Alguien te mira Sy

⚡ CAPITULO 18

Gómez y su equipo miró todas las pruebas y los hilos bien colocados en la pizarra. Mientras Velásquez daba una exposición por segunda vez de todo por si la primera vez algo había pasado desapercibido para el grupo.

—Yo digo que —El joven Rodríguez se levantó de su silla—. Hay que pedirle al superintendente que hagamos una rueda de prensa para hablar sobre los nuevos acontecimientos de este caso. Todo el método que el asesino utilizó para atraer a su presa al matadero que, podría estar asiendo lo mismo en estos momentos.

—Rodríguez tiene razón —Comentó Jhonson.

—El superintendente está en Nueva York. Dándole la información que hemos recopilado en estos últimos días —Dijo Gómez.

—Y supongo que se lo está dando tomándose toda la gloria para él —Prosiguió Velásquez después de sentarse en su silla.

—Gómez esto no puede esperar, llámalo la podemos dar nosotros —Dijo Jhonson.

—¿Crees que nos dejará hacerlo solos? No amor, él debe estar ahí para que la gente lo vea —Comentó Velásquez.

—Lo voy a intentar, Jhonson dice la verdad. Cosas como estás no se pueden esperar y si mañana temprano salvamos una vida por publicar eso. Mucho mejor —Gomez tecleó el número del superintendente en el teléfono de la oficina y esperó a que la línea se uniera.

<Hola, habla el superintendente Colbie deje su mensaje después del tono.

<Señor le habla el detective Gómez, mi equipo y yo hemos llegado a la conclusión de que deberíamos publicar todo en una rueda de prensa. Sobre todo la parte de como el asesino persiguió a su víctima hasta que la atrapó. Por favor, llámeme desde que escuche este mensaje es urgente.

Colgó el teléfono y miró a su grupo.

—¿Cuándo llega él? —Preguntó Rodríguez.

—La próxima semana —Contestó Gómez.

—Ese día le responde el mensaje —Respondió Velásquez sentandose en la silla con los brazos cruzados.

—El sabe perfectamente que no podemos esperar tanto con esto en silencio, es su obligación darnos ese permiso cuanto antes. No podemos esperar un mes más así. Dándole tiempo al asesino que secuestre otra persona en caso de que lo este pensando.

—Yo creo que no —Comentó Gómez—. Yo creo que nuestro asesino se quedará quieto, por la pista de hacer creernos a nosotros que era mi hija que hablaba, no actuará para ver si detenemos a Sierra.

—Pero tal vez simplemente fingió ser Sierra para agarrar su presa porque sabía cómo entrarle, tal vez en ese mismo tono lo está asiento con otra chica porque le favoreció hacerse pasar por alguien más por chat — Continúo Jhonson.

—Yo estoy más del lado de Jhonson — Comentó Velásquez—. Él sabe que nosotros sabemos que es un hombre ¿Por qué desde ahora empezaríamos a creer que tiene una cómplice? En ese caso no sería una mujer sino otro hombre.

—Que lo protege —Prosiguió Jhonson.

—Hemos hablado muchísimas veces sobre esa hipótesis y no hemos quedado en nada. No tenemos prueba de nada, el rector que aún no hemos encontrado nada raro y ya es todo. De nuevo estamos en un...

—No lo digas por favor —Musitó Gómez tirando la cabeza en la mesa, al grupo anterior le habían quitado el caso por ese mismo refrán cada vez que los citaban a dar información del caso, y eso era lo menos que quería decir Gómez y esto no era porque tenía urgencias de ser el héroe, sino porque entendía que cada minuto era valioso para ese asesino. Gómez quería atraparlo para poder tener paz interior. Hace dos días había pensado tirar la toalla, pero cada vez que habría ese forden y miraba la información de cada víctima, jóvenes con un futuro por delante su furor crecía mucho más. Tendría que pasar algo demasiado escandaloso en su vida para que él soltará el caso o por lo menos que lo obligará a soltar el caso.

Sebastián se levantó de la silla y se despidió de su grupo montándose en su vehículo, al llegar a casa antes de abrir la puerta cambio su rostro. No quería ir con la malísima noticia de que el caso estaba en un callejón sin salida de nuevo como hace unos meses atrás antes de que secuestraran la sexta víctima. Eso hizo que temblará en su interior, la sexta víctima en tres años. Abrió la puerta y le dió una sonrisa a su esposa la cuál la devolvió.

—Amor mío ¿Cómo estás? —Ella fue la primera en hablar, estaba sentada en el mueble cociendo alguna camisa de él y encogiendo algunos vestido para Sierra.

—Estoy bien —Se sentó a su lado y recostó su cabeza en su hombro. Ella alejó la máquina de coser y lo abrazó.

Sierra recibió un mensaje de Mical diciéndole que estaba en la puerta esperándola, la joven al ver el mensaje se puso algo nerviosa, buscó en sus gavetas algo lindo para ponerse y un chaleco ya que, últimamente estaba asiendo mucho frío. Sus amigas salieron junto con ella para que el guardia no notarán cuando ella se fuera, la joven se topó con el chico pelirrojo y este se puso nervioso.

—Hola —Dijo él algo tímido.

—Hola —Respondio Sierra y le dió una sonrisa amable, mirza la jaló del brazo mientras Maya y Helena entretenían el portero hasta que Sierra salió encontrándose con el jóven de pelo rizado, estos dos se fueron corriendo lejos de la puerta de la universidad —¿A dónde vamos?

—A dónde nuestro pies nos lleven —Respondio él, la agarró por el brazo y se subió a un autobús. El cuál los dejo en una parada dónde Sierra nunca había ido.

—¿Sabés dónde estamos?

—No ¿Y tú?

—Tarado no sabes dónde estamos —La joven sonrió negando con la cabeza.

—Cariño Georgia no tiene caminos para uno perderse, solo tenemos que regresar en ese mismo autobús —Dijo él, ambos se metieron en un sitio que estaba lleno de discos antigüos, se metieron a un pequeño cuarto donde habían esos tosca disco gigantes de madera. Mical había elegido uno de los discos y lo puso a tocar, una balada, algo lenta y empezó a bailar con Sierra, está se dejó llevar por el ritmo que a pesar de que no sabía dar los pasos la confianza que el joven le dió le permitió ser ella misma y disfrutar el momento.




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