Alas de sedosa libertad

Introducción

"La vida sigue, aunque el corazón se quede atrás".
Un dicho famoso lleno de verdad. Mi corazón, o lo que queda de el, se está quedando en el pasado.

Anclado en el recuerdo de la persona, que se llevó mi amor y mis ilusiones. Alto, elegante, cálido, con una sonrisa de miel, y una mirada de cielo. Y que llevó a cabo el voto más precioso ante dios, con la mujer y el amor de su vida. No conmigo.

Fui descartada, antes de ser elegida, y mi amor terminó, antes de empezar siquiera.
Tal vez fue lo mejor, o eso intento convencerme, mientras emprendo mi camino, hacía el futuro, rota e incompleta, con un par de maletas, y un boleto de avión.

No se, si el tiempo lo cura todo, pero si de algo estoy segura, es de que tengo y debo crecer y superarme, dejar ir el dolor, y mirar hacia el porvenir.

Mi primer intento de relación, fallida, será mi lección, para no cometer los mismos errores.
Porque como dicen "El amor, es una ilusión, y la desilusión, es el precio que se paga por tenerlo".
No pienso volver a pagar ese precio, voy a seguir adelante, hacia un futuro brillante...

En algún lugar de Puebla, México

Una figura solitaria yace en medio del aeropuerto Central, con un hermoso traje blanco, impoluto y elegante, luciendo abatido y lleno de desesperación.

Hace apenas unas horas, había llevado al altar ala mujer más importante de su vida.
Y ahora, con la mirada vacía y el corazón oprimido, se lamenta no haber llegado unos minutos antes, y tener que ver partir a esa chiquilla rebelde. Tenía tantas ganas de verla, de tomarla entre sus brazos y confesarle, lo profundamente enamorado que estaba de ella.

Había decidido reprimir sus sentimientos, y dejarla volar libre, decidido a esperar en las sombras y cuidar de ella, mientras su pequeña fuera feliz, y realizara sus sueños, todo valía la pena, pero cuando se enteró que había aceptado la beca de intercambio y que se estaba mudando al extranjero, a miles de kilómetros lejos de el, se volvió loco, salió de la recepción de la boda, y manejo lo más rápido posible para alcanzarla.

Desgraciadamente, aun llego tarde. Su vuelo debió haber salido hacia muchos minutos. Se había ido, la había perdido.

Con el dolor quemando, como hierro caliente,
Le deseó la mejor de las suerte, oró a los cielos para que la cuidarán, y para que en ese basto lugar, no se enamorara de nadie, egoístamente deseó ser el único hombre digno de ella, y prometiendo esperar a su regreso, juró no volver a dejarla ir...




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