Capítulo 6 “Pequeña obsesión” ✓

Daniela

Dieciséis años

Papá se equivoca cuando dice que soy el ojo alegre de la familia. Ese papel lo tiene Liam.

Cuatro tragos de tequila y un par de pelirrojas de tercer año son suficientes para que su mood puto se active.

-¿Entonces, puedo contar con ustedes, chicas? -introduce una mano entre los muslos de una muchacha hasta tocar su parte íntima mientras juega con la lengua de la chica a su derecha.

-Si cumples tu parte del trato como es debido -susurra en su oído la chica a la que le está metiendo mano-, no hay problema.

Neisha y yo compartimos muecas de asco. Aunque conocemos a Liam de toda una vida, no nos acostumbramos a sus cochinadas públicas.

-¿Cómo puede ser tan desinhibido?

-Es la última vez que le pido ayuda para hacer una tarea -tomo mi daiquiri de fresa de la mesita y dejo a mi primo en lo suyo.

Neisha camina detrás de mí. Nos movemos con esfuerzo entre licántropos y vampiros cachondos, wiccas que andan como Dios las trajo al mundo. En más de una ocasión nos vemos obligadas a darle algún que otro empujón a dragones azules y rojos que se nos insinúan.

Llegamos a mi parte favorita de la mansión D'Angelo: la cocina. Obviamente no se parece en nada a la que tenemos en el castillo, pero me resulta más acogedora. Según el pervertido de papá, el cariño que le tengo a esta cocina es porque fue uno de los lugares en los que casi soy concebida. La realidad es que amo la comida, sin importar el horario del día.

Dylan pasa frente a nosotras sin mirarnos siquiera, ya que sus cinco sentidos siguen cada movimiento de Leyla.

«Otro más fascinado por las pelirrojas».

-¿Qué haces? -pregunta Nishi, sentada en el otro extremo de la isla de la cocina.

-¿Quieres papitas fritas? -palpo la olla para comprobar que mi bocadillo esté tan caliente como me gusta.

-El acné se te va a empeorar -replico con molestia; es agotador su constante preocupación por el físico-. Deberías comer alimentos saludables. -Una a una, saco las papitas con el tenedor y las coloco en un bol amarillo, agradecida con la abuela Rebecca por dejarme lista una de mis comidas favoritas y sintiendo un poquitín de remordimiento por armar una fiesta en su casa, a sus espaldas.

Aunque creo que esta comida era para Liam, ya que él, los tíos Asher y Lilith, junto con los abuelos, son quienes viven aquí.

-Y tú deberías dejar de comer hojas -me volteo para señalarla a modo de regalo con mi tenedor-. ¿Cómo es que no te has muerto si vives a base de plantas?

-Infórmate, querida; los veganos no necesitamos nada que provenga de animales -me río negando con la cabeza mientras continúo llenando mi bol de "alimentos no saludables". Esa dieta estricta es lo que tiene a Nishi tan delgada-. Le hacemos bien al medio ambiente, lo cual tendría que interesarte ya que eres wicca...

Dejo de prestarle atención a su clase de educación ambiental cuando veo cómo mi tenedor toca el fondo de la olla.

-Dylan, como te hayas zampado mis bocadillos, tendremos serios problemas -me quejo como si pudiera escucharme.

-Dani.

-Siempre es lo mismo con él -tomo una papita con la mano y la como de mala gana-. ¿Sabes, Nishi? Tienes suerte de ser hija única.

-¡Daniela!

-¿Qué? -me volteo para ver a qué se deben tantos chillidos. Para mi sorpresa, me encuentro con la mirada oscura y penetrante de Carlex; para desdicha suya, la choca con él todos mis chips han dejado un camino grasoso en su torso desnudo y vaqueros.

«Eso te pasa por andar como el miércoles».

-Bueno, yo... -toma una patata que se había adherido a su cuerpo y la lanza al suelo junto a las demás- quería disculparme por haber tomado tu comida antes.

-Así que tú fuiste el atrevido, ¿eh? -lo miro con una ceja enarcada.

-Dani, ten más cuidado -me regaña Neisha, parándose junto a mí porque si no está en el campo de visión de Carlex, le faltará el oxígeno-. ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda para limpiarte?

Como es imposible que esté más nerviosa, decide no esperar a que Carlex responda y toma la iniciativa de usar una de las servilletas de la encimera para frotar, digo, limpiar el cuerpo de su crush.

El temblor de sus manos no se puede disimular, su sonrojo revela muchas cosas; desliza la servilleta un poco más abajo de la cintura, le tocará la polla al amor de su vida.

«Un sueño cumplido».

Por lo visto, a Carlex no le interesa ser masturbado ya que arruga su nariz con desagrado e interrumpe el acto de solidaridad de mi prima.

-No es nada. No te preocupes -aleja la mano de mi amiga de su cuerpo con cierta ¿repulsión?

-Vale -murmura la pobre.

Nunca entenderé por qué exagera todo lo relacionado con este chico.

-Espero que puedas disculparme -repite-. ¿Te invito a un chocolate caliente con malvaviscos? ¿O prefieres una hamburguesa? Lo que mejor te parezca.

-Tranqui, no estaba muriendo de hambre -en parte es mentira, pero ¿qué más le puedo decir al chico para que no se sienta mal?-. No pasó nada. Olvídalo.

-Te ayudo a limpiar -se acuclilla para tomar las frituras y colocarlas en el bol; su cabeza está cerca de mi intimidad, lo cual puede ser malinterpretado-. ¿Dónde encuentro los equipos de limpieza?

-¿Qué dices? Ni lo pienses. Levántate, Carlex -hace lo que le digo sin rechistar-. De estas cosas se encarga el anfitrión, no los invitados.

-S-sí, ya nos ocuparemos nosotros luego -dice en un hilo de voz una atontada Neisha.

Nunca entenderé el efecto que Carlex tiene sobre ella sin darle una pizca de atención.

Estoy cansada de hablarle sobre la importancia de su autoestima. ¿De qué le sirve tener buen físico si no le sacará provecho? Carlex no es el único hombre en la faz de la Tierra; mi prima tiene que despertar de ese sueño loco.

***

La noche transcurrió bien hasta que los abuelos anticiparon su regreso de la Manada Estrella Polar sin avisarle a nadie -algo lógico, ya que esta es su casa a fin de cuentas-. Aunque la idea original fue de Liam -Nishi, Dy y yo lo apoyamos como buenos primos que somos-, todos nos llevamos unos buenos tirones de orejas por parte de la abuela Rebecca y hemos dejado impecable casi toda la mansión bajo las estrictas órdenes del abuelo Gael.