Almas carmesí

19 | Aversión

Esa misma tarde, Melisa llegó al cine con Adrien caminando de cerca.

Al llegar, notaron a Rouse y Lucas que estaban de pie frente a una rokola, ambos distraídos, eligiendo una canción entre el listado de la pantalla digital.

Caminaron en dirección a ellos.

Lucas los vio acercarse y presionó el botón para reproducir una canción al azar, por impulso, ni siquiera pudo encontrar una que le gustase. Se dirigió inmediatamente hacia ambos, cargado con ligera irritación— ¿Es que siempre tienen que estar los dos pegados? —Melisa eligió no responder— ¿Se mudaron juntos o qué?

— ¿Qué te pasa?, ¿estás celoso? —cuestionó
Adrien, con seriedad más que con burla.

La pregunta tomó a Lucas por sorpresa, haciendo que reaccione de golpe— ¿Qué? —Obviamente no se esperaba eso y no pudo disimular el desconcierto. La pregunta le desacomodó.

— Tu respuesta ya lo dice todo —Adrien estaba leyendo en su mente cómo le había incomodado que alguien mencionara eso, específicamente frente a la misma Melisa.

— Dejen de discutir —Rouse le entregó las entradas respectivas a Adrien y Mel antes de que la situación escalara—. Empieza como en —miró la hora en la pantalla de su teléfono— quince minutos, aún tenemos tiempo de comprar algo en el patio de comida.

Adrien recibió el papel, analizando la canción de Cavetown que estaba de fondo. Pero unas voces tras de sí llamaron más su interés.

Giró para ver discretamente de dónde se originaba el ruido y divisó a un grupo de chicos de aproximadamente quince años que estaban molestando a uno de los suyos, quitándole cosas y arrojándolas entre ellos.

«Son imbéciles»

Melisa se dió cuenta de su mirada y se quedó quieta, intentando adivinar qué pasaba por su cabeza. Rouse caminó hacia la barra de comida para comprar, sacándola del transe al pasar por su costado.

Todos la siguieron, incluso Adrien que trataba de no perder de vista del grupo anterior.

— ¿Se te antoja alguna otra cosa más que palomitas? —preguntó Lucas a Mel mientras subían las escaleras—. Yo te invito.

Mel estaba más concentrada en no tropezar, parecía que las habían limpiado recientemente y se sentían lisas bajo sus pies— Creo que estoy bien —intentó ser educada, le incomodaba cuando se centraba solo en ella e hiciera ese tipo de ofrecimientos cuando había más personas con ellos—. Gracias.

Pero Lucas insistió— Solo dime, no me molesta, de verdad.

Mel no respondió.

Lucas se acercó más a ella cuando llegaron a la barra de pedidos, provocando que se alejara un poco en respuesta, casi siempre esperaba a que él notara su incomoidad, pero nunca funcionaba, y no quería decírselo directamente, le hacía sentir rara.

— Sé que a veces tienes un poco de pena, pero va en serio mi oferta. Puedes pedir lo que quieras —persistió. Tenía un tono suave pero no dejaba de ser molesto.

— En serio, Luc, no tengo mucha hambre ahora.

— Mel —ignoraba por completo su negativa—. No me molesta.

Había pensado erróneamente que Lucas no tendría ese comportamiento con Adrien cerca, pensó que tal vez simplemente se cohibiría de hacerlo. Pero ahora temía que los dos empezaran una discusión de nuevo, porque siendo honestos, le daba vergüenza ajena.

— Creo que ya te dijo que no, Lucas —y no se equivocó—. Déjala en paz, ¿quieres? —había tosquedad en su tono.

El chico cerró los ojos unos segundos, harto, y lo miró con desdén— ¿Podrías dejar de entrometerte como si la conocieras de toda la vida? Apenas llevas como un par de meses aquí —y le enojaba pensar que en esos meses, había conseguido acercarse a ella más de lo que él había podido hacer en años.

Adrien levantó una ceja— ¿Y tú podrías dejar de molestarla?

Rouse, que había estado haciendo el pedido mientras ellos estaban oponiéndose contra el otro, se giró con la bandeja en las manos— ¿Podrían los dos callarse? Gracias —avanzó en dirección a la sala.

Adrien se quedó en silencio, viendo cómo caminaba.

Después de ingresar y avanzar hasta los asientos de arriba, Melisa fue la primera en sentarse, a su derecha estaba la pared y a su izquierda; Lucas. Había intentado sentarse junto a ella pero Adrien fue más rápido y tomó su lugar.

Se quedó de pie por un instante, enviándole una mirada de rabia contenida.

Adrien murmuró, una vez tomado el espacio— ¿Qué pasa?, ¿no quedan más asientos?

Lucas no dijo nada, internamente también comenzaba a creer que este problema se estaba volviendo infantil. Además, había gente alrededor y mantenían el silencio, no quería armar un alboroto dentro de la sala.

Dispuesto a evitar la situación, dejó pasar a Rouse y después se colocó a su costado. Adrien escuchaba la musitación entre ambos, oyendo cómo Rouse lo regañaba cual niño pequeño. Eso le causó satisfacción.

Se dirigió hacia Mel en susurros— Deberías dejar de relacionarte con este —ella dejó que sus palabras se disolvieran en el aire y no le tomó más importancia.

Mientras esperaban en la oscuridad del ambiente a que reprodujeran la película desde el proyector una vez llegada la hora; Rouse le ofreció el pote de palomitas a Adrien.



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En el texto hay: lucifer, demonio, infierno

Editado: 14.11.2024

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