Alas

EL MEJOR BOCCONOTTI DE LA CITTÀ

HOTEL RESIDENZA DEL BORGO

— ¿Viste a tu hija? ¿Pudiste darle la sorpresa que querías?

— La vi, pero más bien fue ella quien acabó dándome a mí una sorpresa.

— ¿Y eso por qué?

— Había olvidado lo impredecible que puede llegar a ser mi hija. La mayor parte del tiempo parece fuerte y decidida. Como un roble que nadie podría atravesar jamás, pero de la nada. De un día para otro puede llegar a sucumbir en sus propios sentimientos y eso nunca será nada bueno para ella —le decía Vilma Toledano al hombre que la acompañaba mientras éste le servía una copa de champaña—

— ¿Conoció a alguien?

— Que haya conocido a alguien no es ningún problema, Franco. El problema es el vínculo emocional que pueda llegar a tener con ese chico y comience a hacer tonterías.

— Entonces sí conoció a alguien.

— Lo hizo

— Vilma, no te precipites con pensamientos tontos y deja a tu hija que viva un poco. No lo ha hecho en años por padecer de las exigencias y arbitrariedades de su padre.

— Cariño, no te equivoques. Lo que más deseo en esta vida es la felicidad de mi hija, por lo tanto jamás contribuiría a su desdicha. Solo estoy expresándote el temor que siento de que vaya a tirarlo todo por la borda. Carlotta es muy pasional, y lo que pude percibir al instante es que ese chico terminará arrastrando su corazón por los suelos si no controla sus sentimientos.

— ¿Tanto así? Acaba de conocerlo o no.

— Mh… acaba de conocerlo, pero sé cómo es. Creo que ya ni siquiera recuerdo la última vez que los ojitos de mi hermosa hija brillaron de ese modo. Terminará aferrándose a ese niño y no lo querrá soltar.

— ¿Es un niño?

— Un chiquillo de apenas 18 años.

— Bueno, probablemente Carlotta comenzó a manifestar los mismos gustos de la madre.

— Franco, no tenías 18 años cuando te conocí.

— No… Tenía 28, de hecho. Y usted señora Toledano…

— Y yo nada. Mejor cambiemos de tema. ¿Te parece?

— Cómo quieras —dijo sonriente el joven hombre susurrando a su oído— ¿Qué te parece si salimos a almorzar?

— ¿Aquí en el hotel?

— Hice reservaciones en uno de los mejores restaurantes de Bérgamo.

— ¿Los hay en verdad?

— No subestime a esta ciudad sin conocerla, señora Toledano.

APARTAMENTO DE CARLOTTA TOLEDANO

La noción del tiempo se había desvanecido por completo. ¿Qué le importaban las horas? ¿Qué importaba la luz o la oscuridad? ¿Qué importaba el espacio que ocupaban mientras en el silencio de sus almas se pudieran amar?

— No quiero que este día acabe —suplicaba Carlotta en sus pensamientos mientras lo observaba y una de sus mejillas acariciaba— ¿Fipo, me ayudas a preparar el desayuno?

— Tengo frío, Ali

— Cuando te vistas ya no sentirás frío. Anda, levántate. Aunque ¿Sabes qué? Tengo una mejor idea.

— ¿Cuál idea?

— Podemos ir al hotel donde se encuentra hospedada mi madre y desayunamos ahí. ¿Qué dices?

Envuelto en cobijas, Renzo volteó a observarla, echando unas risas.

— ¿Qué sucede?

— Le ricordo, signora Toledano che non ho il suo stesso stato finanziario, ma conosco un posto dove posso invitarla a provare il miglior Bocconotti della città. (Le recuerdo señora Toledano que no cuento con su mismo estado financiero, pero conozco un lugar donde puedo invitarla a probar el mejor Bocconotti de la ciudad)

— Va bene. Allora alzati e aiutami a preparare la colazione.

(Está bien, pequeño. Entonces levántate y ayúdame a preparar el desayuno)

Carlotta se dirigió hasta la cocina. Renzo, cubierto con una cobija finalmente saltó de la cama y la siguió.

— ¿Ali, acaso acabas de rechazar mi invitación para probar un delicioso Bocconotti? —susurró ha su oído abrazándola desde atrás—

— No he rechazado nada.

— Lo hiciste.

— Que no… Me haces cosquillas. Ya suéltame. Mejor aléjate si no vas a ayudarme.

— Me sentaré aquí aguardando a qué la señora me sirva el desayuno.

— Mh… ¿Por qué mejor no vas a vestirte, Fipo?

— ¿Para qué, si al rato nos volveremos a despojar de todo?

— Pues está vez no porque quiero ir de todos modos al hotel donde se hospeda mi madre. Conozco muy bien a la señora Toledano y sé que una ciudad como ésta no es para ella. Vino solo por mi y no quiero que se sienta aburrida. ¿Quieres ir conmigo?

— ¿En qué hotel se encuentra?

— En Residenza del Borgo. ¿Lo conoces?

Renzo negó con la cabeza.

— Si es un hotel costoso, nunca he llevado allí a ninguna chica.

— ¿Por qué tienes que hacer comentarios como ese? Hoy te levantaste insoportable. ¿Lo sabías?




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