Alice Black 1: La híbrida de los vampiros

Capitulo 1: Lealtad vs Amor (parte 2)

Continuación:

Dos inhumanas horas trascurrieron, la luna abrillantaba los talones de una Alicia Rubí histérica que traía consigo una bandeja de comida expirada de caducidad. Cruzó los pasillos del tormento existencial esquivando el tacto de algunos vigilantes malolientes y descendió las escaleras irrumpidas de roedores y de oscuridad. Su trazado cuerpo se detuvo a observar las paredes decoradas con la suciedad y la humedad que habían dejado los antepasados prisioneros que juraron inocencia.

Su alma estaba totalmente inquieta en cada centímetro que se aproximaba a las infames celdas que ocultaban aquellos túneles subterráneos que entrelazaban con el reino de Ernest Lemoine. La guerrera perspicaz rompió con sus miedos y continúo avanzando hasta encontrarse de frente con los guardianes encargados de enderezar e excomulgar a los prisioneros, estos inevitablemente en respeto no cruzaron miradas con la señorita Kirchner.

—La llave de la celda de Axel Buckminster —los intimidados escoltas entregaron la llave cobriza, Alicia Rubí sonrió orgullosa —así me gustan los perros, callados y mansos—los vampiros tragando su orgullo se arrodillaron ante alguien de mayor rango, una dama de clase noble. —no interrumpan o les cortare lo único que los hace diferentes a una mujer —asienten sin titubeos como niños recién empalizados.

Alicia Rubí analiza la llave entre la palma de su mano sudorosa y busca la celda correspondiente, respira hondo, su corazón saltaba igual a una melodía descontrolada desde que su padre le había confesado que su madre fue asesinada por un licántropo.

—Toma tu comida sangre sucia. —entra al lugar mostrando fingida seguridad, esperaba una mínima respuesta de aquel hombre en la total penumbra, pero solo había silencio. Un sepulcral vacío que preocupó a Alicia en absoluto, la bestia podría estar muerta. —¿Bestia? —abrumada por el eco de las paredes, encendió con un simple conjuro una antorcha que descansaba en la pared.

—No tengo hambre señorita. —rezongó colmado de hostilidad y sediento de muerte, mostrando su rostro perfilado a la luz, lo que produjo que ambos a una corta distancia cruzaran miradas y que la piel de Alicia se erizara al momento. < no es cualquier ser, es un macho alfa de verdad> pensó la matadora de lobos luchando para no caer en la voz ronca que invocaba la lujuria de cualquier doncella.

—Lamento informarte que comerás—sin dudarlo sujetó su semblante con brusquedad. Sus ojos volvieron a entrelazarse, creando una barrera incomoda y de respiraciones forzosas que hizo reír a Axel.

—¿¡De que te ríes!?

—Es difícil ver una hermosa vampiresa como tu ejerciendo este trabajo. Lo que me dicta que eres la hija distinguida de Dustin Kirchner. Si no me equivoco eres Alicia Rubí. La mejor guerrera de los Nobles, seguida de Eduardo Lemoine. Aunque tus acciones te definen como una perra. —profundizo aún más su descarada sonrisa, creando un brillo de rabia en la que dice ser hija de la misma diosa Afrodita.

—Interesante, ¿Entonces sabrás que el que no me obedece le arranco la cabeza o no? —el lobo amante de los desafíos se detuvo un momento a analizar sus palabras, soplo el rostro de la vampiresa que veía realmente bella y que lo había cautivado de manera desconocida. Acercó aún más su cuerpo al suyo, olfateando su olor excitante a rosas.

— Interesante, ¿Entonces sabrás que desgarro yugulares como arrastro los intestinos de tu asquerosa raza o no? —escupe con ironía quebrantando el ego de Alicia Rubí, la cual gozaba de alabanzas de muchos duques y condes.

—¡Ojalá te pudras aquí! —levantándose con recelo, lo abofeteó tres veces consecutiva. Apago la antorcha arrollándola contra el suelo de ladrillos y como era de esperarse de manera colérica tomo un puñado de comida con pensamientos vengativos —¡Eres un maldito animal! — gritó, dejando su nivel de paciencia al limité y aterrizando en la rostro de Axel un pelotazo de comida que debía ingerir para inquirir fuerza.

—¡Tu eres una prepotente!

—¡Te odio! —exclamó asombrada.

……………………………

Roxana Kirchner, una de las hermanas mayores de Alicia Kirchner, se mostraba intranquila al no poder apaciguar a su hermana que estaba completamente irreconocible, desplazándose de un lado a otro en sus aposentos.

—¡Tranquila!, no te agobies por Axel Buckminster. Además, deja de romper mis cosas —la yugular latente se hacía presente en escasos respiros forzosos en Roxana, sin embargo, el iris carmesí de Alicia Rubí era dominado por el demonio astral de su interior, mostrando una fugaz mirada grisácea que colapsó el enojo de su hermana a temor.




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