Susan estaba de pie en la puerta del estudio, con las palmas de las manos ligeramente sudorosas. Estaba claro que debería haber encontrado los papeles y haberse marchado antes, pero siempre tenía la sensación de que algo la estaba esperando. Respiró hondo y empujó la puerta. Dentro, el ambiente era sombrío, Lucas sentado en su amplio escritorio, mirando fijamente su ordenador como si no se hubiera dado cuenta de su llegada.
──Es hora de que descanses.
Habló en voz baja, intentando no sonar demasiado brusca.
Lucas no levantó la vista, con los ojos fijos en la pantalla mientras escupía las palabras con frialdad:
──¿Qué haces aquí?
Susan se quedó helada, con el corazón acelerado. Se mordió ligeramente el labio inferior, haciendo acopio de sus emociones antes de entrar y acercarse al escritorio.
──...... Sólo estaba buscando algo.
La voz era débil, como si temiera despertar algo. Pero sabía que tenía que mantener la calma.
Lucas por fin levantó la vista, y la mirada la recorrió como una cuchilla de hielo, con evidente desdén.
──Sabes que éste no es lugar para ti.
El tono se volvió más frío, casi autoritario.
──No voy a repetirte que no te metas en mis asuntos.
A Susan se le encogió el corazón y la ira la invadió. Reprimió el fuego y se obligó a dejar de vacilar.
──No quiero meter las narices en tus asuntos, pero tampoco deberías pensar que puedes manejar todos tus asuntos tú sola.
Levantó la voz poco a poco, incapaz de resistir una pizca de impaciencia.
──Este matrimonio es un trato para ti, y no es diferente para mí. Ambos estamos intercambiando lo que cada uno quiere, así que no me trates como si fuera aire.
Los ojos de Lucas se agudizaron al instante y su mano se tensó sobre la carpeta de su escritorio, con los nudillos blancos como si estuvieran a punto de estallar.
──¿Me estás amenazando, Susan?
Ella apenas hizo una pausa.
──No es una amenaza, sólo constato un hecho.
Ella sintió que el corazón le latía más deprisa, pero mantuvo la calma.
──No hay calor entre nosotros, sólo interés. Tú quieres mi obediencia, yo quiero la herencia. Entre tú y yo, nadie tiene derecho a ser superior.
Lucas se puso de pie y se acercó a ella con paso firme pero poderoso, el aire se sentía como si estuviera siendo presionado con tanta fuerza que no podía fluir, Susan inconscientemente dio un paso atrás, pero rápidamente se detuvo. Sabía que no debía inmutarse.
Lucas se burló, con un repentino brillo complejo en los ojos.
──Tienes más pelotas de lo que pensaba.
Hizo una pausa, sus ojos se volvieron un poco esquivos, pero rápidamente los aplastó de nuevo.
──Pero harías bien en recordar que de lo que dependes ahora mismo es de la oportunidad que te estoy dando, no de las cualificaciones que tengas para hacer un trato conmigo.
──¿No estoy cualificada?
La comisura de los labios de Susan se curvó en una sonrisa amarga.
──Si no estoy cualificada, ¿por qué estás dispuesta a pasar este «matrimonio» conmigo?
Lucas frunció ligeramente el ceño, su expresión seguía siendo fría. Tras unos segundos de silencio, susurró:
──No lo entiendes.
Se volvió hacia la ventana, dándole la espalda.
──Será mejor que entiendas que te cuesta mucho enemistarte conmigo.
Susan le miró a la espalda, de repente un poco confusa. En ese momento, fue como si viera algún tipo de emoción en los ojos de Lucas, sólo un destello, pero suficiente para que la conmocionara. Quiso replicar, pero, de repente, sus ojos vislumbraron la pantalla del ordenador, con las palabras claramente visibles:
«Investigación de la pérdida de capital del Grupo».
El corazón le latía con fuerza y la cabeza de Susan se llenó de preguntas. Bajó la mirada pensativa, completamente ajena al hecho de que se había acercado silenciosamente a la mesa.
Lucas pareció notar la diferencia en ella, y cuando se volvió, su rostro se tornó instantáneamente aún más sombrío.
──¿Qué estás mirando?
Susan recobró el sentido, casi inconscientemente retrocedió unos pasos y respiró hondo en un esfuerzo por ocultar su congelación.
──Nada, acabo de ver ...... algo que no tiene nada que ver.
Su tono era un poco dubitativo, pero sus ojos estaban firmemente clavados en Lucas.
Lucas guardó silencio unos segundos y habló con frialdad:
──No me molestes más.
Esas palabras fueron como una última advertencia, Susan vio sus ojos fríos y supo que no tenía sentido decir nada más. No tuvo más remedio que darse la vuelta y salir del estudio.
En el momento en que la puerta se cerró, sus pasos vacilaron ligeramente. El contenido de aquella investigación en la pantalla le partió el corazón como un rayo. De repente, tuvo una premonición inquietante: detrás de este «matrimonio por contrato», me temo que hay un misterio más complicado que la herencia.