Alma Mater

Capítulo I: Tres propósitos, un solo destino

La misteriosa mujer

En las lejanas estepas del reino-muerto de los elfos, bajo un viejo roble milenario, cerca de algunas carroñas que rondaban buscando algunos cadáveres de animales salvajes que vinieron a morir por su avanzada edad, estaba sentado en su sombra un joven viajero en búsqueda de una antigua biblioteca oculta entre las montañas. Aquella travesía lo agotó en demasía, lo que le obligó a beber un zumo de manzana y unas galletas de avena que guardó desde que salió de su clan.

Pensaba muy preocupado en su vida por lo que estaba pasando en su clan. Quería alcanzar el conocimiento necesario para salvarlo de una plaga mágica que los aquejaba. Ningún chamán, brujo, ni método humano han logrado el exterminio de los “Rautow” (Ratas con cuernos en la cabeza, con poderes mágicos que devoran todas las cosechas y dejan estéril los terrenos).

Era de tez morena, pelo café, ojos marrones, nariz pequeña, rostro alargado, con una expresión muy seria. Tenía puesto un pantalón de cuero café, unas botas negras, un polerón blanco, protegido con unos accesorios en la entre pierna, codos, muñequeras, hombreras, todo de metal. Ceñido de una espada metálica corta y unos frascos de curación y químicos de humo.

Había aprendido a defenderse con la espada gracias a un viejo maestro, perteneciente a la Orden de los Caballeros del Occidente, que se retiró antes de la gran revolución en el antiguo reino humano de “Terranova”, donde buscaban derrocar a la Reina Clara. En fin, su maestro le enseñó todo tipo de maniobras de combate con y sin espadas.

Tuvo una buena preparación académica gracias a su madre, quien fue una destacada licenciada en la universidad. Aunque, debido a las mismas revueltas ocurridas en la capital del reino de Terranova, se vio obligada a huir a la frontera del reino y se casó con un humilde campesino que le ayudó a sustentarse.

Muy a lo lejos, divisó que venía una persona con vestido verde y una capa negra con una capucha que cubría su cabeza. El joven se levantó inmediatamente del terreno y desenvainó su espada poniéndose en guardia.

Cuando llegó a una distancia de tres metros, el joven le preguntó:

- ¿Quién eres tú?

Aquella persona se detuvo y giró la cabeza para verlo de frente, pero no le dijo nada. Una vez más, el joven le preguntó:

- ¿Quién eres? ¡Responde!

Y dijo, dando a revelar que aquella persona era una mujer:

- Simplemente soy… alguien que busca respuestas.

- Entonces ¿Buscas la biblioteca de Zeto?

- ¿Y tú?

- Solo contesta a mi pregunta y yo responderé a la tuya.

- Busco la biblioteca.

- Yo también.

La mujer quiso seguir por el camino hacia las montañas, pero antes le preguntó al joven:

- ¿Seguirás solo?

- ¿Y qué hay con eso?

- Si decides eso, no lo lograrás. Caminar por estas duras estepas no es nada en comparación de lo que te puede esperar. Incluso para mí será imposible llegar.

- ¿Me estás proponiendo una alianza?

- No digo que la hagamos, pero tenemos el mismo propósito de llegar donde Zeto y no podemos hacerlo por nuestra cuenta.

- De acuerdo, solamente será un “cubrirnos las espaldas” de manera temporal.

Y con esa consigna, ambos aventureros siguieron caminando juntos en dirección a las peligrosas montañas del reino muerto de los elfos por unas cuantas horas. En ningún momento del trayecto la extraña mujer se quitó la capucha que cubría su cabeza, solamente dejaba ver sus labios carnosos de color rojo carmesí y parte de su nariz. Además, iba con unas chalas color capuchino, unas muñequeras de cuero negro con unos bordes plateados que ondeaban de arriba hacia abajo. Y se podía observar un cinturón que llevaba junto con una espada ceñida.

El joven aventurero no dejaba de pensar en la misteriosa mujer que lo acompañaba, sin dejar de mirar hacia su objetivo. Le comenzaron a rondar una serie de pensamientos conspiranoicos y entre esos se le vino a la mente que posiblemente podría ser una espía de los reinos humanos del oriente, en búsqueda de conocimientos para derrocar los reinos humanos occidentales. Tales ideas lo mantuvieron en alerta ante una posible traición.

La barrera de los ogros

Llegó la tarde-noche y el sol estaba a punto de ponerse en el horizonte. Caminaron hasta escalar una cima de las montañas hasta que ambos viajeros se detuvieron. A lo lejos, divisaron un campamento muy rústico, hecho de unas estacas de maderas puntiagudas, que rodeaban todo ese destacamento y unas tiendas hechas de pieles de animales. Dentro, rondaban unos seres muy extraños.

El joven aventurero apuró a la misteriosa mujer para ocultarse cerca de unas rocas del alto. Luego, sacó de su bolsillo unos “ojos de águila” capaces de enfocar objetos a largas distancias, y dijo:

- ¡Focus!

E inmediatamente pudo observar que se trataba de un campamento de ogros, que custodiaban el único acceso al siguiente valle aledaño, lugar donde estaría la Biblioteca.

La misteriosa mujer le dijo:

- Deben ser ogros.

- ¿Y cómo lo sabes?

- Son los únicos seres capaces de acorralar a sus presas más débiles en un punto como ese y devorarlos.

- ¿Y qué sugieres?

- De pronto, esperemos que llegue la noche. Seguramente son ogros verdes, no son capaces de ver de noche, aunque estén vigilantes toda la noche.

- ¿Y crees que puede ser el único peligro?

- Dices bien, aventurero. Si ellos logran percibirnos, seguramente el “ogro chamán” invocará sus bestias de la noche. Debemos cruzar con mucho sigilo.

- Entonces, el peligro es mayor.

Ambos esperaron a que la mayoría de los ogros fuera a sus aposentos. Luego de eso bajaron de la montaña.

Cayó la noche, donde la luna estaba en su etapa menguante, y ellos caminaron sigilosamente cerca de la entrada del campamento. Los ogros estaban vestidos con unos pantalones cafés de cuero, unas hombreras metálicas, junto unas muñequeras de color rojo, además de llevar puesto unos cascos puntiagudos. Traían unas antorchas y estaban ceñidos de garrotes con clavos incrustados para la defensa. La misteriosa mujer preparó unos dardos tranquilizantes y por su parte, el joven preparó unas bombas de humo en caso de que fueran descubiertos y nublar la vista tanto de los ogros como de las bestias.



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En el texto hay: fantasia, otro mundo, aventura

Editado: 13.03.2024

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