Rafael estaba frente a ella, frío e inmóvil, como tallado en piedra.
- Ahora, algo importante que debes saber y aprender de memoria.
Le tendió la carpeta y Adeline sintió que una punzada helada de miedo le atravesaba el corazón. Los dedos de Rafael, que sujetaban la carpeta con fuerza, parecían subrayar su impotencia, su total dependencia de él. Tomó la carpeta con cautela, sintiendo el peso de su contenido. Aquel conjunto de leyes no eran sólo normas, era su futuro, escrito en manos ajenas, sin dejar lugar a la duda ni a la libertad.
Él la observaba con una franqueza casi despiadada, y ella sintió un escalofrío al desplegar la primera hoja. Justo en la primera página estaba el título: «Leyes de la Familia Montalvo para la Consorte del Jefe del Clan». Cada palabra parecía proyectar una sombra, afirmando su autoridad, su exigencia de obediencia.
Hojeó las páginas lentamente, y con cada párrafo, la desesperación se derramaba sobre su cuerpo en olas frías. El primer párrafo: «La esposa está obligada a reflejar la dignidad de la familia Montalvo en cada gesto, cada palabra, cada acto». Tenía la sensación de estar en una jaula de la que no podía escapar. No había lugar para sus propios deseos, para su libertad personal.
Además: «La apariencia de la esposa debe ajustarse a las estrictas tradiciones de la familia. En todo momento, debe parecer que representa el honor y la majestad de la familia». Fue como un golpe - su personalidad, su esencia es ahora sólo una fachada que debe conformarse. ¿Así que también le iban a elegir los pantalones? ¿Dónde se había metido? ¿Qué clase de tiranía era ésta?
Pasó otra página. «Los movimientos de la esposa dentro de la finca están restringidos. Hasta la boda, no podrá salir del recinto sin el conocimiento del cabeza de familia». Las palabras resonaron en su cabeza, resonando con dolor: «No puede salir...». De repente sintió que no se trataba sólo de restricciones, sino de una trampa de la que no había escapatoria. Su espacio, su libertad, todo estaba ahora controlado por esta casa, sus leyes y, por supuesto, Raphael.
Le temblaban los dedos, pero se apresuró a ocultarlo agarrando las páginas con más fuerza. Levantó los ojos hacia Rafael, luchando por mantener la mirada de dureza en ellos. Quería gritar, romper las páginas, arrojárselas a los pies. Pero él no apartó la mirada, sus ojos fríos y penetrantes, como un depredador que sabe que su presa está atrapada, que no tiene posibilidad de escapar.
- Esto es sólo el principio», dijo, con voz tranquila pero firme. - La familia Montalvo ha seguido estas reglas durante siglos. No están sujetas a cambios. Ahora pueden ir a su habitación. Doña Isabel le explicará el programa del día.
Adeline apretó los dientes, sintiendo que las palabras se le clavaban en la garganta como piedras. No quería obedecer, no quería formar parte de este sombrío guión escrito mucho antes que ella. Pero cada mirada de Rafael le decía que no se esperaba que ella estuviera de acuerdo. Aquí, en esta casa, su futuro ya estaba decidido. Se dio la vuelta y se marchó. Se perdió varias veces antes de llegar a su habitación.
Una vez dentro, abrió la carpeta y repasó las normas. Cada punto estaba numerado y en negrita.
Protocolo de comunicación
En presencia del cabeza de familia o de los miembros más antiguos del clan, el cónyuge debe atenerse a un determinado lenguaje. No se le permite discutir, interrumpir, levantar la voz o expresar su desacuerdo en público, para no socavar la autoridad del jefe. Todas las objeciones sólo pueden discutirse en privado y con su permiso.
Rituales y participación en ceremonias
El cónyuge está obligado a asistir a todas las ceremonias tradicionales de la familia sin faltar a ningún acontecimiento importante. La negativa u omisión se considera una falta de respeto a los antepasados y a las raíces de la familia, lo que se considera una infracción grave. En tales casos, se le pueden restringir los privilegios o someterla a medidas disciplinarias especiales.
Estricto código de vestimenta
La esposa está obligada a seguir un estilo de vestir aprobado, que elige el cabeza de familia o una persona autorizada (por ejemplo, el ama de llaves). Su atuendo, joyas, combinaciones de colores e incluso su peinado deben ajustarse a las normas aceptadas. Esta norma también se aplica a las ocasiones informales: incluso en su habitación está obligada a mantener un aspecto presentable.
Restricción de los contactos sociales
Se le prohíbe entrar en contacto con extraños sin permiso. Todas las visitas, llamadas telefónicas y correspondencia son controladas y autorizadas por el cabeza de familia. Su círculo social está restringido a personas verificadas y aprobadas y está obligada a informar de cada contacto.
Prohibición de cuentas y finanzas personales
La cónyuge no tiene derecho a activos financieros personales. Todos sus gastos están controlados por la familia, y sólo el cabeza de familia decide qué fondos puede gastar y en qué. Debe rendir cuentas de todos los gastos y no puede ejercer ninguna actividad económica.
Prohibición de utilizar el apellido para uso personal
Está terminantemente prohibido utilizar el apellido Montalvo para obtener privilegios o patrocinios fuera de la familia. Está obligada a ser representante de la familia, pero su condición no debe utilizarse en beneficio propio o para promover intereses personales.
Mantener una reputación intachable
La reputación es uno de los componentes más importantes. La esposa tiene prohibido verse implicada en escándalos, intrigas o acciones que puedan dañar la imagen de la familia. Incluso sus gestos y expresiones faciales deben ser comedidos y decorosos. No debe llamar la atención sobre sí misma con ningún acto imprudente.