Alas Negras

Capítulo Diez

***Nota de la autora***

Hola mis queridos lectores, primero que nada quiero pedirles una disculpa por no haber actualizado en estos casi dos meses. Para los que no sepan mi trabajo me deja poco tiempo libre y créanme que trato de escribir en ese tiempo, pero hay veces que termino tan cansada que lo único que quiero es dormir. Sé que no es excusa y que si estoy subiendo esta historia debería ser más constante, cosa que en verdad trato, pero hay veces que el tiempo no me alcanza. Sin embargo, agradecería que me tuvieran un poco de paciencia. No piensen que voy a cancelar la historia o algo por el estilo, porque no es así, voy a tratar de volver a subir capítulos cada semana como lo hacía antes, en caso de que no pudiera  lo haría cada dos semanas, pero de que continuaré con la historia lo haré.

Sin más que decir, disfruten el capítulo =)

 

 

PLANO DE LOS HUMANOS.

ACTUALIDAD.

Habían pasado aproximadamente 200 años desde la última vez que Barakiel había estado ahí, pero el bosque no había cambiado en lo absoluto. Los árboles que marcaban la frontera entre Kolvan y el pueblo vecino seguían ahí, solo que ahora estaban cubiertos por distintas tonalidades de verde gracias al verano.

La luz de la luna que se filtraba entre los espesos árboles era lo único que iluminaba el lugar, dejando entrever a los ángeles el interior del bosque. Xicaran y Moidel caminaban detrás de Barakiel con cautela, estaban preparados para pelear en cualquier momento, no obstante, tenían la esperanza de no tener que hacerlo hasta cruzar el portal.

Conforme avanzaban las condiciones del camino empeoraban, a menudo se resbalaban con las matas de hierba oscura y espesa o tropezaban con algunas rocas. Para Barakiel no era nada nuevo, había pasado gran parte de su tiempo con Eanneliza caminando en el interior de ese bosque así que estaba familiarizado con el terreno. En cambio, para los troneines si era algo nuevo, ellos estaban acostumbrados a cruzar ese tipo de caminos montados en un pegaso o en su defecto sobrevolarlos.

—Bien, hemos llegado —anunció Barakiel a dos metros de la cueva.

Los troneines se detuvieron de golpe al escuchar a Barakiel.

—Escuchen, no sabemos lo que pueda haber adentro. Así que manténganse atentos y no bajen la guardia, ¿entendido? —les dijo, mientras sacaba una daga del bolsillo trasero de su pantalón. La hoja era de acero Kogary, forjada para los ángeles reales por los mejores querubines de Rogan. Ningún otro acero se comparaba al acero Kogary. Este era liviano y tenía un filo capaz de atravesar cualquier cosa.

Xicaran y Moidel asintieron y al igual que el ángel sacaron las dagas que Ragastra les había prestado. Estas no podían matar a un ángel, pero si podían herirlo de gravedad, gracias a que la bruja las sumergió en una poción de Beroda. Decididos se acercaron a la entrada de la cueva y echaron un vistazo rápido al interior. El olor a moho y humedad se hizo presente de inmediato provocando que Xicaran hiciera una mueca de asco.

—¡Alomius! —manifestó Barakiel, haciendo aparecer una luz flotante frente a ellos para iluminar el lugar—. Andando.

Los tres ángeles caminaron adentrándose un poco más en la cueva y se detuvieron al toparse con la pared al final de esta. Moidel palpó las tres paredes con su mano y al no encontrar nada frunció el ceño.

—¿Estás seguro de que el portal sigue abierto? —preguntó Moidel al ver que no había rastro de este. Lo único que los rodeaba eran las paredes cubiertas de tierra y el creciente moho en ellas.

¡Tesio! —murmuró Barakiel tocando la pared al final de la cueva.

La pared frente a ellos vibró por unos segundos y después volvió a la calma. Desde que Barakiel había creado el portal, lo había ocultado para evitar que otras personas lo encontraran.

—No esperabas que estuviera activo a cualquier persona, ¿o sí? —dijo Barakiel, observando a Moidel.

—Se supone que si es un portal secreto debe estar oculto, bobo —obvió Xicaran. Haciendo gruñir a su compañero.

—Cuida tus palabras, niño—gruñó Moidel haciendo reír por lo bajo a Xicaran.

La verdad es que Moidel tenía poca experiencia con los portales, el único que conocía era el que había utilizado toda su vida y ese era el que todos los troneines utilizaban para ir y venir del plano celestial.

—Ok, escuchen. No sabemos qué es lo que pueda haber del otro lado así que voy a preguntar esto solo una vez. ¿Están seguros de querer hacer eso? ­—preguntó Barakiel en tono serio.

Los dos troneines asintieron sin titubear. Ambos eran conscientes de la situación, cruzar el portal significaba que estaban en contra de Herkiel y que eso probablemente terminaría en una guerra la cual no estaban seguros de ganar, pero sin lugar a duda preferían morir defendiendo a la humanidad que contribuir a la erradicación de esta.

—Si estás esperando que te dejemos la gloria a ti solo, espera sentado, porque nosotros no iremos a ningún lado —dijo sonriendo Moidel, dándole unas palmadas en el hombro.

Xicaran asintió en acuerdo con Moidel y Barakiel rio por lo bajo.




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