Algo de ti

Unión invisible

Había sido una noche bastante larga para Federico. Pero había disfrutado cada minuto de la fiesta; sí, se había quedado hasta que no habían más pastelitos para seguir celebrando. Al principio pensó que no sería buena idea, pero mientras veía como las personas se divertían empezó a sentirse cómodo y cuando Flor se acercaba a él ofreciéndole algo para tomar o beber y le regalaba sonrisas sus intenciones de irse desaparecían de su mente.

Nunca había conocido a una chica tan risueña como ella. Era normal que las chicas que conocía sonrieran y se llevarán bien con todos, pero veía una diferencia entre las chicas que conocía y Flor: las otras chicas querían caerle bien a todos y sus risas eran más coquetas hacia él, pero Flor solo sonreía irradiando felicidad que de manera inconsciente contagiaba a las personas, quizás ella no tenía la intención de caerle bien a todos pero las personas a su alrededor se sentían cómodas con ella siendo tan resplandeciente.

Parecía que medio mundo la conocía y agradecían que alguien como ella existiera. Eso fue muy curioso para él, qué podía tener ella que le gustará a niños y grandes. Sea lo que sea le había parecido de muy buena cualidad para alguien que atiende un negocio grande cuando la dueña del lugar no está.

Él quería hablar con la dueña y reservar para ya el tercer nivel. Aunque sabía que no estaba disponible aún para ser alquilado o reservado. Le había sorprendido la cantidad de personas que se acercan a Flor preguntando si les mostraría el tercer nivel, y cuando lo hizo las personas elogiaban la hermosa decoración ya que parecía que el mismo cupido había echo de ese lugar su nido. Pero cuando quisieron saber cuándo podían reservar lugar, ella dijo que no sabía que aún no estaba terminado el lugar por completo por lo que les pidió que esperarán y que cuando estuviera listo ella les haría saber.

Para Federico el lugar estaba listo para ser utilizado, tal vez quitaría algunos corazones pero ya de por si la vista era magnifica y contaba con la suerte de estar en un área donde el ruido no era problema.

"He buscado lugares en zonas más privilegiadas que puedan ser mi oficina-escape y no he encontrado nada porque todas son muy sosas, y ahora que encuentro un lugar agradable y cerca de casa no está disponible" — Pensó Federico mientras se levantaba perezosamente de la cama y se dirigía a la ducha. Era rutina diaria de tomar una baño frio antes de empezar el día.

Federico, en realidad, no visitó los lugares que había buscado lo que hizo fue ver las fotos que le habían enviado pero ningún lugar le terminaba de convencer. Y ayer que andaba por ahí, en busca de tranquilidad, encontró el lugar que quería sin esperárselo por lo que quería hablar con la dueña para poder hacer un arreglo y poder reservar el lugar para él solamente.

— Federico, amor mío.

— Me estoy duchando, madre, ya salgo en un momento.

Era su segundo día con sus padres y se sentía un completo extraño en la casa que antes había sido su hogar. No es que sus padres le hicieran sentir extraño, sino que no esperaba que todo estuviera como él lo dejo cuando se fue a estudiar al extranjero. Y otra cosa que lo hacía sentir un poco raro, era el hecho que su cama se había vuelto el lugar de cambiar pañales.

— Me llevaré a Margarita para cambiarla y darle comida.

— Gracias. — estaba grandemente agradecido con su madre por haberla cuidado hasta ahora, bueno, desde hace unos meses atrás. Sus padres habían viajado para conocer a su nieta y la cuidaron ese tiempo y cuando ellos se iban a regresar se dio cuenta de lo mucho que él los extrañaba y de lo bueno que sería para su hija crecer con sus abuelos.

— ¿Me dirás a donde fuiste anoche? Regresaste tarde, ya casi pensaba que te habías perdido.

Federico salió de la ducha y se acercó a su madre para darle un beso en la frente.

— Estuve buscando una oficina donde trabajar.

— Para qué andas en buscas de otros lugares, ya te dije que la oficina que era de tu papá la puedes usar tu.

— ¿E invadir el lugar donde está desarrollando un nuevo pasatiempo? No, madre. Papá nunca tuvo el tiempo para pintar y dibujar cuando estaba joven, ahora tiene el tiempo y no quiero que se vea interrumpido porque yo necesito una oficina — y tampoco quiero ruidos en todo el lugar, estoy seguro que Margarita no me dejaría trabajar y tu estarías siempre ofreciéndome comida para tener la barriga llena y el corazón contento.

Por supuesto que lo último se lo reservo. No quería hacer sentir mal a su madre ni a su padre. A pesar del gran amor que les tenía, Federico, quería un lugar donde fuera solo para trabajar o descansar.

Ser padre soltero no había sido fácil hasta ahora.

— Aun así creo que se convertirá en la habitación de Margarita.

Eso era algo que no habían hablado del todo.

— Pero hay un cuarto más...

— Ese cuarto es de visitas, ese cuarto no se toca. Preferiría que la cuna este en nuestro cuarto, pensándolo bien, me gustaría despertarme y que lo primero que vean mis ojos sea a esta hermosura.

Margarita parecía una muñeca, no solo por lo linda que se veía con su pijama de princesa sino porque por más que Greta la moviera no se despertaba.

— Hablaremos de eso más tarde.

— Muy bien, no te tardes que la cena la preparará tu papá. — dijo Greta mientras tomaba en sus brazos a Margarita que parecía más feliz de pasar de la cama a sus brazos — luego haces tiempo en tu agenda porque queremos llevarte a un lugar que seguro te gustará, es el lugar favorito de tu padre y mío.

Llevaba dos horas fuera de casa y ya se sentía cansado. El haber estado en su cama le hizo recordar el tiempo en que se quedaba dormido hasta encontrar solución a sus problemas, su madre le llevaba un té relajante y su papá lo invitaba a ver una película con él. Federico siempre había pensado en que cuando creciera tendría una familia como la que é tuvo, pero con más niños.




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