de la playa.

—¿Cuánto tiempo es una temporada?—Mi madre me miró y se quitó las gafas.

—Un…mes—respondí asustada y con mi mejor cara de no haber roto un plato.

—¡¿Un mes?!—Abrió los ojos como si hubiera visto un fantasma—. Eso es mucho tiempo, Sara. ¿Qué harás con las clases?

—En las clases me va genial, mamá. Además, en enero no creo que hagamos muchas cosas nuevas. Puedo faltar sin problema.

No mentía. Las clases siempre se me habían dado genial. Los estudios, pese a no ser como esperaba, los aprobaba exitosamente.

—¿Y no piensas celebrar nochebuena con tu familia? ¿Y fin de año? Vendrán los primos, Sara y…

—Mamá, mamá, mamá…—la corté—. Ya soy mayor. Sé que la familia es lo primero, pero también será la primera navidad que pase sin Bass. Quedarme en casa solo me hará estar de bajón.

Mi madre me miraba con cara de comprensión. Sabía lo que era tener al amor de nuestra vida tan lejos. Mi padre estaba en la misma casa. Pero en una vida totalmente diferente.

—Si es tu elección, la respeto, cariño—me acariciaba la pierna brindándome apoyo.

Sus palabras me tranquilizaron. Pensé que me obligaría a quedarme, pero fue bastante comprensiva conmigo. Nos abrazamos fuertemente y ahora la sentí más cerca que nunca. El ruido de una puerta abriéndose, nos hizo separarnos. Miramos y mi padre entraba al baño. Segundos después, lo escuchamos vomitar nuevamente. Mi madre comenzó a mover la cabeza de lado a lado y se llevó la mano a la cara. Arrastrándola. Cansada de aquella situación.

—Te llamaré todos los días. Te lo

prometo—ahora era yo la que acariciaba su pierna para darle mi apoyo.

Me angustiaba dejar a mi madre allí. Sola. Pero me tranquilizaba que ahora vendrían las fiestas. Mis tíos, primos y otros familiares que solo nos reunimos en navidad, estarían bastante por casa para preparar todo de cara a la gran noche.

—¿Y cuando os vais?—Preguntó sollozando.




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