Alas Negras

Capítulo Nueve.

RAQUIA, SEGUNDO CIELO.

ACTUALIDAD.

Herkiel se dirigió hacia la frontera entre Raquia y Ragos montado en Kiro: el pegaso favorito de su padre y que ahora él utilizaba para transportarse. Necesitaba atar el último cabo suelto que tenía para poder dar comienzo a sus planes en el plano de los humanos. En cuanto visualizó la caseta de vigilancia aumentó el ritmó del pegaso, una vez que estuvo a unos metros descendió de las alturas y continúo cabalgando sobre Kiro.

—¿Qué tenemos? —preguntó Herkiel, a Tiarsus cuando se adentró en la caseta.

Tiarsus era el consejero y mano derecha de Herkiel desde hacía más de 200 años.

—Lo hemos rastreado hasta Dangaron, enviamos a un grupo de querubines a su casa, pero al parecer ya se había ido de ahí —explicó—. Volvimos a buscarlo con el rastreador angelical, pero desapareció.

El buscador angelical era una base de datos en la que se encontraban todos y cada uno de los ángeles pertenecientes al plano celestial. Esta indicaba en que parte se encontraban, incluso aún después de muertos.

—¿Desapareció? Eso es imposible, no puede desaparecer solo así —dijo Herkiel, fulminando a Tiarsus con la mirada.

—Desapareció señor, al igual que el grupo de troneines.

—¿Qué tan difícil puede ser encontrarlos? Utiliza el rastreador angelical otra vez— gruñó. «¿A caso debo hacer todo yo?», pensó el ángel.

No había muchos lugares en donde los troneines pudieran esconderse, así que Herkiel no entendía cómo es que aún no podían encontrarlos.

—Lo hemos intentado más de diez veces, señor y no aparece nada, es cómo si se los hubiese tragado la tierra —dijo Tiarsus, cargando los nombres de los troneines en el buscador.

—¿Y las brujas? —inquirió con amargura, viendo el mapa del plano de los humanos proyectado frente a él.

—Solo hemos encontrado dos aquelarres hasta el momento, estamos seguros de que hay más, pero las malditas saben esconderse muy bien. Las marcas rojas indican la ubicación, solo es cuestión de que usted de la orden —contestó Tiarsus, apretando el botón de búsqueda en el rastreador.

Herkiel esperó a que el rastreador arrojara los resultados. “Paradero desconocido” leyó en cada uno de los nombres que su consejero había buscado. Eso solo podía significar una cosa, los troneines estaban trabajando junto a las brujas, no había otra explicación para que desaparecieran por completo. Enfurecido por la traición de su gente, ordenó a Tiarsus comenzar con el plan.

—Primero destruye los dos aquelarres y después continua con el plan —ordenó.

—¡Sí, señor! —dijo y salió de la caseta.

Si su gente prefería trabajar con las brujas que estar de su parte, les esperaría el mismo destino que a ellas.

 

PLANO DE LOS HUMANOS

ACTUALIDAD.

Barakiel caminó detrás de Giselle al interior de la casa de la bruja, subieron las escaleras y se adentraron en la tercera habitación. Después de que Giselle mencionara el conjuro salieron de la habitación y la bruja lo llevó a otra habitación.

—Esta será tu habitación —dijo, abriendo la puerta e indicándole al ángel que entrara—. Puedes acomodar tus cosas en el closet, cuando termines baja a la sala.

—Gracias —respondió Barakiel, colocando la maleta sobre la cama.

Giselle asintió y se retiró de la habitación dándole privacidad a Barakiel. El ángel acomodó sus pertenencias dentro del closet y cuando terminó bajó a la sala, en donde se encontró con los troneines y las dos brujas, sentados conversando.

—Alteza —saludó el grupo de ángeles a coro al verlo.

El ángel los miró sintiéndose incómodo.

—Barakiel, ya se los había dicho —murmuró—. ¿Qué hacemos aquí? —preguntó, adentrándose en la sala.

—Tenemos un plan para acceder a Rogan—dijo Xicaran.

La noche anterior mientras cenaban habían ideado un plan para que Barakiel recuperara sus alas.

—Yo también he pensado en algo —comentó, tomando asiento en el único lugar que quedaba vacío—. ¿Cuál es su plan? —indagó.

—¿Por qué no dice usted primero el suyo? —murmuró con amargura uno de ellos.

—¡Eroan! —le regañó Moidel—. No le haga caso señor, está resentido con la vida.

—¡No estoy resentido con la vida! Estoy resentido con…

—A ver tranquilos, si Eroan quiere escuchar mi plan primero está bien, no tengo ningún problema en hacerlo —los interrumpió Barakiel—. Mi plan es acceder desde el bosque Kolvan, ahí hay una cueva la cual está conectada con el límite entre Raquia y Rogan, de ahí avanzaré hasta el palacio. Ragastra me dijo que le comentaron que Exul guardó mis alas en una de las habitaciones, estoy seguro de que están en el ala este, por lo que me adentraré desde la segunda torre —hizo una pausa—. Pero para eso ocupo que alguno de ustedes me suba hasta ahí —dijo.

Barakiel estaba seguro de que la entrada a la cueva no estaba dentro de los registros de las potestades, había habilitado esa extensión en secreto para poder visitar a Eanneliza y nadie además de Edraron conocían de ella.




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