Alex
-Pasajeros del tren cuatrocientos ocho haga el favor de abordar, último aviso -dice la mujer que resuena en cada rincón de la estación por los parlantes.
-Permiso señorita -la chica rubia de vestido rosa se hace a un lado y un hombre robusto con traje negro y camisa bordó aparece en mi campo de visión- Permiso -digo, pero no se mueve- Disculpe -le toco el hombro- ¿Me puede dar permiso? Necesito abordar ese tren -se da vuelta y me mira con un par de ojos verdes azel.
-Dame una razón enano y te dejo pasar -sonríe dejando relucir los pequeños dientes blancos.- Sólo una. Enano -¿enano? ¿yo? Pero si mido uno ochenta y tres. Esta bien, él parece de dos metros, en todo caso el sería el "Jirafa".
-Ese tren sale en menos de dos minutos y necesito abordarlo, y si usted no me deja salir por esa puerta -señalo el cristal detrás de él- lo voy a perder -repasa mi cuerpo de pies a cabeza y niega.- He planeado viajar en ese tren por casi un año -niega y se cruza de brazos sonriendo.- Bien, pero que te quede el remordimiento de no ayudar a un buen hombre -desvío mi camino al otro lado.
-Último llamado -la voz de la locutora de nuevo resuena en mis oídos. Todas las salidas están colapsadas, excepto en la que está ese idiota de camisa bordó, que ahora deja pasar a todos menos a mí. No lo voy a mirar, no. Ojos no lo mires, no... Ashh, hicimos contacto visual, pero sus ojos azel son tan llamativos. ¡Estúpido Alex!
-¡Alexander! -doy media vuelta y una chica de melena negra y piel blanca me abraza- ¡Amor! Te estaba esperando, vamos.
Camino de la mano con Cristina por todas las puertas de esta vieja estación, pero todas están demasiados llenas, menos una y es la salida más rápida. Al llegar al idiota de traje, me mira y sonríe.
-Señorita -habla el "jirafa"- adelante por favor -y le guiña un ojo. Cuando estoy a punto de pasar pone el brazo, bloqueando el paso.
-Idiota ¿Le acabas de guiñar un ojo a mi novia? -siento tantas ganas de golpear a este tipo.
-Ammm. Sí -dice sonriendo poniéndose de espalda a Cristina, haciendo que su cuerpo me separe de mi novia.- ¿Pensás golpearme? -mira mi puño que aprieto cada vez con más fuerza para tener autocontrol. Cristina pasa por al lado del hombre golpeando levemente su hombro con el costado de él y agarra mi mano.
-Alex, me has contado que haces este viaje por Clarice, tu mamá. Así que no hagas nada estúpido y hace de una vez lo que has estado esperando por meses -me dice Cristina y luego mira al jirafa.- Y usted señor, no diga que este es su trabajo porque su ropa lo delata -el hombre levanta una ceja- alguien que trabaja en una estación como esta no gana muy bien, porque nadie ya viaja en estos trenes viejos. Así que de cuánto es su traje ¿cincuenta mil dolares? No creo que baje de esa cifra, pero que tenga dinero o un traje bonito no le da el derecho de decidir quien pasa y quien no. Ahora hágase a un costado o llamo a seguridad -él vuelve a sonreír.
-Bien chico bonito, pasa -dice el tipo de camisa bordó que, ahora le he apodado "Jirafa".
Se hace a un costado y Cristina me aprieta la mano, pero mira al tipo. La arrastro al tren negro con letras blancas que dicen "Llobeca Express" entramos corriendo por la puerta del décimo vagón justo antes de que cierren las puertas, un chico de pantalón negro y saco rojo nos conduce por el pasillo estrecho con ventanas a la izquierda y compartimientos a la derecha, se frena en una puerta corrediza mitad de hierro dorado y de vidrio donde resalta el número 202.
Tengo que admitir que el tren me recordó a Harry Potter, pero los dos asientos donde entran tres personas en cada uno, son de color azul y todo lo demás dorado al igual que el estrecho pasillo. El chico se despide y me daja sólo con mi novia a la que se le van los ojos por seguir al de saco rojo.
-¡Cristina! -digo poniendo nuestros bolsos en el maletero que queda arriba de los asientos azules- ¡Ese chico se fue con tus ojos pegados!
-Ay Alexander -hace un ademán.- Tenes que admitir que está bueno -y así seguimos derecho a una discusión hasta que alguien abre la puerta.
-Oh, disculpen chicos -habla la misma chica rubia a la que le pedí permiso justo antes de encontrar al Jirafa.- Pensé que estaba desocupado -cierra la puerta. Da media vuelta, pero aparentemente se arrepiente y abre la puerta de nuevo- ¿Hay algún lugar? Todos los compartimientos del tren ya están ocupados, pero no quiero molestar.
-No, no es molestia. Ese asiento está desocupado -digo y veo por el rabillo del ojo a Cristina arrugar el entrecejo.- ¿Puedo ayudarte con la maleta? -la chica no responde se queda estática en la puerta con su maleta rosa claro
-En realidad el asiento no es para mí, es para mi jefe -baja sus ojos miel para mirarse los pies- Se lo agradezco muchísimo señor, que nos seda un asiento.
-No me diga señor me llamo Alexander Rey, pero me dicen Alex -me pongo de pie y estrecho su mano.
-Un placer Alex, me llamo Thomas...este digo Alexa, Alexa Thomas -mira a Cristina quien ya está de pie junto a mí.
-Hola Alexa -la chica rubia estira su mano, pero Cristina no la agarra- soy Cristina Rodriguez, perdón yo no estrecho la mano -se acerca y le da un pequeño abrazo- soy más de los abrazos.
-¡Thomas! -se escucha desde el pasillo. La chica de ojos miel deja de sonreír y sale del compartimiento gesticulando un "ya vuelvo".
-Señor Kelly -se escucha su diminuta voz junto a la puerta- Ya puede entrar, los chicos parecen verdaderamente agradables.
-Siempre he querido viajar en tren -admite Cristina, apagando las voces de afuera- Gracias por dejarme viajar con vos, desde el principio. Se que este en particular es importante.
-Entonces es importante para más de uno -dice el Jirafa entrando al compartimiento- Wow, es realmente una sorpresa encontrarlos, espero que el inconveniente en la estación no sea juzgado en este momento.
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Editado: 13.07.2020