Alec

Parte 2

- Hay dos opciones por las cuales todo el mundo está mirándonos... Una: De verdad estoy malditamente sexy hoy, y mi intento por parecer una chica normal y fea de dieciséis no ha funcionado...

 - ¿0? - Anastasia me miró como si esa opción no contara para nada.

Dime por favor que no tengo un maldito moco o voy a enloquecer. - Ana rió fuertemente y negó con la cabeza.- Bien, entonces es la primera. 

- Todos nos miran porque somos nuevas en un pueblo con tan solo dos mil habitantes. Todos se conocen con todos y a nosotras nadie nos conoce, ¿okey? 

Tú tienes tus teorías, yo tengo las mías. Podemos vivir en paz con eso.- Ana sacudió la cabeza.

 - Tenemos que ir a secretaría para que nos den nuestros horarios. - Asentí y comencé a caminar. Pare cuando vi a Ana quedarse quieta viéndome.- ¿Acaso sabes dónde es? 

Maldita sea.

 Miré a mí alrededor. Entre los susurros y las miradas fijas me puse un poco nerviosa. Sí, yo Ali estaba malditamente nerviosa por estos idiotas adolescentes que no saben disimular nada de nada. Una chica paso junto a mí y toque su hombro, me miró fijamente y sonrió.

 Espeluznante. 

Disculpa, ¿Sabes dónde está la secretaría? - Asintió con la cabeza.

 - Entra a la escuela, sigue derecho hasta el final del pasillo, segunda puerta a la derecha.- Volvió a sonreír. Le agradecí y se fue. Mire a Ana. 

Final del pasillo segunda puerta a la derecha.- Ella saltó de la emoción y me tomó del brazo mientras entraba siendo un rayo de sol a la escuela. 

Dios, permite que su emoción se vaya mañana.

(...)

 Después de ir a la secretaría y revisar nuestros horarios, conseguimos un tour guiado por la secretaria. Nuestra primera clase era Biología. 

Gracias Dios por hacer de mi mañana, un día mejor. 

La secretaria tocó la puerta del aula e hizo una seña al profesor para que saliera un segundo.

 - Señor Young, ellas son Anastasia y Alice, son nuevas en el pueblo. Sus padres trabajan en las afueras, en la cuidad, y hoy es su primer día. Espero que no sea una molestia recibirlas un poco tarde. Estuve enseñándoles la escuela un poco.

 -Está bien, pero sepan que no soporto la impuntualidad

El señor Young era un barrigudo de unos cincuenta y tantos, con muy poco pelo, un bigote un tanto gris en su rostro y una nariz respingona.

Todo un Adonis. 

Llevaba un traje a cuadros color marrón y verde oscuro y una camisa negra. Completa y totalmente de moda. Pero vamos, que se yo de moda. Aunque la mirada que tenía Ana era la misma que yo, supuse que estaba pensando lo mismo. Parecía un tanto antiguo, del típico "No impuntualidad, trabajos a tiempo, no copiar en las pruebas." Ya podía oír su voz diciendo "SEÑORITA MORGAN, NO PUEDE DORMIR EN CLASE. A DETENCIÓN."

 Sip, eso pasaría.

 Entramos al aula junto al profesor y él miro fijamente a la clase, mientras la clase miraba directo a nosotras, yo... Bueno, yo veía la pared. 

Hola pared, vieja amiga... ¿Acaso es eso un chicle pegado allí?

 - Clase.- Me sobresalté ante su potente voz y desvíe la mirada a él. - Ellas son las nuevas alumnas y nuevas en la ciudad. Las señoritas...- Él nos miró y yo reaccioné después de parpadear un par de veces. 

MorganAlice y Anastasia Morgan. - Él asintió. 

- Bien, quiero que todos presten atención a lo que voy a decir...

 Y ante esas palabras mi atención volvió a la pared. No era una persona con problemas de atención para decir verdad. Pero si combinas 'Biología' con 'Profesor rechoncho'... Exacto. Nunca tienes que combinar esas palabras. Jamás.

 Corrí la mirada cuando sentí a Ana jalarme de la muñeca y acercarse a mi oído. 

- Repíteme por qué nos apellidamos Morgan y no Cardoso. - Dijo entre dientes.

 - Porque Anastasia Morgan suena mucho más sexy que Anastasia Cardoso, y tú lo sabes. - Ella revoleó los ojos. 

-... Y sin más que decir, les damos la bienvenida a este templo de sabiduría y aprendizaje, pueden tomar asiento. - Saqué mi mirada de la pared otra vez para ver a los asientos.

 Dios, sé que me odias, pero en serio no tenías razones para hacer esto.

Solo había dos malditos asientos desocupados en los pupitres de dos personas. Y ambos estaban separados. Uno estaba al final del salón, junto a un chico al que no podía verle la cara, pero estaba segura que era un chico, porque las mujeres no pueden tener esa espalda y ese cabello.

 Bonito cabello. 

Y el otro estaba en medio del salón junto a un chico de tez un poco morena, cabello oscuro y bonitos ojos marrones. Estaba sonriendo. 

Corrección, le estaba sonriendo a Ana. 

- Yo tomo el del chico bonito, suerte.- Dijo sonriente. 

Maldita sea Ana. Tú y tus malditas hormonas alborotadas.

 Suspiré y acomodé mi mochila firmemente sobre mi hombro, mientras caminaba por el pasillo hacia el final del aula, fulminando con la mirada a Ana, que no dejaba de mover sus pestañas ante el chico de la resplandeciente sonrisa.

 Llegué al pupitre y miré fijamente al chico que seguía mirando hacia abajo. Parecía que estaba escribiendo. Carraspee con mi garganta. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.