Alianzas Híbridas

Capítulo 1 “¿Karma?" ✓

Cinco años

Diecisiete días antes de la celebración de Yule, Drake aprovecha al máximo el tiempo con sus hijos. El banquete, el intercambio de regalos, la decoración del árbol y la ceremonia alrededor de la fogata no son un tercio de la serie de actividades que debe organizar junto a su reina. En parte, se siente un poco mal porque esta fecha wiccana significa mucho para su gatita. Se celebra el renacimiento del dios Sol y el de ella misma, pero nada impedirá que agote la energía de sus hijos.

—Two: Don't let him in. You'll have to kick him out again —Drake y Axel cantan una canción icónica de Dua Lipa mientras siguen la coreografía que muestra la pantalla con velocidad.

—Sí: No be fren... —los mellizos modifican la letra de New Rules.

El sudor recorre sus cuerpos. Aunque están agotados, siguen bailando. El típico sonido de "fallo" y la animación divertida de la pantalla se hacen notar. Un jugador ha perdido.

—No estés triste, Dani —la anima su hermano, jadeante, cuando la ve sentarse, cabizbaja, en el suelo—. Ganaré por ti.

—¡Vale! —se quita sus medias, las huele y arruga la nariz de forma graciosa—. ¡Qué olor a pie!

—¿Qué esperas para bañarte? —Drake se distrae mirando al clon de Ámbar.

Su puntuación es superada por Dylan. La competencia está cada vez más reñida.

—Perdiste, papá. Eso te pasa por reírte de yo —Daniela festeja la eliminación de su padre del Just Dance.

—Ah, entonces, ¿te hace feliz que tu papi haya perdido? —la persigue por toda la sala de estar, cuidando de no molestar a los jugadores.

—¡Sí! Perdiste. Perdiste.

—Than the last four cold Decembers —Axel eleva su voz sintiéndose identificado con las letras de Beautiful Things—. I recall.

La tensión aumenta. Con noventa y siete mil quinientos puntos, Dylan está a nada de ganarle a su hermano. Se desbloquean trajes nuevos, estrellas y avatares a medida que aumentan las puntuaciones.

Drake se queda anonadado con la destreza con la que se mueven sus hijos. Tienen el "modo competitivo" activado.

Daniela da saltitos por la emoción. Axel se siente aterrado ante la idea de perder. Dylan está a punto de lograrlo, solo necesita dos puntos más cuando...

La tele es apagada por mamá.

—¿Qué parte de "la cena está lista" no entendieron? —arquea una ceja.

Ella es quien lleva los pantalones en el castillo y en su matrimonio.

—Pero mamá... —los niños se quieren quejar, pero ella les interrumpe.

—Mamá nada. Casi me quedo sin voz llamándolos —se cruza de brazos—. Vayan a lavarse las manos.

Los nenes miran a su padre pidiendo ayuda. Él no hace más que mover la cabeza en señal de negación.

—Obedezcan a mamá. Jugaremos mañana.

Los tés le piden compasión a su madre con ojitos de cachorros abandonados. Ella mantiene su postura hasta que los niños se marchan.

—No seas tan dura con ellos, mamá —Drake la besa con pasión; se habían visto pocas veces en el día.

—Pensé que tenía tres hijos, pero te pones al mismo nivel que los niños.

***

La habitación de los mellizos estaría sumida en completo silencio, si Dylan no estuviera viendo cosas prohibidas en su tablet.

—Dylan, la tablet está muy fuerte —se queja su hermana, dando vueltas en su cama—. Baja un poquito, porfa.

Él sigue viendo la película no apta para menores de edad. Daniela está sobrecumpliendo su plan de "ser ignorada". Baja de su casita ficticia utilizando las escaleras.

A sus ojos, Dylan desprende unas vibras rojas. No de peligro, sino de una emoción intensa. Ámbar le explicó que es normal que vea, y en ocasiones sienta, los ánimos de quienes la rodean, reflejados en colores. Conocer su lado wicca es una ventaja que tiene sobre su hermano, y este es conocido por sus habilidades tecnológicas a temprana edad.

Daniela se acomoda junto a su hermano con el cobertor cian que tanto les gusta. La escena de la película parece detenerse en el tiempo. Los ojos verde menta de los niños se quieren salir de sus órbitas.

Aquí tienes el texto corregido gramatical y ortográficamente:

—No veas eso. Es malo —Daniela golpea repetidas veces la pantalla del dispositivo.

—¿Por qué no? —Dylan pausa la película.

—Los besos de las pelis son cochinos.

—Mamá y papá también se dan besos —toca el botón de "play" con entusiasmo.

—Los besos de ellos no son babosos. ¡No veas eso! —le cubre los ojos a Dylan.

—¡No me molestes, Dani! Tengo que darle la tablet a Asél ya —procede a quitarse las manos de su hermana de encima.

—Oh, no es tuya —concluye, sorprendida. Las tablets de los chicos son muy parecidas. Es fácil confundirse —¿Asél tiene la princesa Sofía en su tablet?

—Claro que no, lista. Los niños grandes no ven caricaturas.

—Tú no eres un niño grande. ¿Por qué ves eso?

—Estoy aprendiendo a dar besos para cuando Leyla sea mi novia —rápidamente se cubre la boca con sus manitas.

—¡¿Quieres darle besos a Leyla?!

—Shh. No gritá.

—Vale —le sonríe a su hermano para tranquilizarlo—. ¿Vamos a darle la tablet a Asél?

Dylan acepta su propuesta y, de puntillas, como los cómplices que son, se dirigen a la habitación de su hermano mayor.

De la recámara de sus padres se escuchan unos gemidos que ellos interpretan como gritos. Por un momento se asustan; la idea de que un monstruo se coma a mamá es aterradora. Pero recuerdan que papá está con ella y no permitirá que la lastimen.

Llegan a la habitación de Axel y, como es costumbre, entran sin pedir permiso. Algo que saben que él detesta. Teniendo en cuenta que el chico es un adolescente, están invadiendo su privacidad y desafiando su paciencia.

La puerta del baño está cerrada. Es su oportunidad. Daniela abre el tercer cajón del escritorio, toma la tablet de Dylan y este coloca el dispositivo de su hermano.

—¿Qué hacen aquí? —el cepillo en su boca hace que su pregunta suene graciosa.




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