Susan deambulaba por los pasillos, copa de vino en mano, el suelo bajo sus pies liso como un espejo, reflejando cada uno de sus pasos. Los sonidos de las risas y las conversaciones eran tan ásperos que parecían provocar su paciencia. Inconscientemente, miró hacia la esquina, donde Graham estaba de pie con algunos accionistas, sonriendo ampliamente, pero con un escalofrío en los ojos. Respiró hondo y pensó: «Esto no es más que otro favorito de la familia, como siempre. Tranquila, no te dejes engañar.
──«Susan, hoy eres un regalo para la vista». Emma se acercó por detrás, su tono coqueto no pudo ocultar una pizca de alivio.
──«Tú tampoco estás tan mal, esta noche prácticamente sales de la portada de una revista». Susan forzó una dura sonrisa.
──«¡Claro que sí! Pero a diferencia de ti, esta noche pareces un peón metido con calzador». Emma se echó a reír.
Susan sólo pudo reír suavemente, sabiendo que decía la verdad. Ella no pertenecía a este lugar, no tenía antecedentes, nada más que el poco dinero que su madre le había dejado. Todas las miradas de la cena familiar parecían estar evaluando si merecía el puesto. Pero, ¿qué otra opción tenía?
Casi a la mitad de la cena, Graham se acercó por fin a ella, con la copa en la mano y un paso pausado y decidido. La miró a la cara, con aquella sonrisa que le ponía la carne de gallina en los labios.
──«Susan, me sorprende que hayas conseguido mantener la decencia en este ambiente». Su voz era grave, con un toque de provocación.
──«Intento adaptarme, después de todo, yo no elegí esta ocasión». Susan levantó la vista para encontrarse con su mirada, y se la devolvió con frialdad.
Graham gruñó y dio un sorbo a su bebida como si no le importara su respuesta. ──«Sinceramente, no es malo que Lucas te eligiera a ti. Alguien como tú es, al menos en cierto modo, observable para el mundo exterior. Es sólo que ......» Dio la vuelta a sus palabras y susurró: “Ya sabes, ciertas personas, no son de fiar, especialmente ella”.
En ese instante, el corazón de Susan se sintió como agarrado por una mano, tan apretado que no podía respirar. Pero mantuvo la calma en apariencia. ──«¿Estás diciendo que hay algún tipo de connivencia ulterior entre la familia y yo?». La calma de su voz la hizo parecer más provocativa.
Graham se quedó inmóvil un momento y luego se rió: «Eres lista. No todo el mundo tiene tanta suerte como tú». Miró alrededor de la habitación y susurró: «Tarde o temprano, Lucas se dará cuenta de que ciertas personas, son su talón de Aquiles».
Su sonrisa se congeló. ¿Talón de Aquiles? Bien, ya que te gusta tanto provocar, te seguiré el juego. Dejó el vaso y miró fijamente a Graham. ──«¿Así que te refieres a mí?» Sus palabras eran tan afiladas como un cuchillo, ligeramente, pero lo suficiente para hacer que los corazones de la gente se tensaran.
Un destello de sorpresa brilló en los ojos de Graham, pero luego volvió la indiferencia, ──«Ya lo verás, Susan». Terminó, se dio la vuelta y se alejó.
Susan se quedó allí, con ondas ondulando en su mente. Las palabras de Graham no eran vacías. Las luchas de la familia eran cada vez más complicadas, y ella podía sentir que los desafíos que se avecinaban eran cada vez más duros. Miró a Lucas, que seguía de pie en el otro extremo del salón, con una copa de vino en la mano y los ojos fríos como el hielo mientras observaba a los invitados a su alrededor. Era como si la estuviera poniendo a prueba con cada choque de miradas. Y sus palabras: afrontarlo todo sola, sin querer siquiera darle apoyo.
Sentía un vacío en el corazón, una incontrolable sensación de pérdida. Pero sabía que no podía permitirse ser vulnerable, no podía dejar que nadie viera su debilidad, especialmente Lucas.
Al final de la cena, los invitados se marchaban y las luces se apagaban. Iba a volver directamente a su coche, pero no pudo evitar detenerse en seco al oír el comentario de Graham. Estaba de pie en un rincón, hablando en voz baja con algunos accionistas, y sus ojos la miraban de vez en cuando. Finalmente, su mirada se posó en ella y habló en voz baja:
──«Tarde o temprano, se convertirá en tu talón de Aquiles».
Estas palabras fueron como una bomba de relojería, enterradas en lo más profundo del corazón de Susan. No se volvió, aferrando el bolso en la mano, las complejas emociones de su interior no pudieron calmarse en mucho tiempo. La cena familiar de esta noche era mucho más complicada de lo que ella había imaginado. Las amenazas de Graham, la indiferencia de Lucas y su propia confusión sobre el futuro se entrelazaban para atraparla.
Respirando hondo, Susan levantó la cabeza y salió. No había vuelta atrás, pasara lo que pasara.