Alas de guerra es un relato autobiográfico que narra una parte de mi sencilla vida; es único por lo que contiene y por la forma en que se elaboró; ya que está inspirado en mis experiencias. Todo lo relatado me hace ser una persona muy especial. Suena extraño, tal vez, pero lo que conozco de mi persona; mi valentía y fuerza para luchar, hacen que me admire profundamente. Quizá porque hubo momentos en que creí no poder salir adelante; pero sí, ¡lo logré !
Me he dado a la tarea de relatar mi historia. El hecho de escribirla ha sido un medio terapéutico para liberar mis miedos más profundos. Descubrí que escribir me ayuda a enfrentar mis emociones, a conocer más de fondo mis sentimientos, porque podía sacar de lleno mi coraje, mi miedo y mi dolor, si era necesario. Al mismo tiempo, sentí que esa extirpación de sentimientos me ayudaba a sanar otros como la depresión o ansiedad. A medida que daba forma al relato iba desenredando las ideas que tenía revueltas en mi mente y, poco a poco, se fueron acomodando las emociones y sentimientos que llevaba guardados.
Cabe aclarar, que no quiero convertir esta historia en un relato de autoayuda; esa no es mi intención, porque considero que cada quien tiene distinto contexto para sanar sus heridas y cada caso necesita de un profesional especializado para encontrar el camino correcto. Este texto no tiene nada que ver con autoayuda. Yo no soy especialista en psicología ni psiquiatría para dar pautas de recuperación, eso no me corresponde, dejemos que los profesionales hagan su trabajo. Simplemente, busco dar a conocer esta difícil parte de mi vida y que la tomen como una forma de motivación e inspiración. Son relatos que muestran cómo, poco a poco, fui buscando mi propio camino, y me aferré con tanta fuerza a encontrarlo aun con las dificultades y las barreras que, en muchas ocasiones, yo misma me ponía, que ni eso fue impedimento para lograrlo.
Con esa incesante búsqueda debía auto demostrarme que nunca es tarde para luchar por los sueños, para encontrar el lugar al que pertenecía y, sobre todo, que nunca se pierde la oportunidad de empezar desde cero.
A través de este relato doy a conocer cómo, después de muchas vicisitudes, logré encontrar el sentido de mi existencia a través de una larga y dolorosa búsqueda. Al inicio, dije que tenía una gran admiración por mí misma. Se preguntarán ¿por qué esa auto admiración? Porque durante varios años he conocido personas que se rinden fácilmente ante cualquier adversidad. Yo, en cambio, me aferré tanto a la idea de tener una vida digna, que me atreví a amar la vida y abrazarme a ella con todas las fuerzas, aunque a veces sentí que me faltaban. No fue nada fácil salir de un mundo que no era el mío a otro que soñé con tener. Me costó mucho, pero las ganas de tener una vida «normal», eran desbordantes.
Si tomamos la inspiración como una chispa que enciende un fuego, porque la inspiración es inesperada, repentina casi contagiosa, y eres un lector que buscas inspiración para lograr tus metas, esta historia puede ayudarte , porque las intenciones son esas: hacer un llamado al lector de que nacimos para vivir amando lo que hacemos y valorar lo que tenemos. Considero que, si esta historia no se hubiese llamado «Alas de guerra», se llamaría «Un grito ahogado».
Seguramente a lo largo de mi vida y mi búsqueda de rescatarla y mejorarla, encontré esas chispas de inspiración en varias personas, lugares o circunstancias. De algunas me percaté, otras, tal vez, no, pero de una u otra manera alguna chispa inspiracional fue la que movió mis sentimientos para no rendirme nunca,
A ustedes lectores, espero que disfruten esta historia y que cuando la finalicen puedan contemplar la vida desde otra perspectiva; que tengan el propósito de salir a buscar sus sueños para hacerlos realidad. No los dejen desplomar, permanezcan y resistan sobremanera. La vida vale la pena.