Presagio.

Joseon, 310 años antes.

—No creo que una chamana sea la solucion, madre.

—Guarda silencio, Bon-hwa. 

La mano de mi madre se enreda sobre mi antebrazo, camina con prisa, como si huyeramos de algo. El clima no ayuda a mis nervios, mucho menos la hora y ni hablar del lugar. No es el momento adecuado para salir de casa, aún cuando estamos siendo escoltadas por Bon-hwa, mi hermano.

Noto como nos alejamos cada vez mas de nuestro hogar, el bosque luce lúgubre y me provoca pánico solo pensar en cuantas cosas horribles pueden sucedernos. El agarre de mamá de vuelve más fuerte.

—Esto debe terminar inmediatamente, tu matrimonio de acerca y no lo echarás a perder.

En realidad no es mi culpa todo este alboroto, es culpa de las pesadillas horribles que me persiguen y es por eso que ahora estamos aquí. Hay una choza, pequeña pero algo linda para estar en medio del bosque y tan abandonada.

—Bon-hwa, apresúrate.

Mi hermano revisa la zona, entonces después de estar seguro que no hay peligro, toca la puerta.

—No olvides que nada de lo que suceda aquí puede saberse —la mirada de mi madre choca con la mía — te llevarás este secreto a la tumba.

Y casi como si lo sentenciará un rato feroz cae junto a nosotros, encendido la rama seca que cuelga en uno de los árboles. Los vellos de mi cuerpo reaccionan y los nervios me carcomen. Es demasiado surreal pensar esta situación. Si padre se entera, estaremos en problemas.

Las gotas de lluvia parecen volverse más gruesas y rápidamente la lluvia nos empapa, cuando estamos los tres frente a la puerta que luce un poco deshecha, es Bon-Hwa quien toca la puerta, después de tres golpes esta se abre. 

—Estaba esperándolos. 

Una mujer delgada, con la sonrisa un poco inquietante, pero bastante pulcra en comparación a la casa, es quien abre la puerta. Extiende su mano hacia mí, pero dudo en tomarla. 

—Especialmente a ti, su alteza. 

El cielo retumba, suena como una protesta y los latidos desenfrenados de mi corazón se unen. ¿Qué sucederá conmigo?