Alice Black 1: La híbrida de los vampiros

Capitulo 12: Iglesia profanada

Narra Grecia Kirchner:

Fundido estaba el bosque de friolentas brisas, mientras mi piel se entumecía ante el sonido de las campanas que informaban que Ernest Lemoine se había percatado de mi usencia. Las pocas luces que iluminaban el camino de regreso, ayudaban a las ramas formar figuras tenebrosas y que los sonidos de las hojarascas fueran más marcados que mis huellas; Ligeros y dudosos, se volvieron mis andares, teniendo una respiración cada vez más entre cortada. 

Sin mirar atrás, una desolada iglesia en el poblado me invito a allanarla. Cerrando las enormes puertas caoba infundida de esperanza de que el suelo sagrado detuviese lo que pudiera estar siguiéndome, me escondo en el altar. Sin embargo, chirridos en las paredes se escuchaban como si garras afiladas estuvieran raspando la cruda madera, mientras la puerta que hace minutos cerré abruptamente estaba siendo forzada. La incertidumbre me hizo levantarme del altar en el cual estaba recostada, tras escuchar una piedra albar quebrantar una de las ventanas de la iglesia; rápido busqué un nuevo lugar donde resguardarme. Cuando los sonidos de los cristales sobrantes de la ventana acariciaron el suelo, mire hacia todos lados en busca de una salida. Estaba indefensa, rodeada de astenia y de cosas extrañas del cual desconocía su paradero.

En silencio seco con gran soplido recibió una gran sombra negra y peluda, sobre los pulidos asientos caoba. Poseía grandes ojos carmesí resplandecientes que cambiaban a ciertas tonalidades amarillentas como un eclipse mortal a mi vida quebrantada. Los gruñidos se hicieron más fuertes como un león enjaulado proclamando libertad, esclareciendo que mi temor más hallado en mí, era real.  La iglesia gótica e grisácea que gozaba de una ataraxia sempiterno, era vilmente profanada por el enemigo más poderoso de los caminantes de la noche. Una bestia feroz, invencible y de vida perdurable, que desde hace miles de siglos ha luchado por destrozar e destronar a la raza vampira, los licántropos.

La incertidumbre, la insistente necesidad de mis labios resecos y la desolación que mi pecho que no dejaba de reprocharme, me había dejado en un trance del cual no podía mover ni un solo músculo de mi cuerpo. Pues con tan solo analizar lo gigantesco que se mostraba ante el estéreo y demacrada figura que me definía como persona o como en este desatino evento, la liebre a punto de ser la inmensurable cena del lobo. Expresando sombría con una sonrisa confabulada para hacerme sufrir, acorta los pasos deleitándose del miedo de su presa, hasta llegar al punto de saciarse con el último aliento de vida; mi aliento de vida específicamente; Era por tal razón que la desesperación hizo de mi corazón colgar de un hilo. Sin importar que mis manos hubieran empuñado el primer objeto punzante para utilizarlo en mi defensa, mi escasa valentía me reclamaba arrojarlo y echarme a correr o caer rendida de cuclillas. 
— Grecia — pronunció la bestia mirándome detenidamente con sus inquebrantables ojos, su iris parecía azotarme con una pizca de asco.  A merced de una feroz carpanta envuelta de una densa actitud atrabiliario. 
—No me mates. —me  desplomo resoplando fuerte en lamentación, al ser testigo de cómo arqueaba sus gruesas uñas y encendía velas rojas sobre el altar mágicamente.

El entorno se ilumina y cada rincón de la iglesia se opacó con la sonrisa macabra que pintada su rostro oscuro. Era como si hubiese predeterminado que caería en su trampa, sin embargo, ese sentimiento traicionero que corrompió mi diminuta tranquilidad fue remplazada por una intachable mano que, con fluidez penetro el pecho del hombre lobo, arrebatándole el corazón sin clemencia alguna. La sangre salpicó por todo el lugar. Mi ropa y cada porción de mi rostro se tiñó de sangre demoníaca.

—¿Estáis bien? — Recaigo dócilmente sobre un charco carmesí, rozando torpemente la cabecilla del licántropo fallecido. El cual adquiría forma humana, era un hombre de unos treinta y tantos a mí suponer. —¿Te hicieron daño? — levanta mi silueta como si no pasase nada, el hombre de mis delirios. 

Observo claramente sus ojos cristalinos cercanos a los míos, sus dedos rozando mis codos y mis yemas sucias arrugando su chamarra oscura. Ambos analizando detenidamente los labios apretados del otro <Quizás esta sería la única vez que podría estar así de cerca con él>

—¿Qué parte de no mirar atrás no dedujiste? — la burbuja de mis deseos se quiebra ante la voz del patán egocéntrico que con su cinismo arruinaba todo. < maldito muñeco de cartón> — ¿y? — impulsa mi frente con su dedo índice, como si mi acercamiento fuera su muerte misma — vámonos.

Desandando por el camino árido, gateo hasta una banca alumbrada por un farol recién pintado. Mientras mi “amable” guardián se invertía a prestar atención a una silueta de cabellos rojizos, dorada en aromas de flores silvestres en plena primavera, moverse entre los árboles. ¿La conocerá?, interrogante que inmediatamente tuvo respuesta. Eduardo Lemoine se giró apoyándose sobre sus talones, dedicándome una mirada que me produjo profundo espanto.

—Continúa caminado, luego te alcanzo. 

—No quiero …

—Por favor — Iba a contradecir su mandato, si no fuera porque sus ojos cegadores me hipnotizaron de tal manera que mis pies automáticamente contrajeron vida propia, alejándome de él.

Eduardo Lemoine inminentemente en un fragmento de segundos retorna a merodear mis ojos, puesto que aún seguía en el mismo lugar. 

Negaba marcharme sola.

Dos, tres, cinco, ocho pasos, omití la cuenta. Lo percibía, su esencia vigilándome cada vez más lejana, escoltado por una dama que lamia y saboreaba la sangre que iniciaba a correr entre sus labios. ¿Porque apreciaba este suplicio?, El hueco en mi pecho era trabajoso de puntualizar, erase como si me hubiesen arrebatado algo sumamente valioso esta noche. Giro disimuladamente, ignorando el hecho que choque abruptamente con su rígida mirada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.