Almas carmesí

35 | Apremio

Dante avanzaba apresuradamente, sus pasos resonaban contra el empedrado de la calle mientras contenía la rabia. Estaba tan enfocado en sus pensamientos que no notó la sombra que se cernía sobre él, hasta que una mano tomó de la camisa con firmerza.

Se detuvo en seco al verlo.

— ¿Tú que carajos haces aquí? —Adrien lo sostenía con fuerza contra el muro. Sus ijos parecían reflejar el abismo mismo.

Claro que presentía que su hermano había estado rondándola, pero incluso así se enojó al confirmarlo.

Como no respondió de inmediato, lo alzó con fuerza sobrenatural y lo lanzó hacia la pared del callejón. El sonido del impacto resonó.

Dante se quedó sentado por el fuerte impacto. Pero su orgullo no le permitió permanecer alí mucho tiempo e intentó levantarse lo más rápido que pudo, apenas lográndose apoyar sobre las manos, pero una vez más Adrien lo hizo por él, sujetando su ropa de nuevo.

Le habló con un gruñido bajo, su mirada quería atravesarlo como si pudiera arrancarle la piel, ni siquiera pestañeó— Responde.

Dante jadeó, sintiendo la presión en su pecho. A pesar de que Adrien era menor, la diferencia de fuerzas entre ellos siempre había sido evidente, pero jamás tan clara como en ese momento. Además de eso, lo había encontrado totalmemte desprevenido.

Trató de recuperar la compostura, pero un ligero temblor en las piernas lo traicionó. Aun así, no dejó que el miedo se reflejara en su rostro.

— Estoy cuidando de ella —musitó con una risa sardónica, desafiando la autoridad que su hermano intentaba imponer.

Adrien le apretó el cuello y le estampó el puño en la cara. Soltó un leve quejido, apenas un murmullo, al percibir su labio partido, un hilo de sangre se resbaló por la comisura de los labios. Se curaría, el corte de cerraría en unos segundos pero era bastante molesto para él encontrarse en esa posición, y la humillación le ardía más que el rasguño.

— Quiero que te largues

Lo observó, irritado— ¿Te crees muy importante para darme órdenes? ¿Por qué me iría? ¿Tú eres el único que puede disfrutar de ella? Yo también quiero hacerlo. No te perten...

No terminó de hablar porque le apretó tanto el cuello hasta cortar todo sonido de su garganta. La expresión cargada de arrogancia de Dante se desvanció, reemplazada por una mueca de esfuerzo por tratar de liberarse

Tomó más fuerza y en el último impulso lanzó a Adrien de regreso, con la suficiente presión como para deshacerse de su agarre, pero no con la misma intensidad como para devolverle el mismo tiro.

Adrien seguía observándolo con los ojos fijados en querer matarlo— ¿No escuchaste? —le gritó.

— Tú solo estás perdiendo el tiempo con ella. ¿Prefieres que el diablo en persona suba hasta acá para buscarla?

Adrien avanzó y tomó su mentón para golpear su cabeza en la pared, un pequeño charco de sangre manchó el pavimento— Yo —recalcó, con voz gélida— seré quien se la lleve. No te metas en mis asuntos.

Los ojos de Dante pretendían encenderse también, a ellos mismos y a su alrededor. Tenía el cabello alborotado y manchado cok sudor y rastros de sangre en las puntas— ¿Son tus celos por ser inferior a mí lo que te está enloqueciendo o es que acaso ella ya te debilitó?

Adrien apretó lo puños con la intención de golpearlo de nuevo. Sin embargo, se detuvo, no podía dejar que lo afectaran de ese modo. Estaba cerca de perder el control.— Deja tus estupideces.

Dante ladeó la cabeza, disfrutando el momento— Dime —insisitó—. ¿Te ha atrapado, verdad? Admito que es fuerte la mente de esa maldita —dijo entre dientes.

La rabia que estaba sintiendo Adrien era inexplicable, pero no quería darle la razón en lo absoluto.

Esta vez habló con un poco más de calma. Falsa serenidad— Solo quiero seguirme divirtiendo un rato. No te preocupes.

Pero Dante soltó una carcajada— ¿Crees que tienes más poder sobre ella que al contrario? —se quedó en silencio ante su pregunta—. Qué iluso eres.

La mandíbula de Adrien estaba tensa, se apartó de él, como si tocarlo un segundo más le fuera a costar la paciencia— Ya lo dije. Yo tengo que encargarme de esto. Tú vuelve a jugar con tus pobres almas.

Él lo observaba con el ceño fruncido. Saboreaba en su boca la sangre que ya se había comenzado a secar por la rapidez de la coagulación.

— Bien —respondió, enderezando su postura y dándole una última mirada—. Lo que tú creas conveniente —. Empezó a caminar en dirección contraria—. Solo no esperes a que mi padre se tome la libertad de ser él quien venga a asfixiarla —dijo ya sin mirarlo, mientras desaparecía tras los muros.

✟ ——————— ✟

Le fue un poco complicado encontrar a Melisa por todo el campus, considerando que seguía tendida en el pavimento.

— Hola —le dijo cuando la encontró, deteniéndose a su lado. Se quedó parado con las manos metidas sobre los bolsillos.

Ella lo miró extrañada, un poco perdida de la realidad— ¿Adrien? —su voz apenas podía emitirse. Se estaba quedando dormida sin darse cuenta.

— Ese soy

Melisa se apoyó sobre sus manos en el suelo para tratar de reincorporarse rápidamente. Entre cerró los ojos, igual no tenía los lentes puestos—. El alcohol está haciendo que te alucine otra vez —dijo, intentando apoyarse con más fuerza para evitar caerse nuevamente—. Estoy muy ebria.




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