Alas

ALAS ROTAS

ILLINOIS – EE.UU (2010)

Carlotta Toledano, la chica que nunca pudo volar porque sus alas quedaron rotas. Aquella a quien su padre le trazó el destino. La misma que ante muchos era una rebelde porque todo lo que hacía era soñar.

El mismo día de su graduación yacía recostada sobre la reposera de un tatuador.

Acompañada de sus dos inseparables amigas London y Peggy decidió ir a tatuarse en la espalda del lado izquierdo, la triste imagen de una mariposa con alas rotas.

Aquellas mismas alas que sin saberlo, alguna vez acabaría convirtiéndose en el nombre otorgado por el amor y la libertad.

— Carlotta, tu padre caerá de espaldas en cuanto vea ese tatuaje.

— ¿Crees que tengo cara de que eso me importe, London? Hasta aquí he hecho absolutamente toda la voluntad de mi padre, por lo tanto si desea estresarse por un simple tatuaje será problema de él.

— Esa mariposa con alas rotas es muy triste —comentó Peggy—

— Pues esa mariposa con alas rotas soy yo. Mi padre acabó con todos mis sueños si todavía tiene intenciones de manejar mi vida. Me arrastrará de nuevo a Zúrich para que me acabe condenando a las cuatro paredes de un despacho.

— ¿Entonces si te vas?

— Que preguntas haces, Peggy. Por supuesto que se va. Acabó esta carrera únicamente para que se hiciera cargo de las empresas de su padre.

Luego de permanecer en silencio y mirándose fijamente al espejo, Carlotta se puso de pie con brusquedad.

— Será mejor que nos vayamos ahora o se nos hará tarde.

Luego de 5 años viviendo en los Estados Unidos y habiendo vivido una turbulenta relación amorosa de 3 años, recientemente perdida, acabó graduándose con más penas que honores del Northwestern University. No obstante lo único importante para Cosme Toledano que su hija cumplió finalmente el pricipal objetivo a pesar  de los incontables dolores de cabeza que la misma le había ocasionado y seguía ocasionándole.

— Debías terminar de colmar mi paciencia como broche de oro ¿cierto Carlotta?

— ¿Lo dices por el tatuaje? Tengo otro que me lo hice anteriormente. ¿Quieres verlo? —preguntó encostándose la camisa mientras su madre Vilma intentaba apaciguarla—

— Quiero que subas y prepares tus maletas porque mañana mismo retornaremos a Zúrich. Pronto conocerás el significado de trabajar duro para obtener todo lo que deseas, y en ese trayecto dejarás de cometer tantas tonterías. Si tengo que arrancarte a las malas toda esa rebeldía hasta que te conviertas en la persona que debes, ten por seguro que lo haré.

Molesto y habiendo sentenciado el destino de su hija, el señor Toledano abandonó la sala.

— Madre, yo no quiero volver a Zúrich. ¿Qué vida me espera allá? Dime… —preguntó entre llantos— ¿Viviré condenada a estar encerrada entre cuatro paredes de una oficina? ¿De un despacho? ¿De una sala de juntas? Tendré que ir de un lado a otro por viajes de reuniones de negocios, eventos y convenciones?

— ¿Mejor dime tú, cariño de qué sirve que te pongas de esa manera? ¿Por qué no lo aceptas de una vez por todas? Piensa que si cumples todo lo que tu padre desea para ti él terminará dejándote en paz.  Acabaste la carrera que él tanto quería, por lo tanto puedes perfectamente hacerte cargo de sus empresas. No sigas sufriendo empeñándote en luchar contra tu destino.

— Sabes perfectamente, madre que este no es mi destino.

— Lo es y debes tomarlo. Acéptalo y utilízalo para tu bien propio, hija. Estoy segura de que algún día balanza se inclinará a tu favor se volteará y serás feliz. Muy feliz —decía la mujer abrazando a su hija en un intento por consolarla—

El día de partir, apenas tuvo tiempo Carlotta de despedirse de sus amigas. Aquellas con las cuales había compartido momentos buenos y malos. Tiempos locos y divertidos a lo largo de 5 años.

— Imagino que poco o nada volveremos a vernos a partir de ahora.

— ¿Por qué dices eso, Carlotta. Tendremos muchas ocasiones para vernos.

— London tiene razón —irrumpió Peggy— Siempre habrá ocasiones para volver a encontrarnos. Como el día de tu cumpleaños, por ejemplo o el de alguna de nosotras dos.

— Por supuesto. Podemos reencontrarnos un par de días antes de año nuevo para unir la fiesta a tu cumpleaños. Luego planear las vacaciones de verano como siempre lo hemos hecho entre las tres.

— Admiro tanto el optimismo que tienen, pero ya veremos como surge la vida para mí de ahora en adelante.

— Te encuentras ataviada de negatividad, Carlotta. Libera eso que no vas a la horca.

— Voy a un lugar mucho peor que a la orca, pero miren lo que acabo de decir. Las extrañaré mucho en verdad.

Las tres amigas se despidieron con fuertes abrazos mientras intentaba no derramar lágrimas.

— Nosotras también te extrañaremos.

— Cuídense mucho, chicas. Estaremos en contacto.

— Te llamaremos.

 

ZÚRICH – SUIZA (UN PAR DE DÍAS DESPUÉS)

Ni bien la familia Toledano retornó a Suiza, sin mucho tiempo que perder, el señor Cosme le anunció a su hija durante la cena que ya tenía para ella un puesto en la empresa.




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