Alianzas Híbridas

Prólogo ✓

El jardín de niños está más activo que nunca. Desde que la maestra Lucinda les contó el significado de la celebración de Yule, no han parado de moverse de un lado a otro. Crean amuletos mágicos con plastilina, hacen dibujos del dios Sol e inventan sus propios bailes. Otros utilizan bloques de construcción para recrear el castillo de sus sueños.

El amor de los retoños D'Angelo observa su dibujo varias veces. Siente que algo le falta.

—Dani, ¿me prestas tu crayón rojo? —Dylan le da unos golpecitos en el hombro para llamar su atención—. El mío se ha terminado.

—Sí, tómalo.

Daniela gira la hoja para analizar la fogata que dibujó desde distintos ángulos. Con el crayón en la mano, su hermano corre hacia su mesa, rellena los espacios en blanco de su hoja y sonríe satisfecho con el resultado. Mira a su melliza por un instante. Ella no se ve feliz.

Se levanta nuevamente y corre hacia donde está su hermana. Detalla su obra; es parecida a la suya, pero en lugar de dragones escupiendo fuego, tiene una niña haciendo magia.

—¿Esta eres tú? —señala la figura con su dedo.

—Sí. ¿Te gusta? —pregunta, preocupada; el dibujo debe ser perfecto. Necesita que lo sea.

—No. Es muy feo —opina Dylan—. Haz uno nuevo.

—¿De verdad no te gusta nada? —su voz suena triste.

Dylan niega con la cabeza. La sinceridad siempre ha sido una de sus mejores cualidades.

—No te pareces a la Dani del dibujo. Tu cara es más gordita —le explica—. Tu cabello no es como un erizo.

—¿Qué es un erizo? —indaga con incredulidad.

—Es un animal que tiene los pelitos que apuntan hacia arriba.

—Como el cabello de la abuela Natalia —dicen al unísono y se ríen a carcajadas.

—Gracias. Eres el mejor —se abrazan—. Haré un dibujo nuevo —afirma. Convierte la hoja en una pelota de papel.

Todos se divierten excepto Neisha. Ella está ocupada admirando al amor de su vida. Ver cómo Carlex corre por el patio en su forma lobuna se ha convertido en su hobby favorito.

Sus coletas rubias están muy quietas. Abraza con fuerza su peluche de Ángel —novio de Stitch—, cada vez que el lobito castaño se acerca a la ventana "por casualidad".

El timbre resuena por todo el salón, anunciando el inicio del recreo, pero Neisha sigue en su sitio.

Los pequeños híbridos salen al patio de juegos, dejando el lugar únicamente habitado por la niña rubita y su prima.

Daniela se acerca a Neisha con pasos sigilosos.

—¡Bu!

Neisha hace caso omiso a la presencia de su prima. Continúa hipnotizada por Carlex.

—Nishi, dije "bu" —Daniela le reclama por no haberse asustado—. ¿No te sorprendí? —la rubita ni siquiera pestañea—. ¡Nishi! Te estoy hablando —chilla a todo volumen cerca de su oído.

—¿Qué? ¿Por qué gritas tanto? —la versión femenina de Brandon, con rasgos de Neila, acaricia su oreja. Por primera vez desde que escuchó el aullido de Carlex, se aparta de la ventana—. Casi me quedo sin oídos.

—¡Pero no te quedaste sin ojos, tontita! —se pone las manos en las caderas—. ¿Vas a salir a jugar?

—No. Me gusta estar aquí —susurra.

Carlex y sus amigos siguen haciendo carreras con los chicos grandes. Él sigue siendo el objeto de fijación de Neisha.

En la cabecita de Dani, la mirada de su prima y los aullidos del lobito se unen como piezas de un rompecabezas.

—¡Nishi, te gusta Carlé!

—A ti te gusta Eri —se defiende—. Quieres ser su novia.

—No quiero a ese niño, pero él quiere a mí.

—Mentira.

Las nenas continúan su discusión infantil, ignorando la oscura mirada que les dedica Axel D'Angelo desde la puerta. En especial a Daniela; ella es la futura emperatriz y tendrá todo lo que él necesita para completar su felicidad: poder y un estatus social superior.

A sus catorce años, le resulta imposible negar cuánto la repele. A ambos mellizos, en realidad.

D&D no son huérfanos; no son marginados por ser hijos adoptivos del gran dragón y su gatita.

Ser un D'Angelo es complicado, tanto si tienes sangre real como si eres un agregado más.




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