Alba

Capítulo 5: La pista oculta

Susan estaba sentada en el escritorio de la habitación de su madre, con los dedos revolviendo un montón de cartas. El aire desprendía un olor a perfume rancio, como si cada objeto le susurrara el pasado de su madre. La cabeza le zumbaba al hojear los sobres, y sentía como si cada membrete le examinara las entrañas. Cada carta era un recordatorio silencioso: ¿conocías a tu madre? Claro que no, no lo entiendes en absoluto.

De repente, una carta menos parecida le llamó la atención. El sobre era más grueso que los demás, sus bordes amarillentos como un antiguo secreto. Se quedó inmóvil, con los dedos tocando ligeramente el sobre, pero el corazón le latía demasiado deprisa para hablar. Respiró hondo y lo abrió como si su vida se desgarrara con él.

La carta decía: «Querido Lucas, sé que nunca lo entenderás, pero hay cosas que ya no se pueden ocultar. La relación entre tu padre y yo no sólo es un secreto familiar, sino también un pacto silencioso entre nosotros.»

Los ojos de Susan se detuvieron en ese párrafo y todo su cuerpo se congeló. Probablemente estaba parpadeando, pensó, o tal vez, realmente estaba loca: ¿su madre había tenido una relación con el padre de Lucas? Su madre, la mujer que siempre sufría todo en silencio, ¿ocultaba un secreto tan impactante?

Dejó la carta en el suelo, con los dedos blancos, y el mundo ante ella perdió de repente la gravedad. Su corazón latió tan rápido como un tambor y su cabeza se quedó en blanco. Se sintió como si hubiera caído en un pozo, subiendo sólo para descubrir que se hundía cada vez más. El secreto de su madre, el padre de Lucas y todos esos años, todo lo que había entre ella y Lucas. Qué tonta había sido al no darse cuenta de que había sido un peón hace mucho tiempo.

──Hecho. Se susurró a sí misma, con un destello de cansancio en los ojos. Todo había terminado. Estaba aquí sentada como una tonta, esperando a ser engullida por aquel ridículo secreto.

Exhaló un largo suspiro, con los ojos nublados. ¿Calma? ¡Cálmese de una vez! Empezaba a preguntarse si debía quemar la carta o tirarla a la basura. Pero no, tenía que averiguar qué demonios estaba haciendo su madre. Respiró hondo, se levantó y guardó el papel de la carta, con los ojos resueltos: bueno, ya que el destino me ha empujado hasta aquí, seguiré adelante.

Mientras tanto, Lucas estaba de pie en su estudio cuando por fin colgaron el teléfono. La noticia de que Martin acababa de llamar le había puesto a cien: Graham había empezado a adquirir en silencio las acciones del Grupo Sterling, y cada batalla que se escondía tras el capital social era como una flecha oculta. Lucas tiró el teléfono sobre la mesa, sus ojos escudriñaron fríamente la escena nocturna al otro lado de la ventana, la ciudad parecía un monstruo gigante a la luz.

──¿Cómo se atreve? murmuró Lucas, con una voz tan fría que podría congelarse. Se dio la vuelta y su mirada se posó inconscientemente en una foto de su escritorio: Susan sonreía con tanta dulzura, pero aquellos ojos no eran realmente felices. Siempre estaba un poco preocupada, como alguien que siempre está pensando en los demás. El corazón le dio un vuelco. Ah, Susan, seguramente escondía un secreto detrás de su sonrisa.

──Maldita sea ...... Maldijo en voz baja. Esta mujer, ¿cuándo va a dejar ese disfraz? Se echó todos sus problemas a la espalda, incluso a Susan, la dejó de lado.

El teléfono volvió a sonar, la voz de Martin era grave y urgente ──Lucas, la situación es más complicada de lo que pensábamos. No sólo Graham está comprando acciones, está presionando desde fuera, y la situación ya no es buena.

──Lo sé. Lucas bajó la voz y respondió con calma. Sigue vigilando sus movimientos.

Colgó el teléfono, se inclinó sobre la mesa y respiró hondo. Había silencio en el ambiente, un silencio que le hacía doler la cabeza y casi podía oír la ansiedad en su interior. Sí, el desafío de Graham había comenzado, pero lo único que no podía permitirse ignorar era a la mujer que se había alejado de él: Susan.

De repente recordó cómo había cambiado últimamente. Ya no confiaba en él como siempre lo había hecho, y en sus ojos se percibía un creciente desapego. Con un vuelco en el corazón, cayó en la cuenta de que el problema entre él y ella era mucho más complicado de lo que había imaginado.

Por el momento, Susan seguía sentada a la mesa, sumida en sus propios pensamientos. Miraba fijamente la foto de su madre, con la cabeza agitada. Aquella carta había sido como un relámpago, abriendo en canal todo lo que sabía de su madre. Creía saberlo todo sobre su madre, pero ahora se daba cuenta de que sólo había visto una máscara. El corazón le pesaba tanto que parecía aplastarla, pero sabía que la respuesta estaba oculta en aquella carta.

──Quizá tengo que averiguar qué trama realmente mi madre. Susurró en voz baja, pero decidida.

Se levantó y guardó rápidamente la carta, con los ojos fijos en la oscuridad de la ventana. Lo comprendió. Ya no era la niña que dependía de su madre para todo. Había llegado el momento de resolver este complicado misterio familiar. Fuera como fuera, tenía que descubrir la verdad.

Y en ese momento, la figura de Lucas desapareció en la noche, aún llena de confusión y enredada en su interior. La distancia entre las mentes de las dos personas parecía alejarse cada vez más, pero sus destinos llevaban mucho tiempo entrelazados silenciosamente en algún lugar invisible.




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