CAFFÈ DEI PORTICI
Luego de haber recibido un mensaje de Renzo a primeras horas de la mañana para decirle que aceptaba reunirse con ella, Vilma Toledano le envió la hora y la dirección de un café próximo al hotel donde se hospedaba actualmente.
— Señora Toledano, perdón por llegar un poco tarde. Este lugar no queda muy cerca de mi casa.
— Tú no dormiste en tu casa, Renzo.
— È vero… De todos modos queda lejos del apartamento de Ali —dijo sonriendo—
— Que bueno que tocas ese punto para ir directo al grano. ¿Lograste convencerla de que es necesario mudarse de apartamento?
El chico negó con la cabeza.
— ¿Si ella no quiere, que puedo hacer?
— ¿Pero se lo pediste, o no? Si se lo pides, Carlotta acabará aceptándolo, Renzo.
— ¿Por qué mejor no me habla de todo lo demás? De acuerdo a eso yo veré que hacer para convencerla. ¿Por qué a Ali su padre la trata de ese modo, señora Toledano?
Con la mirada lejana y sin muchas ganas de recordar, a Vilma Toledano no le quedó de otra que contarle al chico toda la verdad.
— En mi vida solo habré hablado sobre esto un par de veces. Y me resulta un poco extraño tenerlo que hablar contigo, sin embargo lo haré porque sé lo importante que te has vuelto para mi hija y esa es la única manera en que puedas acompañarla como corresponde. Yo era muy joven cuando me casé con Cosme. Lo conocí siendo muy niña, de hecho, porque mis padres y los de él hacían negocios juntos constantemente. Un día se marchó para estudiar, prepararse y de ese modo tomar un día el mando de las empresas de su padre. Sé que no estás aquí para que te cuente sobre mi vida, pero es necesario empezar de este modo para que entiendas. Cosme retornó 5 años más tarde cuando yo era un adolescente de 15 años. Su padre era un hombre ya mayor y enfermo por lo que el proceso de tomar las riendas de sus empresas fueron inmediatas. Fue en ese proceso que también empecé a entrar a su vida y al principio todo era perfecto. Debo decir que fueron años realmente maravillosos en los que puso el mundo entero a mis pies. Incluso desde antes de casarnos. Cuando supimos que estaba embarazada de gemelos, me sentí incapaz de dimensionar toda su dicha pues inmediatamente vería a esos bebés serían sin duda alguna parte de su legado. El mismo que él acababa de tomar de su padre. Con los meses nos dijeron que serían dos niños. ¿Sabes? Y todo estaba listo para recibirlos. Antes de que nacieran, Cosme firmó este documento donde le entregaba absolutamente todo a sus hijos una vez que cumplieran la mayoría de edad —prosiguió largo y tendido enseñándole a Renzo una copia del documento original que la señora Vilma Toledano guardaba consigo— Desde hace años, Carlotta es dueña absoluta de toda Globalcom. Cuando di a luz y uno de mis bebés resultó ser una niña, fue sin duda alguna una gran sorpresa para todos, sin embargo nada de eso cambiaría nuestro amor por ambos. Los padres aman a sus hijos de un modo puro e incondicional, y fue lo que sentimos por nuestros bebés desde el primer instante, pero todo cambió un día cuando la desgracia tocó a nuestras vidas. Mi hijo Pedro falleció al caer a un arroyo durante una de nuestras vacaciones. Fue todo en cuestión de segundos. Un descuido que ni Cosme ni yo nos lo hemos perdonado nunca porque ambos estaban pequeñitos y nos correspondía estar al pendiente de ellos a cada segundo. No obstante, mi esposo transformó con los años todo su dolor en rencor empeñándose en culpar a Carlotta de aquella desgracia.
— ¿Culparla por qué? Eran apenas unos bebés. Usted lo dijo.
— Lo eran, si. Tenían apenas 2 años. Eran unos bebés muy traviesos y Carlotta era la más hiperactiva de los dos. El día de aquella desgracia nos encontrábamos en Lugano (Suiza). Paseábamos por uno de los miradores. Los tenía bien sujetados de ambas manos en todo momento. Pedro me pidió el biberón. Me insistía mucho y solo fue un momento. Los solté solo un instante. Carlotta se echó a correr en dirección al muelle donde ya no había barras de seguridad. Al verla, Cosme y yo fuimos tras ella y del susto no nos percatamos de que Pedro nos siguió. Cuando lo buscamos él no estaba. Ninguno de los dos supo lo que sucedió. Únicamente contamos con tormentosas conjeturas como que tal vez corrió y resbaló del otro costado del muelle. Cosme se lanzó al agua, pero no lo encontró por ninguna parte. Un par de horas más tarde fueron los buzos de rescate quienes encontraron a mi bebé, sin embargo ya no había nada que hacer.
— Lo siento mucho, señora Toledano. Ni siquiera sé que decirle.
— No es necesario decir nada. Ha sido siempre como ahora. Reponerme cada día de mi vida. No hundirme en la culpa, y ponerme de pie pensando en mi hija porque a final de cuentas yo sería la única persona que tendría a su lado para acompañarla en los buenos y malos momentos. Para defenderla de todo el rencor sin sentido que su padre depositó en ella luego de la muerte de Pedro.
— ¿Ali lo sabe todo?
— Sabe lo necesario. Que tuvo un hermano y que perdió la vida de pequeño a raíz de un accidente. En cuanto a que Telecom le pertenece en su totalidad, no tiene idea alguna. Un par de meses después de la partida de Pedro, Cosme intentó deshacerse del documento original de esta copia que acabo de enseñarte. Pensó que la había quemado con todo y portafolio donde la guardaba, pero yo me encargué de resguardar el documento un par de días antes de aquella locura. Yo lo sospechaba por el comportamiento que comenzaba a fluir en él, y me encargué de hacer lo que me correspondía por el bien de mi hija. Este documento no solo lo firmó por Pedro, también lo hizo por Carlotta, por lo tanto no había razón alguna para destruirlo. Renzo, —dijo tomando las manos del chico— conozco a mi hija, y sé que no aceptará la existencia de este documento. Ha dicho en más de una ocasión que no le interesan las empresas de su padre, pero no puede cambiar su destino. Todo le corresponde a ella y debe tomar las riendas de las mismas en algún momento no muy lejano, y de eso serás tú quien se encargue de convencerla.