Alba

Capítulo 9: Una vigilia solitaria

La cena había terminado, el ajetreo se desvanecía y las luces de la casa seguían encendidas, reflejando el salón vacío. Susan yacía en la cama, dando vueltas, con la cabeza llena de aquellas palabras del lecho de muerte de su madre. Qué herencia, qué dictado, como si de repente todo su mundo se hubiera vuelto loco. Pensó que al heredarlo todo de su madre, la vida sería un poco más tranquila. ¿Y qué ocurrió? Tormenta tras tormenta, no había tiempo para recuperar el aliento.

Se levantó y salió de la habitación en silencio. Era de noche, y la mansión de la familia Sterling estaba helada por la luz de la luna, los jardines tenuemente perfumados y el aire fresco. Decidió dar un paseo, tal vez para calmarse y averiguar qué demonios estaba haciendo.

En el jardín, algunas luces se derramaban por el sendero entre los árboles, como estrellas en el cielo. Caminó despacio, con los ojos fijos en el vaivén de las hojas, su estado de ánimo seguía siendo un caos. Justo cuando estaba a punto de doblar la esquina, vio de repente a Lucas de pie, no muy lejos, apoyado en el muro de piedra, con un cigarrillo en los dedos, el humo llenando el aire y difuminando su rostro.

Se detuvo, mirándole fijamente. Él no la miró, sus ojos se clavaron en el cigarrillo, sin darse cuenta de que ella estaba allí.

──¿Aún estás despierto? no pudo evitar preguntar, con voz suave.

Lucas no contestó y tardó un rato en levantar la vista, con los ojos fríos.

──Es demasiado tarde para dormir. Su voz era baja, cansada, y de todos modos, era ese tono frío de no querer preocuparse.

Su corazón se hundió. Seguía teniendo esa mirada. No dijo nada, se le acercó en silencio y se puso a su lado. Se quedó parada, sin atreverse a hablar de nuevo. Sentía un millón de cosas que quería decir, pero las palabras se le atascaban en la boca.

──¿Estás pensando en algo que no deberías mencionar? Finalmente cedió, con un poco de anticipación, su voz teñida con una pizca de impotencia.

Lucas se congeló un poco, levantó los ojos para mirarla, un pequeño destello brilló en sus ojos, e inmediatamente volvió a la indiferencia.

──Hay cosas que no se deben sacar a colación.

Su tono frío fue como un muro que hizo que el corazón de Susan se hundiera. Sabía que había un secreto detrás de esas palabras, pero también sabía que ese hombre no quería que ella indagara.

──¿De verdad crees que puedes librarte de todo no mencionando el pasado? no pudo evitar decir provocativamente.

Lucas sonrió con frialdad, sus ojos se volvieron gradualmente distantes, chasqueó la lengua y arrojó la colilla al macizo de flores, susurrando:

──Hace tiempo que el pasado carece de sentido.

Su tono era duro, sin rastro de emoción. Pero ella sabía muy bien que tras esas palabras se ocultaba algún tipo de dolor. ¿Era dolor o algún tipo de recuerdo insoportable? Ella no lo sabía, o mejor dicho, no se atrevía a tocarlo en absoluto.

Bajó la cabeza y sonrió de repente. Había algo de autodesprecio e impotencia en esa sonrisa.

──En realidad no eres tan desalmado como crees, ¿verdad? dijo en voz baja, casi inaudible.

Los ojos de Lucas se movieron de repente, como si hubiera oído algo. Pero no dijo nada, en su lugar dijo fríamente:

──Deberías irte a descansar.

Tras decir eso, dio media vuelta y se marchó, con paso firme, como si todo volviera a empezar de cero.

Susan se quedó en su sitio, observando cómo su espalda desaparecía en la noche. Tenía el corazón un poco perdido, pero no podía hacer nada al respecto. No fue tras él ni le llamó. Sabía que Lucas tenía su pasado y sus defensas. Ella sólo podía esperar, esperar el día en que él estuviera dispuesto a enfrentarse a su yo roto.

Estaba de pie en el jardín mientras la brisa soplaba, disipando parte de su cansancio y decepción. Respiró hondo y de repente se dio cuenta de que la gente no rompe las relaciones de golpe. Ella esperaría, esperaría el día en que Lucas se despojara de esas defensas, igual que había visto la más leve grieta en sus ojos.

En la quietud de la noche, Susan sonrió. Aunque la sonrisa estaba teñida de un poco de amargura, creía que tal vez algún día Lucas vería la sinceridad en sus ojos, igual que ella había visto la grieta en los suyos.




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