Ocho años
Comprender a un adolescente no es nada simple. Son caprichosos, hacen de todo por encajar en un grupo, dicen una cosa pero realmente desean lo contrario.
-¡He dicho que "no"! Tema zanjado -gruñe Drake. Cuando comenzó a conocer a Ámbar, tomaba un trago a cada rato. Ahora necesita beber una licorera completa para no perder la paciencia con Axel.
-¡Es mi cumpleaños! ¿Qué te cuesta complacerme? -se queja Axel. El veinticinco de mayo está próximo y él necesita gritarle al mundo que es hijo de los emperadores rojos. Está harto de las burlas en el colegio.
-Paren de ladrar. Hablemos con calma como la familia que somos -les pide Ámbar.
Drake toma su corbata de la cama y se la coloca con torpeza.
-Con cuidado -Ámbar, asustada, se acerca a él para ponerle la corbata como se debe. Drake ajustó demasiado el nudo.
-¿Quieres que hablemos con calma? Bien, lo haremos -le dice a su esposa antes de fulminar con la mirada a Axel-. El viaje-a-Los-acantilados-de-Dover-o-la-fiesta-en-el-castillo-con-tus-amigos. Elige una-de-las-dos-opciones -las fosas nasales del adolescente se dilatan-. ¿Quedó claro o necesitas que te haga un dibujo?
-¿Por qué no puedo tener ambas cosas?
Drake da un par de zancadas, con la mano en el aire, hasta llegar a su hijo mayor. Al estar en el medio, Ámbar logra intervenir antes de que su sugar haga algo de lo que se arrepentirá.
-No lo toques.
-Si Dylan o Daniela les piden un castillo hecho de lingotes de oro, ustedes los complacen -brama el joven, iracundo.
El corazón maternal de Ámbar se quiebra; unas gotitas de sangre brotan de él. Conoce los sentimientos que ocultan las palabras de su hijo, y no precisamente por su mirada oscura.
«-Pensé que este día nunca llegaría, pero aquí estás. La venerada hija de mamá»; su mente rememora las palabras hirientes de Emily.
-No tienes motivos para estar celoso. Te amamos tanto como a ellos -presiona el pecho de su marido con una mano, para evitar que haga una locura; con la otra acaricia el dorso de la mano de su pequeño gigante-. Sin importar tus orígenes, eres nuestro hijo.
-Si soy tu hijo, ¿por qué no puedo tener lo que quiero el día de mi cumpleaños? -se aleja por completo de sus padres.
Ámbar se siente mal. Está molesta consigo misma. Axel le recuerda un montón a su hermana.
«¿Qué hice o dejé de hacer para que se sienta inferior a los niños?» se pregunta, algo que solo el híbrido que adoptó podría responder.
-No lo mereces. Obtuviste pésimas calificaciones, casi matas a un chico del colegio, nos robaste una buena cantidad de dinero la semana pasada -su madre recapitula sus hazañas más recientes-. Llegaste más tarde de lo acordado cuando saliste con tus amigos -Axel pone los ojos en blanco, sin darle importancia a las palabras de su madre-. Aún así te damos la oportunidad de elegir entre el viaje que deseas o una celebración por todo lo alto.
-¡Es un ingrato! Ni siquiera baja la cabeza cuando el director del colegio me da sus quejas -Drake le da motivos a Ámbar para no dejarse llevar por el chantaje emocional que verán a continuación.
-Si soy tan ingrato y no merezco su lástima, ¿por qué me adoptaron?
-Mamá, llegaremos tarde al cole -anuncia Dani al abrir la puerta sin pedir permiso. Esa mala costumbre no ha cambiado.
-Espérame en la sala de estar. Estoy ocupada.
-Vale -cierra la puerta pero se queda quieta para escuchar.
Por desgracia para ella, Drake conoce todas sus manías. Él hacía lo mismo cuando tenía su edad.
-Aléjate de la puerta -le ordena.
Dani corre, conteniendo sus risillas, a donde la espera su mellizo, al pie de la escalera.
-¿Qué dijeron? ¿Por qué gritaban? -pregunta, ansioso por conocer el chisme.
-Creo que Asél se portó mal y no le darán un regalo por su cumple... -le cuenta Dani.
-Deberían colgarme de un árbol o dejar que muera de hambre bajo un puente. Así no se enfrentarían a mi insoportable presencia.
-No me importa si te quieres suicidar. Las cosas se harán como te he dicho -concluye Drake-. Ve a la escuela de una vez. Me cansé de ver tu cara -señala la puerta de la habitación.
Axel se marcha, derrotado, diciendo entre dientes aquello que no se atreve a confesarle a sus padres, por ¿vergüenza? Miedo quizás.
¿Cómo le cuentas a tus padres que sufres bullying cuando ellos también te atacan?
***
La mesa de reuniones está casi completa. Todos fueron puntuales excepto el cascarrabias que los convocó.
-(...) La diversidad de híbridos siempre ha existido: los vampiros sienten todo magnificado, los licántropos son territoriales con sus parejas, la belleza que las wiccas encuentran en cada elemento de la naturaleza es tan cautivadora como el alma cálida que ocultan los dragones siendo seres sádicos -leo en voz alta el discurso de Neila; a ella le da un poco de vergüenza leerlo-. Cada especie tiene algo que aportar, un rasgo que las hace peligrosamente atractivas. Si los seres puros somos tan poderosos, ¿qué podemos esperar de los híbridos? Ellos son dioses -finalizo sintiéndome orgullosísima de mi amiga.
-Wooo. ¡Bravo, Neila! -Jia, Júpiter, Brandon y yo aplaudimos por el gran logro de Neila. En sus diez años siendo Luna de la manada Estrella Polar, nunca había redactado un discurso tan emotivo por sí sola.
-Te ha quedado hermoso -guardo la hoja en una carpeta sobre la mesa y le doy un fuerte abrazo-. No puedo creer que el pulgoso no te haya ayudado ni siquiera un poco -miro a Brandon de reojo; con el paso del tiempo aprendimos a tolerar nuestras indirectas continuas.
-Yo tampoco creo que Drake y tú no se hayan asesinado en la última década -contraataca mi cuñi-. Uno es más volátil que el otro.
-Ustedes dos y sus muestras de afecto -comenta la rubia.
-Sabía que podías hacerlo. Eres una hermana mayor maravillosa -Júpiter le da un beso en la mejilla.
-Me vas a hacer llorar -Neila elimina una lágrima falsa de su rostro.
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Editado: 05.01.2025