Alguien como tú.

Capitulo 1

El reloj apunta las 6:00 am es realmente inesperado como pasa el tiempo cuando apenas había podido utilizar unas cuantas horas de la noche. Al frente de mi espejo mis oscuras ojeras cada vez se hacían notar aún más pero no podía dejar de lado mi vida ni mucho menos mis problemas, dentro de mi sabía que algún día todo esto desaparecería como aquella pastilla de menta que algún día probé solo para quitar ese amargo sabor de boca que tuve durante todo un día, realmente deseaba que fuera así de sencillo, pero era evidente que todas mis peticiones eran como pedirle a los rosales que en la primavera siguiente florecieran girasoles. 

 

Lo sé, todo es mucho más complicado de lo que me imaginaba y es justamente la razón por la que ya no suelo ser optimista ante los demás y mucho menos ante mí. Mis padres siempre insistían en que debía tomar terapia una vez a la semana solo para lograr mantener mis ideas en este mundo, aunque no fue fácil convencerme al final accedí a sus peticiones así que gran parte de mi adolescencia había estado conociendo terapeutas de muchas peculiares partes de la ciudad todos eran tan distintos, pero tan parecidos a la vez que no sabía en qué momento podría salir de esta tormenta tan enorme, o si realmente lo lograría es complicado saberlo cuando no tienes un mapa a la mano ni una brújula para saber dónde puedo encontrarme.

 

Al ser ya las 6:20 am me di cuenta que invertí tan solo 20 minutos de todo mi día en un solo pensamiento debo prepararme para salir de casa ya que a unos cuantos kilómetros se encuentra mi universidad y los retardos no son una excepción estando a punto de graduarme. Para muchos de mis compañeros el hecho de recibir un diploma es como el recordatorio de haber terminado una parte de su vida con éxito, aunque para mí no sea exactamente lo mismo al menos podré pagar mis propias cuentas, ya no tendré que vivir con mis padres y lo más importante de todo es que ya no tendré que visitar más a mí terapeuta en unos cuantos meses, de alguna forma estos cambios me hacen sentir bien por primera vez después de un tiempo. 

A la esperar del bus todo era agradable a mi gusto, por doquier podía encontrar tranquilidad y más tranquilidad que me hacía sentir como un puñado de hojas dirigiéndose a cualquier dirección a voluntad del viento. Ese sentir me parecía tan satisfactorio que hubiera deseado detenerme unos cuantos minutos más en ese momento cuando de repente un claxon sonó y me di cuenta que el bus había llegado, al subir elegí un asiento vacío que está a hasta al final de la fila derecha rápidamente tome asiento mientras el bus avanzaba intente volver a aquel momento donde lo único que deseaba era retomar esa tranquilidad que me había sido arrebatada así que probé cerrar mis ojos y solo concentrarme en todo ese viento que se paseaba a través de las pequeñas ventanas cuando sentí que alguien había tomado asiento a un costado mío, aunque no le tome mucha importancia decidí seguir con mi objetivo cuando escuché. 

 

—Hola 

 

Aunque principio no pensaba que se dirigía hacia mí ignoré por completo aquel llamado esperando la respuesta de la otra persona, pero lo único que logré escuchar fue ese vacío silencio acompañado del ruido del bus. Cuando abrí mis ojos vi que se trataba de un chico que ya no parecía importarle hablar conmigo mientras leía un libro que jamás en mi vida había visto así que solo lo miré esperando que de alguna forma confirmará que deseaba conversar, pero no sucedió absolutamente nada, cuando estuve a punto de devolver la mirada al frente volvió a hacerlo.

 

—Hola 

 

Esta vez lo mire al instante algo confundida. 

 

— Hola ¿Hablas conmigo? –Titubé un poco. 

 

Siguió observando su libro sin dirigirme la mirada. 

 

—Claro, no hay nadie más cercas solo tú y yo. Aunque podría decir que al principio odiaba los asientos traseros, ahora les he encontrado un gusto relajante, imagino que es la razón por la que siempre te sientas al fondo. – Exclamo simpático.

 

— Disculpa ¿Cómo sabes todo eso sobre mí? — Respondí algo alterada.

 

—Bueno tomamos algunas clases juntos, tomamos la misma ruta de bus por casi 4 años y vivo a unas cuantas casas de la tuya ¿Es algo sorprendente no crees?

 

—Pero jamás en mi vida te había visto —Replique confundida.

 

— No te preocupes, solo deseaba tener un momento de paz antes de mi examen de física y los asientos traseros son ideales para memorizar unas cuantas leyes de la gravedad no te molestare — Respondió calmado. 

 

—Entiendo, soy Katherine.

 

Le extendí mi mano ansiosa de reparar un mal momento, aunque no fue tan rápido como esperaba la acepto amablemente.

 

— Soy Alexander, mucho gusto. 

 

Aunque no haya sido de un todo adecuado aquel encuentro siguió observando detalladamente su libro. Sabía que no era muy buena siguiendo las conversaciones o reparando daños, pero solo era para evitarme un mal momento entonces decidí intentarlo cuando me dije a mi misma —No tiene que ser una conversación larga, solo inténtalo Kate — me susurré.




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