Alba X Aurora

Capitulo 8

**Capítulo 8: El Ascenso de la Oscuridad**

El resplandor de la joya se desvanecía lentamente, pero en su lugar, una energía oscura comenzó a emerger de su núcleo. Isabela, aún aferrada a la joya, sintió una corriente fría atravesar su cuerpo. Sus pensamientos se nublaron, y su corazón, que alguna vez estuvo lleno de esperanza y amor, comenzó a endurecerse.

"Isabela, ¿estás bien?" preguntó Tomás con preocupación, viendo la transformación en los ojos de su amada.

Isabela lo miró, pero su mirada era diferente. Era fría y distante, como si una parte de ella hubiera desaparecido. "Sí, Tomás. Estoy bien," respondió con voz monótona.

Tomás se acercó, intentando tomar su mano, pero la joya emitió una pulsación oscura que lo hizo retroceder. "Isabela, algo está mal. La joya... está cambiándote."

Isabela apretó los dientes, sintiendo el poder oscuro apoderarse de ella. "Debemos salir de aquí," dijo con firmeza, su voz carente de emoción. "No hay tiempo para dudas."

Mientras intentaban encontrar la salida, la influencia de la joya se hacía más fuerte. Un cristal oscuro comenzó a formarse alrededor del corazón de Isabela, envolviendo su alma y apagando sus sentimientos. Con cada paso, la oscuridad se extendía, afectando a todos los que se cruzaban en su camino.

Don Rodrigo, viendo la transformación de Isabela, sonrió con malicia. "Finalmente, el poder de la joya se ha desatado. El reino caerá en mis manos."

Isabela, ahora completamente bajo el control de la oscuridad, se volvió hacia Tomás. "Debes irte, Tomás. No puedo protegerte más. La oscuridad... está consumiéndome."

Tomás, con el corazón roto, intentó razonar con ella. "No, Isabela. No puedo dejarte así. Lucharemos juntos."

Pero Isabela ya no podía escuchar. La joya brilló con una luz siniestra, y una fuerza invisible empujó a Tomás lejos de ella. "¡Vete!" gritó, su voz resonando con una mezcla de dolor y frialdad.

Tomás cayó al suelo, herido y desesperado. "No te dejaré sola, Isa. Te prometo que volveré por ti."

Isabela, ahora completamente transformada, levantó la mano y una ola de energía oscura barrió el palacio, destruyendo todo a su paso. Los nobles, los guardias, incluso Don Rodrigo, fueron desvanecidos en un instante, sus cuerpos convertidos en polvo por el poder abrumador de la joya.

Con lágrimas invisibles, Isabela miró el caos que había desatado. Su amor por Tomás, su esperanza, todo había sido consumido por la oscuridad. Sabiendo que no había marcha atrás, tomó una lámpara de aceite y se dirigió hacia el bosque, sin mirar atrás.

El bosque era un lugar de sombras y susurros. Cada paso que daba, el camino se volvía más incierto. Los árboles parecían susurrar su nombre, como si intentaran advertirle de un destino aún más oscuro. Pero Isabela no prestó atención. Sabía que debía continuar, sola y sin emociones, su corazón ahora un cristal oscuro.

Finalmente, se detuvo en un claro, donde la luna iluminaba la noche con una luz pálida. Levantó la lámpara y, con un último suspiro de lo que alguna vez fue su humanidad, se adentró en la oscuridad, dejando atrás un reino destruido y un amor perdido.

La historia de Isabela se convirtió en una leyenda de advertencia en Valle Sereno. Una historia sobre cómo el poder y la oscuridad pueden consumir incluso los corazones más puros. Y en el silencio del bosque, su figura solitaria continuó su marcha, una sombra que se desvanecía en la noche.



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En el texto hay: relato corto

Editado: 28.02.2025

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