Alianzas Híbridas

Capítulo 3 “Hazmerreír” ✓

El sonido de la campana es sinónimo de alivio para muchos. Para Flyn y sus colegas, es un buen momento para molestar a Axel, aunque las mejores torturas suelen disfrutarse durante Educación Física.

Axel mueve a un lado las carpetas de sus dibujos y coloca los materiales de Historia en el centro de la mesa.

Desde su lugar, casi al final del salón, Flyn le lanza un chicle que cae en su tupido cabello.

—Oye, princesa.

A Axel no le queda de otra más que voltearse y responder al ridículo mote que lleva desde que inició la preparatoria.

—¿Qué?

—¿Nos has hecho la tarea o necesitas otro encontronazo con las abejas?

La semana pasada, Flyn, Nick y Albert decidieron que meter la cabeza del chico híbrido en un panal era mucho peor que obligarlo a profanar las tumbas de diferentes manadas y comer trozo a trozo los órganos internos de los muertos.

—Sí las hice.

—Trae nuestras libretas ahora —ordena—. No queremos que la profesora Morgana nos monte un lío.

«Ella los castiga toda la tarde en redención y yo soy el que se lleva los golpes finales», su mente, acostumbrada al maltrato, le recuerda que lo mejor para él es obedecer.

Axel se levanta con los cuadernos de sus agresores en mano y camina cinco pasos hasta llegar a ellos.

—Aquí tienen —les entrega los cuadernos con una sorpresilla en su interior.

—Espero que nuestras respuestas no sean las mismas —Nick lo mira con asco.

—Revisaré mi tarea. La princesita es capaz de todo —Albert abre su libreta, la hojea con rapidez, pero Flyn se la cierra antes de llegar a la última página escrita.

—Las tareas están correctas, ¿verdad? —arquea una ceja mirando a Axel con su sonrisa ladina.

—Así es.

—Si tú lo dices —Albert hace un gesto de despreocupación con los hombros—. ¿Conseguiste permiso para ir a los acantilados de Dover?

Dicho sitio está resguardado por los más fuertes dragones del Imperio Rojo, ya que en lo profundo de sus aguas se ocultan algunas de las reliquias de la familia real.

—Mis padres no están de acuerdo —titubea el pobre Axel, con la cabeza gacha.

—¿Qué has dicho? —brama Flyn, dando un golpe ensordecedor sobre la mesa que capta la atención de los presentes, aunque para nadie en el colegio es un secreto el bullying que Axel sufre.

El híbrido es salvado por la campana que finaliza los cinco minutos de descanso y da inicio al turno de Historia.

La profesora Morgana entra al salón.

—Buenos días, chicos. A sus puestos. Vamos.

Axel se apresura a tomar asiento, pero no es lo suficientemente observador como para ver la zancadilla que le pone Nick.

Cae de bruces contra el suelo y se ve obligado a levantarse con su nariz goteando sangre y varias risas burlonas a su alrededor.

—Venga, chicos. La clase va a comenzar.

Axel, con sus garras, hace un montón de rayones en la mesa mientras escucha a Morgana revisar las tareas de sus compañeros.

—Muy bien, Nayara —camina hacia los últimos puestos de la primera fila—. Dígame, Flyn, ¿qué importancia tiene para usted el equinoccio de otoño?

El vampiro con ínfulas de superioridad da inicio a su lectura, ajeno al significado de las palabras escritas.

—El equinoccio de otoño inicia el veintiuno de septiembre y termina el primero de noviembre —los cuchicheos empiezan—. Es una etapa que precede a la celebración del Día de los Muertos. Es un momento para reflexionar sobre nuestra naturaleza —la idiotez que lee empeora, el bullicio aumenta—. Simboliza el renacimiento del sol —una sonrisa de triunfo surca los labios de Axel—, la abundancia de energía, la vitalidad, la magia y la creencia en el más allá...

—Al más allá me enviará usted con el montón de tonterías que ha dicho —dice la maestra alterada; las risas escandalosas y comentarios en el aula no se hacen esperar—. En mi vida nunca había escuchado tantas incoherencias juntas. Señor Flyn, hágame el favor de no volver a abrir la boca durante mi clase —lo señala con el dedo.

Nick y Albert revisan sus libretas y hallan lo que se imaginaban: una excelente excusa para apalear a Axel.

El victimario mayor toma su lápiz y lo divide en dos mientras fulmina a Axel con la mirada.

—Esto no se quedará así.

***

El tic-tac del reloj es más lento de lo que esperaba. Axel necesita que la hora del almuerzo llegue a su fin de una vez.

Después de disfrutar su comida sin interrupciones —algo rarísimo— decide ir al baño para revisar y encontrar en su cabello, si la Diosa Luna así lo quiere, la goma de mascar que Flyn le lanzó antes de empezar el turno de Historia.

Su olfato de licántropo no fallaba. Sabía de qué se trataba desde un principio, pero no podía examinarse el cabello frente a todo el salón. Eso sería demasiado masoquista de su parte.

El móvil en su bolsillo vibra con una llamada entrante que decide ignorar. Camina en línea recta hasta doblar por la izquierda.

El celular vuelve a vibrar, así que lo toma y lo descuelga con molestia al ver que se trata de su madre.

—Hola, mamá. ¿Qué pasa?

—Hola, mi cielo. ¿¿¿Debe pasar algo malo para que me preocupe por mi hijo???

«Impertinencia es una palabra y tú eres el significado», Axel se guarda sus pensamientos desagradecidos.

Es una insensibilidad suya tachar de impertinente a la mujer que lo cuidó desde los ocho años, le dio un techo y lo amó cuando esa no era su responsabilidad.

—Tienes razón. Perdona mi grosería —dice después de reflexionar—. ¿Cómo estás?

—Muy mal. Me gustaría pasar tiempo con mis amigos, pero él prefiere estar con sus amigos.

«Oh, mamá. Si te dijera. Lo que menos quiero es estar con aquellos que me convirtieron en un hazmerreír». El deseo de contarle eso a su madre pasa por su cabeza como una estrella fugaz.

—¿Aún quieres que pasemos tiempo juntos? ¿Aún después de lo mal que te traté en la mañana?

Era la tercera vez en la semana que discutía sobre el tema del regalo de cumpleaños.




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